– ?Era?
Danny sabia que Kostenz le habia contado la historia a Claire, pero le siguio el juego.
– Si, era. Soy un viudo del HUAC, Claire. Las otras mujeres no eran…
– Ella -completo Claire.
– Exacto. No eran ella. No eran fuertes, ni dedicadas, ni…
– Ni ella.
Danny se echo a reir.
– Si, ni ella. Maldita sea, me siento como un disco rayado.
Claire rio.
– Te haria una replica incisiva sobre los corazones rotos, pero me pegarias.
– Solo aporreo fascistas.
– ?No eres duro con las mujeres?
– No es mi estilo.
– A veces es el mio.
– Me dejas boquiabierto.
– Lo dudo.
Danny termino la copa.
– Claire, quiero trabajar para el sindicato, pero haciendo algo mas que sacarles dinero a unas ancianas.
– Tendras tu oportunidad. Y no son ancianas… a menos que pienses que una mujer de mi edad lo es.
Una apertura magnifica.
– ?Cuantos anos tienes? ?Treinta y uno, treinta y dos?
Claire eludio el cumplido con una carcajada.
– Muy diplomatico. ?Cuantos tienes tu?
Danny trato de recordar la edad de Ted Krugman, y quiza tardo demasiado.
– Veintiseis.
– Bien, yo soy demasiado vieja para los chicos y demasiado joven para los gigolos. ?Que te parece esa respuesta?
– Evasiva.
Claire rio y acaricio el cenicero.
– Cumplire cuarenta en mayo. Asi que gracias por tu apreciacion.
– Fue sincera.
– No, no lo fue.
Tenia que abordarla ahora, regresar temprano a la oficina.
– Claire, ?tengo credibilidad politica para ti?
– Si, la tienes.
– Entonces hay otra cuestion. Me gustaria verte, al margen de nuestro trabajo para el sindicato.
La cara de Claire se ablando; Danny sintio el impulso de abofetear a la zorra para que se enfureciera y fuera una enemiga digna.
– Lo digo en serio -insistio. Joven Sincero y Directo, version comunista.
– Ted, estoy comprometida -objeto Claire.
– No me importa -dijo Danny.
Claire metio la mano en la cartera, saco una tarjeta perfumada y la puso en la mesa.
– Al menos deberiamos conocernos mejor. Unos cuantos miembros del sindicato se reuniran esta noche en mi casa. ?Por que no vienes para el final del mitin y saludas a todos? Luego, si te apetece, podemos pasear y conversar.
Danny guardo la tarjeta y se levanto.
– ?A que hora?
– A las ocho y media.
Llegaria temprano; puro policia, puro empeno.
– Esperare ansiosamente.
Claire de Haven habia recobrado la compostura y mostraba una expresion digna.
– Tambien yo.
Krugman volvio a ser Upshaw.
Danny se dirigio al cuartel de Hollywood, aparco a tres calles de distancia y camino. Mike Breuning lo recibio sonriendo en la puerta de la sala de reuniones.
– Me debes una, agente.
– ?Por que?
– Estan siguiendo a los sujetos de tu lista. Dudley lo autorizo, asi que tambien le debes una a el.
Danny sonrio.
– Ya lo creo. ?Quienes son? ?Les dio usted mi numero?
– No. Son lo que llamarias muchachos de Dudley. Ya sabes, gente de la Oficina de Homicidios que Dudley crio desde que eran novatos. Son listos, pero solo responden a el.
– Breuning, esta investigacion es mia.
– Lo se, Upshaw. Pero tienes suerte de contar con los hombres que tienes, y Dudley tambien trabaja en la investigacion del gran jurado, asi que quiere que estes contento. Da gracias a tu suerte. No tienes rango y estas a cargo de siete hombres. Cuando yo tenia tu edad, arrestaba vagabundos en calles miseras.
Danny entro en la sala de reuniones. Sabia que Breuning tenia razon, pero aun asi estaba irritado. Habia policias de paisano y de uniforme dando vueltas, riendose por algo que habia en el panel de novedades. Danny miro por encima del hombro de los demas y vio una nueva caricatura, peor que la que habia arrancado Jack Shortell.
Mickey Cohen, colmillos, gorro judio y una gigantesca ereccion, penetrando el trasero de un hombre con uniforme del Departamento del sheriff. Los bolsillos del agente desbordaban de dolares; el globo de Cohen decia: «?Sonrie, carino! ?Mickey C. te la da
Danny se abrio camino y arranco la obscenidad de la pared; dio media vuelta, se enfrento a un contingente de policias hostiles e hizo trizas el pedazo de cartulina. Los policias abrieron la boca, se calmaron y lo miraron fijamente. Gene Niles se abrio paso entre ellos y se enfrento a Danny.
– Hable con un tipo llamado Leo Bordoni -espeto-. No se decidia a cantar, pero note que lo habian interrogado antes. Creo que usted le echo el guante, y creo que fue en el apartamento de Goines. Cuando le describi el lugar, me parecio que el ya habia estado alli.
Excepto por Niles, la sala era un borron.
– Ahora no, sargento -dijo Danny severamente, la voz de la autoridad.
– Al demonio con eso. Creo que usted se entrometio en mi jurisdiccion. Se que usted no recibio esa noticia por la radio e intuyo de donde la consiguio. Si puedo probarlo, esta usted…
– Ahora no, Niles.
– Al demonio con eso. Yo tenia un buen caso de asalto en marcha hasta que aparecio usted con esos maricas. ?Usted esta obsesionado con los invertidos, no se los puede sacar de la cabeza, y tal vez sea un maldito maricon!
Danny ataco. Rapidas izquierdas y derechas, punetazos rapidos que le dieron de lleno a Niles, le destrozaron la cara sin detenerle el cuerpo. Los policias hostiles se alejaron. Danny lanzo un gancho al vientre, Niles lo esquivo y le lanzo un
Krugman-Upshaw-Krugman.