– Que ella muerda el polvo. Olvidate de los escrupulos. Si Stefan ha de enterarse, que se entere. Hazla trizas.

28

Echando una ojeada al salon de Ellis Loew, Buzz hizo sus apuestas:

Veinte contra uno a que el gran jurado lograba condenar a muchos miembros de la UAES, veinte contra uno a que los estudios los echaban esgrimiendo la clausula de traicion antes de que el dictamen fuera oficial y que los Transportistas los reemplazarian en menos de veinticuatro horas. Si convencia a Mickey de que procediera con cautela, podria ganar un premio superior a la recompensa de Howard. Porque lo que sucedia en el pequeno puesto de mando de Loew le decia que los rojos estaban comprando billetes para el Gran Adios.

Salvo las mesas y las sillas para los empleados, habian llevado todos los muebles al patio trasero. Archivos atiborrados de declaraciones de testigos voluntarios cubrian el hogar; habia un panel de corcho clavado a la ventana, espacio para los informes de los cuatro investigadores del equipo: M. Considine, D. Smith, T. Meeks y D. Upshaw. Los formularios del capitan Mal -listas de preguntas destinadas a ciertos izquierdistas, entregadas y recogidas por funcionarios de la ciudad- formaban un voluminoso monton; los resumenes de Dudley quintuplicaban ese grosor: acababa de transformar a catorce testigos hostiles en informadores voluntarios, lo cual les habia proporcionado datos sobre mas de cien implicados. Sus propios informes abarcaban seis paginas: Sammy Benavides follando con su hermana, Claire de Haven inyectandose heroina, Reynolds Loftis como cliente de bares de homosexuales; el resto era paja, pura chachara comparada con los trabajos de Mal y Dudley. El material de Danny Upshaw abarcaba dos paginas de especulaciones personales y abrazos con Claire: el y el chico no mostraban gran empeno en su esfuerzo para destruir la Conspiracion Comunista. Habia mesas con cestos de «Entrada» y «Salida» para el intercambio de informacion, mesas para las pruebas fotograficas que estaba acumulando el loco Ed Satterlee, una enorme caja de carton llena de nombres, fechas, organizaciones politicas y admisiones documentadas: comunistas, militantes y simpatizantes de la Madre Rusia que exigian el fin de Estados Unidos por medios limpios o sucios. Y -en el tramo mas ancho de la pared desnuda- el grafico de la conspiracion preparado por Ed Satterlee, su instrumento para el gran jurado.

En una columna horizontal, el monopolio de cerebros de la UAES; en otra, los nombres de las organizaciones comunistas a las cuales pertenecian. En una columna vertical encima del grafico, los nombres de testigos voluntarios y su «capacidad acusatoria» valorada en estrellas, con lineas que se entrecruzaban con los dirigentes y las organizaciones. Cada estrella indicaba la cantidad de dias de intervencion que merecia cada testigo voluntario segun la evaluacion de Satterlee, a partir del mero poder del tiempo, el lugar y los rumores: que rojo iba adonde, decia que, y que rojo renegado estaba alli para escuchar. Era un asombroso, desconcertante, estupendo y abrumador acopio de informacion imposible de refutar.

Y seguia viendo a Danny Upshaw en apuros, vadeando basura, aunque el chico estaba del lado de los buenos.

Buzz salio al porche trasero. Durante horas habia buscado formas de escapar con el pretexto de escribir informes; tres llamadas telefonicas habian solucionado los desaguisados de Audrey con las cuentas. Una para Mickey, contandole una rebuscada saga acerca de un apostador que habia burlado a un anonimo recaudador que se acostaba con la hermana del apostador y no podia denunciarlo, aunque al fin el recaudador le habia exigido los seis mil dolares que debia: en realidad, la cifra que Audrey le habia birlado a Mick. La segunda para Petey Skouras, un recaudador discreto que por mil dolares acepto hacer el papel de enamorado que al fin rectificaba sus errores; sabia que Johnny Stompanato husmearia en busca del nombre que Buzz se negaba a dar, lo descubriria y le arrancaria una confesion a golpes: la devolucion del dinero garantizaba que ese seria su unico castigo. La tercera para un prestamista independiente: siete mil dolares al veinte por ciento -debia devolver ocho mil cuatrocientos el 10 de abril-, con lo cual Audrey ya no tendria mas problemas. Era el regalo de Buzz por los malos tragos de Audrey: Gene Niles sin cara en la cama. Dadas las circunstancias, el asunto de los comunistas era una bendicion. Si no sucumbian a su mutua pasion, el y su leona podrian sobrevivir.

El chico seguia siendo el punto conflictivo de la partida.

Hacia doce horas que habia examinado el apartamento de Niles. ?Tendria que volver para dejar indicios de que Niles se habia fugado? ?Tendria que haber colocado alguna pista incriminatoria? Cuando lo echaran de menos, ?supondria el Departamento que Niles era una manzana podrida de Dragna y olvidaria el asunto? ?Lo acusarian del atentado con la bomba y presionarian a Mickey? ?Sospecharian un asesinato y buscarian al asesino sin regatear esfuerzos?

Dudley Smith y Mike Breuning estaban al fondo del patio, de pie junto al sofa de Ellis Loew, abandonado bajo la lluvia porque el fiscal anteponia el deber a la comodidad. El sol despuntaba; Dudley lo senalaba riendo. Buzz vio nubarrones oscuros que se acercaban desde el mar. Penso: arreglalo, arreglalo. Actua como el capitan Mal le dijo al chico.

Actua como un policia.

29

Danny abrio la puerta y encendio la luz. Las G sangrientas que imaginaba desde su visita al deposito de cadaveres se convirtieron en ese cuarto despojado y pulcro. Advirtio algo extrano. Examino el cuarto por partes hasta que lo descubrio: la alfombra estaba arrugada cerca de la mesita, y el siempre la alisaba con el pie antes de salir.

Trato de recordar si lo habia hecho esa manana. Recordo haberse vestido de Ted Krugman, pasar de la desnudez a la cazadora de piel ante el espejo del cuarto de bano, recordo que habia salido pensando en Felix Gordean mientras las palabras de Mal Considine -«Exprimelo, Danny»- le martilleaban en el cerebro. No recordaba su metodico gesto con la alfombra, quiza porque Ted K. no era meticuloso. Ninguna otra cosa parecia fuera de lugar, no habia modo de que nadie irrumpiera en el apartamento de un policia…

Danny penso en su archivo, corrio hacia el armario del vestibulo y abrio la puerta. Estaba alli, las fotos y papeles intactos, cubiertos por alfombras viejas con las arrugas donde correspondia. Examino el cuarto de bano, la cocina y el dormitorio, vio que todo estaba igual, se sento junto al telefono y hojeo el libro que acababa de comprar.

La familia de las comadrejas. Filosofia y habitos. Acababa de comprarlo en la libreria Stanley Rose.

Capitulo 6, pagina 59: El gloton.

Miembro de la familia de las comadrejas, originario del Canada, el noroeste del Pacifico y el norte del Medio Oeste de Estados Unidos. Peso, entre 20 y 25 kilos; el animal mas feroz de la tierra. Temerario, capaz de atacar a animales de tamano varias veces superior al suyo, capaz de alejar a osos y pumas de sus presas. No soportaba que otras criaturas disfrutaran de una buena comida y a menudo las atacaba para quedarse con las sobras. Equipada con un aparato digestivo de alta eficiencia: los glotones comian deprisa, digerian deprisa, defecaban deprisa y siempre tenian hambre; tenian un apetito descomunal, acorde con su caracter maligno. Esos pequenos canallas solo querian matar, comer y ocasionalmente copular con otros miembros de su intratable raza.

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