– Cuentame como anda tu otro trabajo -le pidio.

Danny movio los ojos, mirando las mesas vecinas, demorandose en los parroquianos de la barra antes de volverse hacia Mal.

– Despacio pero bien -respondio al fin-. Eso creo. Tengo mi propio archivo, todas las pruebas y todas mis impresiones, y eso resulta util. Tengo varias investigaciones en marcha, y hasta ahora van lentas pero seguras. Creo que me estoy acercando a las victimas, conectandolas mejor. No se trata de un psicopata que actua al azar, lo se. Si me acerco mas, tal vez necesite un senuelo para atraerlo. ?Seria posible conseguir a otro hombre?

– No -respondio Mal. Observo que Danny seguia con la mirada a dos hombres que pasaban-. No despues de tu hazana con Niles. Tienes esos cuatro hombres que te consiguio Dudley Smith…

– ?Son hombres de Dudley, no mios! Ni siquiera responden ante mi, y Mike Breuning me esta provocando. Por lo que se, el trabajo le importa un bledo.

Mal golpeo la mesa, obligando a Danny a mirarlo.

– Mirame y escucha. Quiero que te calmes y actues despacio. Estas haciendo todo lo posible en ambos casos, y al margen del episodio de Niles lo haces muy bien. Ahora has perdido un hombre, pero tienes a tu personal de seguimiento, asi que piensa que has compensado tus perdidas, recupera el control y actua como un profesional. Actua como un policia.

Danny fijo los ojos turbios en Mal.

– Agente -dijo Buzz-, ?tienes alguna pista solida sobre las victimas? ?Algun punto en comun?

El jefe miro a su subordinado.

– Un hombre llamado Felix Gordean. Es un alcahuete de homosexuales asociado con una de las victimas, y se que el asesino tiene una obsesion con el. Aun no lo he exprimido demasiado, porque soborna a Antivicio Central del condado y asegura tener influencia en el Departamento de Policia y la Fiscalia.

– Bien, yo nunca he oido hablar de el, y estoy en la cima de la Fiscalia -comento Mal-. Buzz, ?has oido hablar de ese tipo?

– Claro, jefe. Gran influencia en la ciudad, todavia mas en el condado. Un personaje escurridizo. Juega al golf con el sheriff Eugene Biscailuz, desliza unos billetes en los bolsillos de Al Dietrich cuando llegan las Navidades.

Al decir esas palabras, Mal supo que era uno de los mejores momentos de su vida.

– Exprimelo, Danny. Yo soportare la presion, y si alguien te crea problemas, tienes de tu lado al jefe de investigacion de la Fiscalia de Distrito de la ciudad de Los Angeles.

Danny se levanto, con un aspecto conmovedoramente agradecido.

– Ve a dormir, Ted. Tomate una copa a mi salud.

El senuelo se marcho, saludando a sus colegas. Buzz suspiro lentamente.

– Ese chico esta subido a la rama de un arbol y abajo hay un tipo empunando una sierra, y tu tienes mas pelotas que cerebro.

Era lo mas agradable que le habian dicho jamas.

– Sirvete otra racion de pastel, muchacho -invito Mal-. Yo pagare la cuenta.

25

Un ruido en la ventana del vestibulo, tres pasos suaves en el suelo del dormitorio.

Buzz se aparto de Audrey, busco bajo la almohada y palpo su 38, disimulando el movimiento con un suspiro. Dos pasos mas, los ronquidos de Audrey, eclipse de la luz entre las cortinas. Una figura que se acercaba a su lado de la cama, el ruido de un arma amartillada.

– Mickey, estas muerto.

Buzz arrastro a Audrey al suelo, alejandola de la voz. Un silenciador zumbo y el fogonazo alumbro a un hombre corpulento con abrigo oscuro. Audrey grito, Buzz vio que el colchon de desgarraba a unos centimetros de sus piernas. Con un solo movimiento, aferro la porra de la mesilla de noche y la lanzo contra las rodillas del hombre. El acero revestido de madera astillo huesos, el hombre trastabillo. Audrey grito «?Meeks!», un disparo desgarro la pared, otro fogonazo de medio segundo dio a Buzz una imagen. Aferro al hombre por el abrigo, lo tumbo en la cama, le tapo la cabeza con la almohada y le disparo dos veces en la cara, a quemarropa.

Las explosiones quedaron ahogadas, pero Audrey chillaba como una sirena. Buzz se le acerco y la abrazo, calmando su conmocion con sus propios temblores.

– Ve al cuarto de bano -dijo-, manten la luz apagada y la cabeza agachada. Esto era para Mickey, y si hay otro afuera, pronto entrara. Quedate agachada y tranquila.

Audrey se alejo de rodillas; Buzz fue al salon, entreabrio las cortinas y miro al exterior. Enfrente habia un sedan que el no habia visto al llegar, no habia ningun otro coche aparcado en las cercanias. Calculo que podria haber pasado.

De lejos el se parecia a Mickey, tambien conducia un Eldorado 48 verde. El dia anterior habian puesto una bomba en la casa de Mickey; este, su esposa y el bulldog habian sobrevivido. El tambien aparcaba el coche a las consabidas tres manzanas de distancia, una vigilancia chapucera habia convencido al tirador de que el era Mickey: un nativo de Oklahoma gordo y bajo en lugar de un judio gordo y bajo.

Buzz siguio mirando el sedan; no se observaba ningun movimiento ni el fulgor delator de un cigarrillo. Pasaron cinco minutos, no aparecieron policias ni mas tiradores. Buzz llego a la conclusion de que habia un solo actor en escena, regreso al dormitorio y encendio la luz.

La habitacion apestaba a cordita. La cama estaba empapada de sangre, la almohada era un manchon carmesi. Buzz la levanto y alzo la cabeza del muerto. No tenia cara, no habia agujeros de salida, todo el rojo le brotaba de los oidos. Le examino los bolsillos y los nervios lo dominaron.

Una placa del Departamento de Policia de Los Angeles y una tarjeta de identidad: sargento detective Eugene J. Niles, Escuadron Hollywood. Una tarjeta del Automovil Club, con los datos del vehiculo en la esquina inferior izquierda: sedan Ford Victoria Crown 46, California 49, JS 1497. Un permiso de conducir de California extendido a nombre de Eugene Niles, Avenida Melbourne 3987, Hollywood. Llaves del coche, otras llaves, papeles con la direccion de Audrey y el plano de una casa que parecia la residencia de Mickey en Brentwood.

Viejos rumores, nuevos datos, temblores.

El Departamento de Policia estaba detras del tiroteo de Sherry's; Jack D. y Mickey habian hecho las paces; Niles trabajaba en la Division Hollywood, el ojo de la tormenta Brenda Allen. Buzz cruzo la calle temblando de miedo, vio que el sedan era un Victoria 46, matricula JS 1497, abrio el maletero y corrio de nuevo a la casa. Saco una enorme colcha para envolver a Niles y su arma, se lo cargo al hombro y lo llevo hasta el Victoria. Lo encerro en el maletero, doblandolo junto a la rueda de recambio. Jadeando, sudando y temblando, regreso y abrazo a Audrey.

Ella estaba sentada en el inodoro, desnuda, fumando. Habia media docena de colillas en el suelo, el cuarto de bano era una nube de humo. Parecia una marciana: las lagrimas le habian hecho chorrear el maquillaje y todavia tenia el lapiz labial corrido de cuando habian hecho el amor.

Buzz se arrodillo frente a ella.

– Querida, yo me encargare. Esto era para Mickey, asi que creo que no corremos peligro. Pero debere mantenerme alejado de ti durante una temporada, por si este sujeto tenia socios. No queremos que sepan que eramos tu y yo en vez de tu y Mickey.

Audrey dejo caer el cigarrillo y lo apago con el pie descalzo sin demostrar dolor.

– De acuerdo -dijo con ronca voz de fumadora.

– Tienes que deshacer la cama y quemar todo en el incinerador. Hay balas en el colchon y la pared. Arrancalas y tiralas. Y no le cuentes nada a nadie.

– Dime que todo saldra bien -dijo Audrey.

Buzz le beso el cabello, viendo una imagen de ambos sentados en la camara de gas.

– Carino, claro que todo saldra bien.

Buzz levo el coche de Niles hasta Hollywood Hills. Encontro herramientas de jardineria en el asiento trasero. Despues de alejarse un trecho de la carretera de acceso al Letrero de Hollywood, enterro al frustrado asesino de

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