trabajo como guionista, quedara fuera de juego. Tambien informare a Inmigracion de que usted rehuso colaborar con un organismo que investigaba la traicion, y pedire que ellos averiguen las actividades sediciosas de usted con miras a deportarlo por extranjero hostil, junto con su esposa e hijos. Usted es aleman y su esposa es japonesa, y como esos dos paises fueron responsables de nuestro reciente conflicto mundial, creo que a Inmigracion no les molestaria enviarlos de vuelta a sus respectivos paises de origen…
Nathan Eisler se habia encorvado, abrazandose las rodillas y aferrandose el menton, la cabeza gacha. Le rodaban lagrimas por la cara. Dudley hizo crujir los nudillos y dijo:
– Bastara con un simple si o no.
Eisler asintio.
– Estupendo -dijo Dudley.
Mal saco libreta y pluma.
– Conozco la respuesta, pero digame de todos modos, ?usted es o ha sido miembro del Partido Comunista de Estados Unidos?
Eisler asintio.
– Responda si o no -exigio Mal-. Debo consignarlo.
Un timido «Si».
– Bien. ?Donde estaba su unidad o celula partidaria?
– Yo… yo iba a mitines en Beverly Hills, Los Angeles Oeste y Hollywood. Nos… nos reuniamos en el hogar de diversos miembros.
Mal anoto palabra por palabra, con abreviaturas.
– ?Durante que anos fue usted miembro del Partido?
– Desde abril del 36, hasta que Stalin demostro que…
– No se justifique -interrumpio Dudley-. Solo responda.
Eisler saco un panuelo del bolsillo de la camisa y se sono.
– Hasta principios del 40.
– He aqui algunos nombres -continuo Mal-. Digame a cuales de estas personas conocio usted como miembros del Partido Comunista. Claire de Haven, Reynolds Loftis, Chaz Minear, Morton Ziffkin, Armando Lopez, Samuel Benavides y Juan Duarte.
– Todas -respondio Eisler.
Mal oyo la algarabia de los ninos en el salon y levanto la voz.
– Usted y Chaz Minear escribieron los guiones de
– Una pregunta ingenua -observo Eisler.
Dudley dio una palmada en la mesa.
– No comente, solo responda.
Eisler acerco la silla a la de Mal.
– No. No, nadie me lo pidio.
Mal unio dos dedos sobre la corbata, una sena para Dudley: Es mio.
– Senor Eisler, ?niega usted que estas peliculas contienen propaganda prosovietica?
– No.
– ?Llegaron usted y Chaz Minear a la decision de difundir esa propaganda?
Eisler se movio en la silla.
– Chaz fue responsable de los conceptos filosoficos, mientras que yo sostenia que el argumento era mas que elocuente.
– Tenemos copias de esos guiones -dijo Mal-, y hemos senalado los pasajes donde la propaganda es manifiesta. Regresaremos para que usted indique el dialogo que atribuye a la propaganda del Partido hecha por Minear.
Ninguna respuesta.
– Senor Eisler -intervino Mal-, ?usted diria que tiene buena memoria?
– Si, diria que si.
– ?Y usted y Minear trabajaron juntos en esos guiones?
– Si.
– ?Y hubo ocasiones en que el hizo comentarios como «Esto es magnifica propaganda» o «Esto es para el Partido»?
Eisler dejo de contorsionarse. Ahora movia los brazos y las piernas.
– Si, pero lo decia ironicamente. El no…
– ?No interprete, solo responda! -grito Dudley.
– ?Si, si, si! ?Maldicion, si! -exclamo a su vez Eisler.
Mal indico a Dudley que se lo dejara e intervino con su voz mas tranquilizadora.
– Senor Eisler, ?llevaba usted un diario en la epoca en que trabajo con Chaz Minear?
El hombre se frotaba las manos, desmigajando el panuelo de papel entre los dedos amoratados.
– Si.
– ?Contenia notas acerca de sus actividades en el Partido Comunista y sus trabajos con Chaz Minear?
– Cielos, si.
Mal penso en el informe de los detectives privados de Satterlee: Eisler acostandose con Claire de Haven en el 38 o 39.
– ?Y notas sobre su vida personal?
–
– ?Y todavia guarda ese diario?
Silencio. Luego:
– No lo se.
Mal golpeo la mesa.
– Si lo sabe, y tendra que dejar que lo veamos. Solo los datos politicos pertinentes se incluiran en la transcripcion oficial.
Nathan Eisler sollozo en silencio.
– Nos dara ese diario -espeto Dudley-. De lo contrario lo confiscaremos y agentes uniformados desmantelaran este pequeno nido, trastornando seriamente a su pequena familia.
Eisler asintio bruscamente; Dudley se reclino en la silla, cuyas patas crujieron bajo su peso. Mal vio una caja de panuelos de papel en el antepecho de la ventana, la cogio y la puso en las rodillas de Eisler. Eisler se aferro a la caja.
– Nos llevaremos el diario -determino Mal-, y por el momento nos olvidaremos de Minear. Una pregunta general. ?Alguna vez ha oido a una de las personas que nos interesan abogar por el derrocamiento del gobierno estadounidense por las armas?
Dos gestos negativos. Eisler agacho la cabeza mientras se le secaban las lagrimas.
– No como pronunciamiento formal, sino la declaracion de este proposito -explico Mal.
– Todos lo deciamos por furia, pero no significaba nada.
– El gran jurado decidira que significaba. Sea especifico. Quien lo dijo, y cuando.
Eisler se seco la cara.
– Claire decia «El fin justifica los medios» en los mitines. Reynolds afirmaba que el no era hombre violento, pero que empunaria las armas si teniamos que enfrentarnos a los patrones. Los mexicanos lo dijeron un millon de veces en un millon de situaciones, especialmente en la epoca de Sleepy Lagoon. Morton Ziffkin lo grito a los cuatro vientos. Era un hombre valiente.
Mal tomo nota pensando en la UAES y los estudios.
– ?Y la UAES? ?Como se relacionaba con el Partido y las demas organizaciones a que pertenecian usted y los demas?
– La UAES se fundo cuando yo estaba fuera del pais. Los tres mexicanos habian encontrado empleo como tramoyistas y reclutaron miembros, al igual que Claire de Haven. Su padre habia respaldado intereses creados de