– Lo molio a golpes y ordeno a Fritzie que se lo llevara al otro lado de la frontera estatal, advirtiendole que no volviera nunca. Meeks, ?que es esto? No te aguanto cuando estas asi.

Buzz la apoyo contra la puerta, la clavo alli y le puso las manos en la cara, apretandola. Se le ablandaron las manos cuando vio que ella no se resistia.

– Le estas robando a Mickey porque crees que no lo descubrira, y que si te descubriera no te haria dano, y ahora yo soy quien tiene que protegerte porque eres una condenada tonta que no sabe con quien se acuesta y estoy loco por ti, asi que sera mejor que te enteres porque si Mickey te hace dano liquidare a ese condenado y a sus condenados matones judios e italianos…

Callo cuando Audrey empezo a gemir tratando de decir algo. Le acaricio el pelo, encorvandose para escuchar mejor. Las fuerzas le abandonaron cuando oyo:

– Yo tambien te quiero.

Hicieron el amor en el desnudo vestibulo, en el dormitorio, bajo la ducha. Buzz arranco la cortina sin querer y Audrey admitio que tambien regateaba dinero en los articulos de bano. Buzz le dijo que consultaria a un ex contable de Dragna que conocia y le indicaria como arreglar los libros de Mickey o buscaria el modo de echarle la culpa a un inexistente apostador que no habia pagado su deuda. Ella dijo que dejaria de robar, que se comportaria, que invertiria en bolsa como si fuera una mujer normal que no follaba con hampones ni con recaudadores que combatian a los rojos. Buzz dijo «Te amo» cincuenta veces para retribuir el hecho de que ella lo habia dicho primero; averiguo su talla para despilfarrar la paga de su trabajo en ropa para ella; se lamieron el sexo mutuamente para sellar un pacto: no debian mencionar a Mickey a menos que fuera absolutamente necesario, no debian hablar del futuro ni de la ausencia de futuro. Dos citas por semana en las guaridas de Howard era el limite, la casa de el o la de ella seria como un regalo de vez en cuando, aparcando los coches donde los chicos malos no los vieran. No saldrian juntos, no viajarian juntos, no contarian a nadie que eran amantes. Buzz le pidio que hiciera el numero de las borlas; Audrey le complacio y luego se puso el atuendo de strip-teaser y toda la ropa que tenia. Buzz penso que si en vez de apostar se gastaba el dinero en ropa para Audrey nunca se aburriria de estar escondido con ella: podia desnudarla, hacerle el amor, mirar como se vestia de nuevo. Penso que si quedaban escondidos para siempre le contaria toda su historia, incluyendo las partes desagradables, pero la contaria despacio, para que Audrey llegara a conocerlo en vez de asustarse y echar a correr. Buzz hablo sin parar, Audrey hablo sin parar; el menciono el perro doberman que habia matado al irrumpir en un aserradero de Tulsa en 1921, y ella no se inmuto. Hacia el alba, Audrey se adormilo y Buzz empezo a pensar en Mickey y se asusto. Penso en cambiar el coche de lugar, pero no quiso mover a su leona, que le apoyaba la cabeza en la clavicula. El miedo se agudizo, asi que bajo la mano, cogio su 38 y la puso bajo la almohada.

21

La sala de espera del manicomio tenia mesas y sofas de plastico de colores sedantes: verde claro, azul claro, amarillo claro. Las paredes exhibian obras de arte hechas por los locos: pinturas con dedos y dibujos colectivos que representaban a Jesucristo, Joe DiMaggio y Franklin D. Roosevelt. Danny espero a Cyril «Cy» Vandrich vestido con la indumentaria de Ted Krugman: pantalones holgados, camisa de algodon, botas de motociclista con tacones de acero y cazadora de cuero de aviador. Habia pasado casi toda la noche estudiando el guion de Mal Considine; habia pasado el dia anterior haciendo averiguaciones sobre Duane Lindenaur y George Wiltsie, recorriendo tugurios del Valle sin obtener mas que la incomoda sensacion de que los dos eran bazofia homosexual. Habia sido un alivio adoptar el papel de Ted. En la entrada de Camarillo el guardia habia observado con recelo su atuendo y las matriculas neoyorquinas, dudando de que fuera policia. Le habia pedido la insignia y habia llamado a Hollywood Oeste para confirmarlo. Hasta ahora, Upshaw como Krugman era un exito. Esa tarde, en el piquete, afrontaria la prueba de fuego.

Un enfermero entro con un hombre de unos treinta anos con ropa caqui, un individuo bajo y flaco de caderas anchas, ojos grises y hundidos. Un rizo castano y grasiento le cubria la frente. El ordenanza dijo «Es el» y salio; Vandrich suspiro.

– Esto es una farsa. Tengo contactos en la centralita, y la operadora me dijo que se trata de asesinatos. No soy asesino. Los musicos de jazz son vuestras victimas. Hace anos que tratais de crucificar a Bird, ahora me quereis a mi.

Danny, sin perder la calma, evaluo a Vandrich consciente de que este hacia lo mismo.

Te equivocas. Esto es por Felix Gordean, Duane Lindenaur y George Wiltsie. Se que no eres un asesino.

Vandrich se desplomo en una silla.

– Felix es una obra de arte, no tengo idea de quien es Duane no-se-cuanto, y George Wiltsie se ponia relleno en la entrepierna para impresionar a todos los maricones ricos de las fiestas de Felix. ?Y por que vas vestido de hombre malo? ?Crees que asi me haras hablar? Es una imagen barata, y hace tiempo que deje de creer en ella.

Danny penso: Listo, experimentado, tal vez conoce el juego. La alusion al «hombre malo» causo su efecto. Danny se acaricio las mangas de la cazadora, disfrutando de la suavidad de cuero.

– Los tienes confundidos, Cy. No saben si estas loco o no.

Vandrich sonrio. Movio burlonamente la cadera.

– ?Crees que soy un impostor?

– Se que lo eres, y se que los jueces del Tribunal de Delitos Menores se cansan de dar a los mismos personajes noventa dias aqui cuando podrian acusarlos de robo y endilgarles una buena sentencia. Una sentencia en San Quintin. Alli dentro no te piden nada, toman lo que quieren.

– Y sin duda sabes bastante sobre el particular, a pesar de tu dura vestimenta de cuero.

Danny se entrelazo las manos sobre la nuca. Sintio la caricia del cuello de piel de la cazadora.

– Necesito saber que sabes sobre George Wiltsie y Felix Gordean, y que sabe Gordean sobre ciertas cosas. Si colaboras, siempre tendras sentencias de noventa dias. Si me jodes el negocio, el juez recibira una carta diciendo que has ocultado pruebas en un caso de triple homicidio.

Vandrich rio entre dientes.

– ?Asesinaron a Felix?

– No. Wiltsie, Lindenaur y un trombonista llamado Martin Goines, que usaba el apodo «Cuerno de la Abundancia». ?Has oido hablar de el?

– No, pero soy trompetista y me llamaban los Labios del Extasis. Tiene doble sentido, por si no lo has captado.

Danny festejo la ocurrencia.

– Cinco segundos o le escribo al juez.

Vandrich sonrio.

– De acuerdo, polizonte. Incluso te hare una observacion preliminar gratuita. Pero quiero hacerte una pregunta. ?Felix te hablo de mi?

– Si.

Vandrich hizo un pequeno numero, cruzando las piernas y moviendo afectadamente las manos: el maricon convertido en mujercita para someterse a la autoridad. Danny empezo a sudar. Su disfraz de izquierdista era caluroso, excesivo.

– Habla de una vez -apremio Danny.

Vandrich se calmo.

– Conoci a Felix durante la guerra, cuando yo me hacia el loco para que no me alistaran. Represente esa comedia en todas partes. Entonces vivia de una herencia, me daba la gran vida. Iba a las fiestas de Felix y una vez sali con Georgie; Felix penso que yo estaba chiflado. Asi que si te mando a verme, tal vez te tomaba el pelo. Esta es mi observacion preliminar gratuita.

Y la confirmacion de lo que el instinto le decia sobre Gordean: ese alcahuete no podia respirar sin hacer un calculo, lo cual significaba que estaba ocultando algo.

– Muy bien -dijo Danny.

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