– Vamos a crucificar a Lenny -dijo.
Lo encontraron solo, escribiendo a maquina en el patio trasero. El repiqueteo de la maquina los llevo hasta un hombre gordo con camisa hawaiana y pantalones caqui que tecleaba una antigua Underwood. Mal lo miro a los ojos y supo que no seria un sujeto facil.
Dudley le mostro su identificacion.
– ?El senor Leonard Rolff?
El hombre se calo las gafas y examino la insignia.
– Si. ?Son ustedes policias?
– Trabajamos para la Fiscalia de Distrito -dijo Mal.
– Pero ?son policias?
– Somos investigadores de la Fiscalia.
– Si, son policias, no abogados. ?Nombre y rango?
Mal penso en su articulo en la prensa y supo que no tenia otra salida.
– Soy el teniente Considine, y mi companero es el teniente Smith.
Rolff sonrio.
– Quienes recientemente lamentaron la disolucion de ese gran jurado, el cual supongo ya esta de nuevo en marcha. La respuesta es no, caballeros.
Mal se hizo el tonto.
– ?No que, senor Rolff?
Rolff miro a Dudley, como si supiera que era el mas temible.
– No, no dare informacion sobre miembros de la UAES. No, no respondere a preguntas acerca de mi pasado politico ni del pasado de amigos o conocidos. Si me presentan una citacion, sere testigo hostil y me refugiare en la Quinta Enmienda, y estoy dispuesto a ir a la carcel por desacato. No dire nombres.
Dudley le sonrio.
– Respeto a los hombres con principios, por equivocados que esten. Caballeros, ?me excusan un instante? He olvidado una cosa en el coche.
La sonrisa era escalofriante. Dudley salio, Mal se dedico a distraer a Rolff.
– Aunque no lo crea, estamos a favor de la izquierda americana legitima y no comunista.
Rolff senalo el papel que tenia en la maquina.
– Si alguna vez fracasa como policia, podra hacer carrera como comediante. Igual que yo. Los fascistas desbarataron mi carrera de guionista, ahora escribo novelas historicas romanticas con el pseudonimo Erica St. Jane. Mi editor conoce mis opiniones politicas y no le importan. Tambien las conoce el jefe de mi esposa, quien tiene un puesto confirmado en la Universidad Estatal de California. No pueden amenazarnos.
Aunque quiza ciertas mujeres si serian una amenaza.
Lenny Rolff siguio trabajando en la pagina 399 de
– Bendiceme, padre, pues he pecado. Nunca me confese por ultima vez, pues soy judio. Rectificare de inmediato esa situacion, monsenores Smith y Considine, mis confesores.
Mal se volvio y vio que Dudley empunaba una serie de fotografias; Rolff termino de mecanografiar un parrafo y lo miro. Dudley le planto una instantanea en la cara.
– No -dijo Rolff con calma. Mal se acerco y echo un vistazo a la foto.
Era una imagen borrosa en blanco y negro, una adolescente desnuda con las piernas abiertas. Dudley leyo el dorso: «Para Lenny. Fuiste el mejor. Con el amor de Maggie, Minnie Robert's Casbah, 19 de enero de 1946.»
Mal contuvo el aliento; Rolff se levanto, miro a Dudley de hito en hito y dijo con voz firme:
– No. Mi esposa y yo nos hemos perdonado mutuamente nuestras pequenas indiscreciones. ?Cree que de lo contrario dejaria las fotos en el escritorio? No. Ladron. Parasito fascista. Cerdo irlandes.
Dudley tiro las fotos a la hierba. Mal le hizo la sena de no golpear. Rolff se aclaro la garganta y escupio a Dudley en la cara. Mal jadeo; Dudley sonrio, tomo una pagina manuscrita y se limpio el escupitajo.
– Si, porque la bella Judith no sabe nada acerca de la bella Sarah y la gonorrea que usted le contagio, y acabo de confirmar donde se curo usted. Terry Lux lleva registros meticulosos, y ha prometido colaborar conmigo si usted decide lo contrario.
– ?Quien se lo dijo?-pregunto Rolff, aun con voz firme.
Dudley hizo una sena: «Transcripcion literal.»
– Reynolds Loftis, bajo mucha menos presion de la que usted acaba de sufrir.
Mal reflexiono sobre esta maniobra: si Rolff se ponia en contacto con Loftis, todos los interrogatorios clandestinos quedarian comprometidos, la UAES cerraria la entrada a nuevos miembros por temor a la infiltracion y Danny Upshaw fracasaria. Saco pluma y libreta, cogio una silla y se sento. Dudley uso su recurso tipico.
– Si o no, senor Rolff. Deme su respuesta.
Las venas palpitaron en la frente de Leonard Rolff.
– Si -acepto.
– Fantastico -dijo Dudley.
Mal escribio L. Rolff, 8/1/50 en la parte superior de una pagina en blanco. El interrogado se calo las gafas.
– ?Testimonio publico?
Mal respondio.
– Mas probablemente declaracion escrita. Empezaremos por…
Dudley alzo la voz por primera vez.
– Permiteme encargarme de este testigo, por favor.
Mal asintio e hizo girar la silla, apoyando la libreta en el respaldo.
– Usted sabe por que estamos aqui -empezo Dudley-, asi que vamos al grano. La influencia comunista en el mundo del cine. Nombres, fechas, lugares y palabras sediciosas que se dijeron. Como estoy seguro de que usted piensa mucho en el, empezaremos con Reynolds Loftis. ?Alguna vez le oyo abogar por la revuelta armada contra el gobierno de Estados Unidos?
– No, pero…
– Denos cualquier informacion que tenga, a menos que yo especifique lo contrario. ?Tiene algun dato importante sobre Loftis?
– Adaptaba los personajes policiacos para que la policia quedara mal parada en el cine -jadeo Rolff-. Decia que esa era su contribucion para erosionar el sistema americano de jurisprudencia. -Una pausa, luego-: Si testifico en un tribunal, ?tendra el la oportunidad de hablar sobre Sarah y yo?
Mal respondio mintiendo a medias.
– Es muy improbable que comparezca como testigo, y si intenta dar esa informacion, el juez lo detendra a los dos segundos. Esta usted a salvo.
– Pero fuera del tribunal…
– Fuera del tribunal usted esta solo -replico Dudley-. Tendra que confiar en que Loftis no repita la historia para no verse rechazado.
– Si Loftis les dijo eso, debio de colaborar bastante. ?Por que necesitan informacion en su contra?
Dudley, alerta:
– Loftis informo sobre usted hace meses, cuando pensabamos que nuestra investigacion no se centraria en la UAES. Francamente, con los recientes problemas laborales, la UAES representa un blanco mucho mas atractivo. Y con sinceridad, usted y los demas eran demasiado intrascendentes para que nos tomasemos la molestia.
Mal echo un vistazo y vio que Rolff lo creia: habia distendido los hombros y habia dejado de entrelazarse las manos. Rolff hizo una pregunta directa:
– ?Como se que no haran lo mismo conmigo?
– Este gran jurado esta constituido oficialmente -intervino Mal-, y a usted se le dara inmunidad, algo que nunca ofrecimos a Loftis. Lo que dijo el teniente Smith sobre los problemas laborales es cierto. Es ahora o nunca,