Mickey Cohen en una fosa de un metro cubico, trabajando con una pala y una azada. Apisono la tierra para que los coyotes no olieran la carne podrida y tuvieran hambre; cubrio la sepultura con ramas y orino en ella: un epitafio para un mal colega que lo habia puesto en el mayor brete de una vida plagada de imprevistos. Enterro el arma de Niles bajo un espino, enfilo hacia el Valle, limpio las huellas del coche, le estropeo el distribuidor y lo dejo en un garaje abandonado de Suicide Hill, un lugar donde las bandas juveniles solian pegarse el lote, cerca del Hospital de Veteranos de Sepulveda. El Victoria inmovilizado se convertiria en una masa de repuestos en menos de veinticuatro horas.
Eran las cuatro y media de la madrugada.
Buzz camino hasta Victory Boulevard, tomo un taxi hasta Hollywood y Vermont, camino el kilometro que le restaba hasta la avenida Melbourne. Encontro una cabina, busco «Eugene Niles» en la seccion alfabetica, marco el numero y lo dejo sonar veinte veces. Ninguna respuesta. Localizo el 3987 -un apartamento en la planta baja de un edificio de estuco de cuatro pisos- y uso las llaves de Niles para entrar. Queria encontrar pruebas de que otros hombres estaban involucrados en los atentados contra Mickey.
Era un tipico apartamento de soltero: un cuarto con cama plegable, cuarto de bano, cocina diminuta. Un escritorio se hallaba frente a la ventana tapiada; Buzz fue hacia el, usando los faldones de la camisa para coger cuanto tocaba. Diez minutos despues encontro pruebas circunstanciales solidas.
Un certificado de la Escuela de Demoliciones del Ejercito, Camp Polk, Louisiana, declarando que el cabo Eugene Niles habia finalizado un curso sobre explosivos en diciembre de 1931: el era responsable de la bomba en la casa de Mickey.
Cartas de la ex esposa de Niles, acusandole de verse con las rameras de Brenda Allen. La mujer habia leido la transcripcion del gran jurado y sabia que su esposo hacia travesuras en la celda de Hollywood, el motivo por el cual Niles queria matar a Mickey.
Una libreta de direcciones que incluia los nombres y numeros de telefono de cuatro importantes matones de Jack Dragna, tres recaudadores de Dragna -policias que el habia conocido cuando estaba en el Departamento- y una nota extrana: «Karen Hiltscher, Sheriff, Hollywood Oeste», con signos de exclamacion en letras rojas. Aparte de eso, mas corroboracion de que Niles odiaba a Mickey antes de la tregua con Jack D. En definitiva, parecia una accion individual mal urdida: Niles habia perdido la cabeza cuando la bomba no acabo con Mickey.
Buzz apago las luces y limpio el picaporte al salir. Camino hasta Sunset y Vermont, arrojo las llaves de Niles en una alcantarilla y se echo a reir hasta que le dolieron los flancos. Acababa de salvar la vida del hombre mas peligroso y mas generoso que habia conocido, y no tenia modo de decirselo. Buzz se arqueo de risa y tuvo que sentarse en un banco. Rio hasta que cayo en la cuenta de algo y se quedo mudo.
Danny Upshaw habia aporreado a Gene Niles. Los polizontes de la ciudad odiaban a los polizontes del condado. Cuando clasificaran a Niles como desaparecido, los polizontes de la ciudad caerian como moscas en el estiercol sobre un chico inexperto que ya estaba con mierda hasta las rodillas.
26
Danny trataba de sorprender solo a Felix Gordean.
Habia empezado su vigilancia en el aparcamiento del Chateau Marmont; Gordean lo frustro dirigiendose a su oficina en compania de Nino Bonito Christopher. Habia llovido a cantaros durante las tres horas en que el habia observado la puerta principal de la agencia; no habian entrado coches en el garaje, la calle estaba inundada y el habia aparcado en una zona prohibida a pesar de haber dejado en casa su identificacion, su insignia y su 45 porque en realidad era Ted Rojo Krugman. La cazadora de piel de Ted y la amonestacion de Considine lo mantuvieron tibio y seco a pesar de la ventanilla abierta; Danny resolvio que si Gordean no salia de la oficina a la una, lo abordaria sin mas contemplaciones.
A la una menos veinticinco se abrio la puerta. Gordean salio, abrio un paraguas y cruzo Sunset. Danny puso en marcha los limpiaparabrisas y lo vio entrar en Cyrano's. El portero lo recibio como si fuera el cliente mas popular del local. Danny dio a Gordean treinta segundos para que se sentara, se subio el cuello de la cazadora y echo a correr bajo la lluvia.
El portero le echo una mirada rara, pero lo dejo entrar; Danny parpadeo, vio paredes de terciopelo rojo y dorado, una larga barra de roble. Felix Gordean se estaba tomando un martini en una mesa lateral. Danny dejo atras a un grupo de fulanos con aire de ejecutivos y se sento frente a Gordean, quien casi se trago el palillo que tenia en la boca.
– Quiero saber todo lo que usted sabe -espeto Danny-. Quiero que me informe bien sobre los hombres cuyas inclinaciones descubrio, y quiero que me de un informe sobre todos sus clientes. Lo quiero ahora.
Gordean jugo con el palillo.
– Diga al teniente Matthews que me llame. Quizas el y yo podamos llegar a un acuerdo.
– Al diablo con el teniente Matthews. ?Va usted a decirme lo que quiero saber? ?Ahora?
– No.
Danny sonrio.
– Tiene usted cuarenta y ocho horas para cambiar de opinion.
– ?O?
– O comunicare a los periodicos todo lo que se sobre usted.
Gordean chasqueo los dedos llamando a un camarero, Danny salio del restaurante y echo a andar bajo la lluvia. Recordo su promesa de llamar a Jack Shortell, entro en la cabina situada enfrente de la agencia, marco. Lo atendio el mismo Shortell, con voz tensa.
– Habla Upshaw, Jack. ?Que tenemos…?
– Tenemos otro cadaver. Unos agentes del Departamento de Policia lo encontraron anoche, en una barraca a orillas del rio Los Angeles. El doctor Layman esta haciendo la autopsia, asi que…
Danny dejo el auricular colgando y a Shortell gritando. Se dirigio deprisa al centro, aparco frente al deposito de cadaveres y casi tropezo con un cuerpo que entraba en una camilla. Jack Shortell ya estaba alli, sudando, la placa prendida a la chaqueta. Vio a Danny y le cerro el paso.
– Preparate -le dijo.
Danny contuvo el aliento.
– ?Para que?
– Es Augie Luis Duarte, uno de los sujetos de tu lista -respondio Shortell-. Los policias que lo encontraron lo identificaron por su permiso de conducir. El Departamento tenia el cadaver desde las doce y media de anoche. El que lo hallo no sabia nada sobre nuestro trabajo en colaboracion. Breuning estuvo aqui y acaba de irse, mascullando que Duarte se le escabullo cuando «el» lo seguia. Danny, se que son patranas. Anoche te anduve buscando para decirte que nuestras averiguaciones acerca de ladrones de coches y estacas cortantes no habian conducido a nada. Hable con una empleada del cuartel de Wilshire, y me dijo que Breuning estuvo alli toda la noche con Dudley Smith. Llame de nuevo mas tarde, y la empleada me dijo que aun estaban alli. Breuning dijo que los otros tres hombres todavia estan bajo vigilancia, pero no le creo.
A Danny le retumbaba la cabeza; los efluvios del deposito le revolvieron el estomago y le hicieron arder los cortes que se habia hecho al afeitarse. Se dirigio a la puerta que decia «Doctor Norton Layman», la abrio y vio al patologo forense mas importante del pais escribiendo en una tablilla. Detras de el habia un cuerpo desnudo y acostado; Layman se hizo a un lado como diciendo: «Disfruta del espectaculo.»
Augie Duarte, el mexicano apuesto que dos noches atras habia salido de la agencia de Gordean, estaba boca arriba en una plancha de acero inoxidable. No se observaban manchas de sangre; tenia el estomago lleno de heridas que mostraban tubos intestinales; las mordeduras le cubrian el torso en un diseno sin superposiciones. Le habian desgarrado las mejillas hasta las encias y el hueso de la mandibula; le habian seccionado el pene, se lo habian insertado en la mas profunda de las heridas y se lo habian doblado de tal modo que el glande salia por la boca y los dientes se cerraban sobre el prepucio. El
– ?Cielos! -exclamo Danny-. Maldita sea.
– La lluvia lavo el cuerpo y mantuvo las heridas frescas -comento Layman-. Encontre una astilla de diente en