Se zafo y siguio caminando y gritando segun las indicaciones del guion; segun lo establecido, el jefe del piquete se le acerco y le endilgo un sermon de advertencia, llamo a Al y Jerry, para que todos se dieran la mano como ninos en el patio de la escuela, ante la mirada de un grupo de izquierdistas anemicos. Los tres actuaron huranamente, el jefe del piquete volvio deprisa al camion y Danny vio que hablaba con el que repartia cafe -el infiltrado de la UAES- y senalaba con el pulgar el pequeno incidente en que acababa de arbitrar.

– No remolonees, Krugman -espeto Al.

Jerry mascullo epitetos anticomunistas, Danny alego que el formaba «parte del pueblo», un discurso en verdadero estilo Krugman por si los malos estaban escuchando, un material que Considine habia descubierto en un viejo informe del Escuadron Anticomunista de la policia neoyorquina: sindicatos de obreros de la confeccion machacando cabezas como salvajes mientras los «jefes» de ambos lados se desentendian de sus subalternos. Danny suplico a los filisteos Al y Jerry que comprendieran por que hablaba asi; ellos sacudieron la cabeza y se alejaron, asqueados de trabajar junto con una traidora rata comunista.

Danny marcho, letrero en alto, gritando «?FUERA ROJOS!», diciendolo en serio, pero saboreando la pelota que acababa de lanzar. Su Camara Humana empezo a funcionar, todo parecia contenido y controlado, como si acabara de tomarse sus cuatro copas de rigor y no quisiera una quinta, como si hubiera nacido para esto y el baile de maricas en el apartamento de Gordean no le afectara en lo mas minimo. Era un caos en el vacio: te empujaban hacia la picadora de carne y reias mientras te trituraban. Transcurrio el tiempo; Al y Jerry pasaron junto a el: una, dos, tres veces, mascullando palabrotas. En la cuarta ronda venian con el instructor de la Academia, una letrina de ladrillo cerrandole el paso, plantandole los dedos en el pecho. Esa mole improviso a partir del guion de Considine:

– ?Asi que este es un comunista duro? A mi me parece una mujercita debil.

Y luego susurro algo que no figuraba en el guion:

– Actua bien, bazofia del condado.

Danny improviso. Retorcio los dedos de esa mole hasta romperselos. El hombre aullo y solto un gancho de izquierda, Danny ataco arrojandole punetazos al plexo solar. El instructor de la Academia se arqueo, Danny le propino un taconazo de acero en los testiculos, lanzandolo contra el piquete de la UAES.

Cundieron los gritos; sonaron silbatos. Danny recogio un cartel y se dispuso a arrojarlo contra la cabeza de su coprotagonista. Luego lo rodearon uniformes azules y porras que lo derribaron a golpes. Una y otra vez lo tumbaron y lo levantaron, y al fin lo tumbaron y lo patearon. Se desmayo, luego sintio sabor a sangre y acera. Unas manos lo levantaron y se encontro frente a Norman Kostenz, identico a la foto que le habia dado Mal Considine, un tipo amistoso que le decia:

– Ted Krugman, ?eh? Creo que he oido hablar de ti.

La hora siguiente paso con una celeridad de camara rapida.

El afable Norman lo ayudo a limpiarse y lo llevo a un bar del Boulevard. Danny se recupero pronto de los golpes. El dolor le palpitaba en el trasero, los dientes flojos, los costados. Los policias de uniforme tenian que haber sabido del plan de Considine y habian improvisado, de lo contrario le habrian partido la cabeza en serio. El guion indicaba que interrumpieran la trifulca, separaran a los combatientes y propinaran algunos golpes menores antes de distanciarlos. Obviamente habian seguido su propia iniciativa, y las patadas y su caida en la alcantarilla eran una improvisacion, una represalia por haberse ensanado con uno de los suyos. Ahora la pregunta era como reaccionaria «Llamame Mal» por el dano que habia causado. A fin de cuentas, el habia estado en el Departamento de Policia.

En el bar las preguntas lo obligaron a ser Ted Krugman, sin tiempo para pensar en las consecuencias.

Norm Kostenz le tomo una foto para tener un recuerdo de la pelea y lo alabo, un adorador de los duros; Danny empezo a ser Ted bebiendo una cerveza y una copa doble, fingiendo que rara vez bebia, que era solo para aliviar sus huesos machacados por los fascistas. El alcohol sirvio de ayuda: le calmo ese dolor ardiente y le hizo mover los hombros para aliviar los calambres que vendrian despues. Despues del trago se sintio mejor, orgulloso de su representacion; Kostenz comento que Jukey Rosensweig solia hablar de el y de Donna Cantrell. Danny represento una escena de dolor sobre Donna, valiendose de ella para cubrir sus anos de inactividad: el profesor Cantrell convertido en un vegetal, su amada Donna muerta por culpa de los fascistas, el demasiado aturdido por el dolor para organizar, protestar o contraatacar. Kostenz insistio. Quiso saber que habia hecho desde el suicidio de Donna, Danny le ofrecio un combinado Upshaw-Krugman: robos de coches reales efectuados por un imaginario Ted el Rojo, falsas fugas a la Costa Este. El afable Norm se lo trago todo, un buen plato fuerte; pidio una segunda ronda de tragos y le hizo preguntas sobre el conflicto del sector de la confeccion, la Liga Robeson, los comentarios que habia hecho Jukey. Danny paso la prueba sin problemas: nombres e imagenes cedidas por Considine, largos discursos ensalzando las virtudes de diversos izquierdistas, salpimentadas con rasgos de agentes y personas de San Berdoo que habia conocido en la realidad. Kostenz lamio el plato y pidio mas, Danny subio al cielo. Se le habian calmado los dolores, y se acariciaba las mangas de la cazadora como si fueran su segunda piel. Combino historias inventadas con datos de Considine: un largo discurso sobre su perdida de fe politica, la constante seduccion de mujeres comunistas, basada en las fotos de Mal, su larga odisea a traves del pais. El autodesprecio y la curiosidad lo habian llevado al piquete de los Transportistas, aunque ahora sabia que nunca podria ser un maton fascista: queria trabajar, pelear, organizar, ayudar a la UAES a terminar con la explotadora tirania de los duenos de los estudios. Casi sin aliento, Norm Kostenz escucho, se levanto y dijo:

– Puedes reunirte conmigo y nuestra supervisora? Manana a mediodia en El Coyote, en Beverly.

Danny se levanto tambaleandose. Supo que era mas por su actuacion, merecedora de un Oscar, que por el alcohol y la paliza. Dijo «Alli estare» y se cuadro como el tio Stalin en un noticiario que habia visto.

Danny regreso a su apartamento, se cercioro de que sus archivos y fotos estaban en su escondrijo, se dio una ducha caliente y se puso arnica en los cardenales que se le empezaban a formar en la espalda. Desnudo, ensayo un dialogo con Claire de Haven frente al espejo del cuarto de bano, luego se puso su atuendo izquierdista: pantalones de lana, cinturon de piel, camiseta, botas, cazadora de piel. Ted Krugman pero policia. Se admiro a si mismo en el espejo, luego se dirigio al Strip.

Anochecia y el crepusculo oscurecia los nubarrones bajos. Danny aparco en Sunset frente a la agencia Felix Gordean, se hundio en el asiento empunando los binoculares y escudrino la casa. Era un edificio de una planta: gris, estilo frances rustico, ventanas con persianas, arcada, letras art deco de bronce sobre el buzon. Al lado habia un garaje con la entrada iluminada por las luces del techo. Habia tres coches aparcados dentro; Danny entorno los ojos y anoto tres matriculas de California del 49: DB 6841, GX 1167, QS 3334.

Cayo la noche, Danny fijo los ojos en la entrada. A las cinco y media un blanco de unos veinticinco anos salio, subio al Ford verde GX 1167 y se marcho. Danny anoto una descripcion del coche y del hombre, luego siguio observando. A las seis menos cuarto llego un La Salle blanco de la preguerra, California, 1949, TR 4191; un latino joven y apuesto con chaqueta y pantalones holgados se apeo, llamo al timbre y entro en la agencia. Danny tomo nota, siguio observando, vio que dos hombres mayores de pelo oscuro con traje de ejecutivo salian, caminaban hasta el garaje y subian al DB 6841 y al QS 3334, arrancaban y se marchaban por Sunset en direcciones opuestas. El latino salio diez minutos despues; Danny redondeo la descripcion de esos hombres. Ninguno se parecia al sospechoso.

El tiempo paso lentamente, Danny se quedo pegado al asiento. Apestaba a unguento y volvia a sentir los musculos doloridos. A las seis y cuarto un Rolls-Royce entro en el garaje; un hombre con traje de chofer se apeo, llamo al timbre de la agencia, hablo por el interfono, cruzo la calle y se perdio de vista. En el interior de la casa se apagaron las luces. Solo una ventana quedo iluminada.

Danny penso: el chofer de Gordean ha dejado el coche, tal vez no vengan mas «clientes». Vio una cabina telefonica en la esquina, camino hasta alli, inserto una moneda en la ranura y llamo a Circulacion por la linea policial.

– ?Si? ?De parte de quien?

Danny observo la unica luz encendida del edificio.

– Agente Upshaw, Hollywood Oeste. Deprisa.

– Andamos un poco atrasados con los registros de vehiculos -dijo el operador.

– Esta es la linea policial, no la Central de Circulacion. Soy un detective de homicidios, asi que dese prisa.

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