Upshaw?

– Creo que es listo y que tiene futuro. ?Por que?

– Bien, muchacho, mis amigos dicen que no sabe situarse, y me parece debil y ambicioso, una combinacion peligrosa en un policia.

El primer pensamiento de Mal al levantarse: no tendria que haber confiado en el chico, porque la mitad de su impetu era una simple mascara que se podia resquebrajar.

– Dudley, ?que quieres?

– Vencer al comunismo. ?Por que no disfrutas del espectaculo de esas jovenes estudiantes mientras hablo con mi sobrina?

Mal siguio a Dudley por la escalinata de una mansion espanola. En el jardin habia letras griegas clavadas en el cesped con estacas de madera. La puerta estaba abierta; el vestibulo era un hervidero de actividad: muchachas que fumaban, charlaban y comentaban libros. Dudley senalo hacia arriba.

– Vuelvo pronto -dijo.

Mal vio una pila de revistas en una mesa y se sento a leer, consciente de que era el blanco de las miradas curiosas de las estudiantes. Hojeo un Collier's, un Newsweek y dos Life. Dejo las revistas cuando oyo la voz furiosa de Dudley retumbando en el segundo piso.

Los gritos sonaban cada vez mas estentoreos y amenazadores, interrumpidos por planideras suplicas de soprano. Las chicas miraron a Mal; cogio otra revista e intento leer. Oyo la escalofriante risotada de Dudley. Ahora las estudiantes le clavaban los ojos; Mal dejo el Weekly Sportsman y subio para escuchar.

Estrechas puertas de madera se alineaban en el largo pasillo. Mal siguio las carcajadas hasta llegar a una puerta que decia «Conroy». Estaba entornada; se asomo al interior y vio una pared con fotos de boxeadores latinos. No vio a Dudley ni a la soprano; escucho.

– … toros, pinatas y boxeadores mexicanos. Es una obsesion, jovencita. Tal vez tu madre no tenga agallas para enderezarte, pero yo si.

– Pero Ricardo es un chico encantador, tio -se quejo la soprano-.

Y yo…

Una manaza cruzo el angulo de vision de Mal, un bofeton convertido en caricia. Vio una fugaz imagen de cabello rojo y rizado.

– No digas que lo quieres, jovencita. No en mi presencia. Tus padres son debiles, y esperan que yo de mi opinion sobre los hombres de tu vida. Siempre hare valer esa opinion, jovencita. Solo recuerda los problemas que te he ahorrado siempre y me lo agradeceras.

Mal logro ver a una muchacha regordeta. Sollozaba tapandose la cara. Dudley Smith la abrazo, ella lo aparto con los punos. Dudley murmuro palabras dulces, Mal regreso al coche y espero. Su companero aparecio cinco minutos despues.

– Toc, toc. ?Quien es? Es Dudley Smith. ?Alerta, rojos! Muchacho, ?vamos a impresionar al senor Nathan Eisler con la rectitud de nuestra causa?

El ultimo domicilio conocido de Eisler era Presidio 11681, a poca distancia del campus de la UCLA. Dudley tarareaba mientras conducia; Mal aun seguia viendo esa mano dispuesta a pegar, la sobrina encogiendose ante el cordial contacto del tio. El 11681 era una casa prefabricada pequena y rosa al final de una larga manzana de casas prefabricadas; Dudley aparco en doble fila, Mal recordo datos del informe de Satterlee:

Nathan Eisler. Cuarenta y nueve anos. Un judio aleman que habia huido de todo el montaje de Hitler en el 34; miembro del PC del 36 al 40, luego miembro de media docena de organizaciones de filiacion comunista. Coguionista de varias peliculas prosovieticas en colaboracion con Chaz Minear, companero de poquer de Morton Ziffkin y Reynolds Loftis. Escribia con seudonimo para mantener su intimidad profesional, se habia escabullido de las manos de los investigadores del HUAC, actualmente utilizaba el alias Michael Kaukenen, el nombre del heroe de Tormenta sobre Leningrado. Trabajaba como guionista de westerns de escasa categoria para la RKO con otro pseudonimo, el trabajo figuraba a nombre de un escritor politicamente aceptable que se llevaba el 35 por ciento. Amigo intimo de Lenny Rolff, colega y tambien expatriado, el segundo sujeto que debian interrogar.

Ex amante de Claire de Haven.

Caminaron hasta el porche por un sendero lleno de juguetes, Mal miro por el cancel y vio el salon que cabia esperar en una vivienda de este tipo: muebles de plastico, piso de linoleo, empapelado rosa con topos. En el interior se oian chillidos de ninos, Dudley torcio el gesto y apreto el timbre.

Un hombre alto, sin afeitar, se acerco a la puerta, flanqueado por un bebe y una nina. Dudley sonrio, Mal vio que el bebe se metia el pulgar en la boca y hablo primero.

– Senor Kaukenen, somos de la Fiscalia de Distrito y nos gustaria hablar con usted. A solas, por favor.

Los ninos se apoyaron en las piernas del hombre. Mal vio ojos rasgados y asustados: dos pequenos mestizos intimidados por dos grandes buhos. Eisler-Kaukenen grito «?Michiko!» y una mujer japonesa aparecio y se llevo a los ninos. Dudley abrio la puerta sin que lo invitaran.

– Llega usted con tres anos de retraso -dijo Eisler.

Mal entro detras de Dudley, asombrado por la sordidez del lugar. El hombre que durante la Depresion ganaba tres mil dolares semanales vivia en un cuchitril. Oyo los gritos de los ninos detras de las delgadas paredes y se pregunto si Eisler tendria que enfrentarse a los mismos problemas que el con una lengua extranjera. Luego penso que el hombre quiza lo toleraba por principios comunistas.

– Una casa encantadora, senor Kaukenen -comento Dudley-. Sobre todo el motivo cromatico.

Eisler-Kaukenen ignoro el sarcasmo y senalo una puerta. Mal entro y vio un pequeno espacio cuadrangular calido y habitable: libros desde el suelo hasta techo, sillas alrededor de una mesita y un gran escritorio dominado por una maquina de escribir de buena calidad. Ocupo la silla mas alejada de las voces chillonas, Dudley se sento frente a el. Eisler cerro la puerta y dijo:

– Soy Nathan Eisler, dato que ustedes no ignoran.

Mal penso: No hare de policia bueno, no dire «Me gusto su pelicula Hierro de marcar».

– Entonces ya sabra por que estamos aqui.

Eisler miro la puerta y se sento en la silla libre.

– La zorra esta de nuevo en celo, aunque digan que tuvo un aborto…

– No debe decir a nadie que lo interrogamos -dijo Dudley-. Podria haber funestas consecuencias si usted nos desobedeciera.

– ?Como cuales, Herr…?

Mal intervino.

– Mort Ziffkin, Chaz Minear, Reynolds Loftis y Claire de Haven. Nos interesan las actividades de estos sujetos, no las de usted. Si colabora, tal vez le dejemos declarar por escrito. Sin juicio publico, quiza con poca publicidad. Usted escapo del HUAC, tambien escapara de esta. -Callo y penso en Stefan, que se habia ido con su madre loca y su nuevo amante-. Pero queremos datos precisos. Nombres, fechas, lugares y admisiones. Si usted colabora, se libra. Si no colabora, recibira una citacion y debera someterse a un interrogatorio con un fiscal de distrito, algo que solo puedo describir como una pesadilla. Usted elige.

Eisler alejo la silla. Con la mirada baja, dijo:

– Hace anos que no veo a esa gente.

– Lo sabemos -respondio Mal-, y nos interesan sus actividades del pasado.

– ?Son las unicas personas que le interesan?

Mal mintio, pensando en Lenny Rolff:

– Si. Solo ellas.

– ?Y cuales son las consecuencias de que hablan?

Mal tamborileo sobre la mesa.

– Juicio publico. Su foto en los…

– Senor Eisler -interrumpio Dudley-, si usted no colabora, informare a Howard Hughes que es usted autor de peliculas de la RKO que actualmente se atribuyen a otro hombre. Ese hombre, su conducto para un lucrativo

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