y tenemos que actuar ahora.

Rolff le clavo los ojos.

– Admite usted su oportunismo con tanto descaro que no me queda mas remedio que creerle.

Dudley rio.

– Hay una diferencia entre nuestro bando y el de usted. Nosotros tenemos razon, ustedes estan equivocados. Volvamos a Reynolds Loftis. Deliberadamente presentaba a los policias americanos como misantropos, ?no es asi?

Mal continuo transcribiendo. Rolff asintio.

– ?Puede recordar cuando dijo eso?

– En alguna fiesta.

– ?Una fiesta del Partido?

– No. No, creo que fue en una fiesta durante la guerra, una fiesta de verano.

– ?Estaba presente alguna de estas personas? ?Hicieron algun comentario sedicioso? Claire de Haven, Chaz Minear, Morton Ziffkin, Sammy Benavides, Juan Duarte, Mondo Lopez.

– Creo que Claire y Morton estaban alli, pero Sammy, Juan y Mondo estaban en la Comision de Sleepy Lagoon en ese momento.

– De forma que esto sucedio en el verano del 43 -dijo Mal-. El momento en que el Comite de Defensa de Sleepy Lagoon estaba en lo mas algido de su campana.

– Si. Si, eso creo.

– Piense, camarada -continuo Dudley-. Minear se acostaba con Loftis. ?Estaba alli y vociferaba discursos?

Mal siguio transcribiendo, reduciendo la verborrea de Dudley a preguntas simples; Rolff puso fin a una larga pausa.

– Lo que recuerdo de esa fiesta es que fue mi ultimo contacto social con la gente que usted menciono hasta que volvi a entablar amistad con Reynolds en Europa hace unos anos. Recuerdo que Chaz y Reynolds habian renido y que Reynolds no lo llevo a esa fiesta. Despues de la fiesta vi a Reynolds fuera, junto a su coche, hablando con un joven con vendajes en la cara. Tambien recuerdo que mi circulo de amigos politicos estaba involucrado en lo de Sleepy Lagoon y se enfadaron cuando acepte un trabajo en Nueva York que me impedia unirme a ellos.

– Hablemos de Sleepy Lagoon -dijo Dudley.

Mal penso en su nota a Loew: ese episodio no debia llegar al gran jurado. Era un veneno politico que favorecia la imagen de los rojos.

– Crei que usted queria que hablara sobre Reynolds -objeto Rolff.

– Una pequena digresion. Sleepy Lagoon. Todo un acontecimiento, ?verdad?

– Los muchachos que arresto el Departamento de Policia eran inocentes. Ciudadanos apoliticos se unieron a la izquierda para lograr que los liberaran. En ese sentido, constituyo un gran acontecimiento.

– Esa es su interpretacion, camarada. Yo tengo otra opinion, pero tiene que haber de todo en el mundo.

Rolff suspiro.

– ?Que quiere saber?

– Cuenteme sus recuerdos de esa epoca.

– Yo estaba en Europa durante el juicio, las apelaciones y la liberacion de esos muchachos. Recuerdo el homicidio, que sucedio el verano anterior, creo que en el 42. Recuerdo la investigacion policial, el arresto de los muchachos, la irritacion de Claire de Haven, que se dedico a recaudar fondos. Recuerdo haber pensado que ella brindaba sus favores a sus muchos pretendientes latinos, y que esa era una de las razones por las cuales la causa significaba tanto para ella.

Mal intervino en busca de precisiones, preguntandose por que Dudley habia atacado desde ese flanco.

– En esas recaudaciones, ?habia jerarcas del PC?

– Si.

– Pronto tendremos algunas fotos de Sleepy Lagoon. Se le pedira que nos ayude a identificar a algunas personas.

– Entonces, ?hay mas?

Dudley encendio un cigarrillo y le indico a Mal que dejara de escribir.

– Esta es una entrevista preliminar. Un funcionario de la ciudad y un representante del tribunal pasaran dentro de pocos dias con una larga lista de preguntas especificas sobre personas especificas. El teniente Considine y yo prepararemos las preguntas, y si estamos satisfechos con las respuestas le enviaremos por correo un certificado de inmunidad oficial.

– Entonces, ?han terminado por ahora?

– Todavia no. Volvamos un instante a Sleepy Lagoon.

– Pero ya le he dicho que en aquella epoca estaba en Nueva York. Estuve ausente durante la mayoria de las protestas.

– Pero usted conocia a muchos integrantes del Comite. Duarte, Benavides y Lopez, por ejemplo.

– Si. ?Y que?

– Ellos fueron los que mas fervientemente alegaron que los pobres y perseguidos mexicanos recibieron un trato injusto, ?verdad?

– Si. Sleepy Lagoon desencadeno disturbios y el Departamento de Policia perdio la chaveta. Mataron a varios mexicanos a golpes, y Sammy, Juan y Mondo ansiaban manifestar su solidaridad a traves del Comite.

Mal hizo girar la silla y observo. Dudley efectuaba un rebuscado sondeo haciendo gala de una enorme dosis de retorica. No era su estilo.

– Si eso le parece tendencioso, lo lamento. Es simplemente la verdad -declaro Rolff.

Dudley hizo un ruido despectivo.

– Siempre me sorprendio que los comunistas y esos presuntos ciudadanos comprometidos nunca senalaran un asesino responsable de la muerte de Jose Diaz. Ustedes son los maestros del chivo expiatorio. Lopez, Duarte y Benavides eran miembros de bandas y probablemente conocian a muchos malhechores blancos a quienes culpar. ?Alguna vez lo discutieron?

– No. Lo que usted dice es incomprensible.

Dudley le guino el ojo a Mal.

– Mi colega y yo sabemos que no es asi. Veamos. ?Los tres mexicanos u otros miembros del Comite expusieron teorias serias acerca de quien habia matado a Jose Diaz?

– No -respondio Rolff, apretando los dientes.

– ?Y el PC? ?Sugirio algun posible chivo expiatorio?

– Ya le he dicho que no, estuve en Nueva York durante casi todo el episodio.

Dudley, arreglandose el nudo de la corbata y apuntando un dedo hacia la calle, dijo:

– Malcolm, ?alguna pregunta mas para el senor Rolff?

– No -dijo Mal.

– Nada sobre nuestra bella Claire?

Rolff se levanto, pasandose la mano por el cuello como si no viera el momento de librarse de los inquisidores y darse un bano; Mal volco la silla al ponerse en pie. Busco un comentario ingenioso pero no se le ocurrio ninguno.

– No.

Dudley permanecio sentado, sonriendo.

– Senor Rolff, necesito los nombres de cinco camaradas, gente que conozca bien el monopolio de cerebros de la UAES.

– No -sentencio Rolff-. Declaradamente no.

– Por ahora me conformare con los nombres, al margen de los recuerdos intimos que usted pueda brindarnos dentro de unos dias, cuando un colega nuestro haya realizado las investigaciones pertinentes. Los nombres, por favor.

Rolff hundio los pies en la hierba, apreto los punos.

– Hablele a Judith de Sarah y de mi. No le creera.

Dudley saco un papel del bolsillo interior de la chaqueta.

– Once de mayo de 1948. «Querido Lenny. Te echo de menos y quisiera que estuvieras dentro de mi a pesar de tu enfermedad. Sigo pensando que por supuesto tu no sabias que la tenias y que conociste a esa prostituta

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