Minear sonrio, Ziffkin dijo «Asi me gusta», Loftis comento:

– Tu y Claire debeis hablar de estrategia, pero traela a casa temprano, ?entiendes?-Acento sureno, pero seco, y otro aparte: esa noche dormiria con De Haven.

Danny rio, consciente de que acababa de memorizar los rasgos de Loftis.

– Vamos, Ted -suspiro Claire-. La estrategia espera.

Salieron. Danny penso en seguimientos y llevo a Claire hacia su coche.

– ?Donde quieres planear la estrategia?-dijo ella: su propio aparte, su parodia de la ironia de Loftis. Danny le abrio la puerta y tuvo una idea: recorrer el distrito negro con la proteccion de una mujer. Hacia casi dos semanas que habia estado alli haciendo preguntas, quiza no lo reconocieran con su nueva indumentaria, y «el» habia estado en esa zona el dia anterior.

– Me gusta el jazz. ?Y a ti?

– Me encanta, y conozco un buen lugar en Hollywood.

– Yo conozco algunos sitios realmente buenos en South Central. ?Que me dices?

Claire titubeo, luego dijo:

– Muy bien, suena divertido.

Al este por Wilshire, al sur por Normandie. Danny conducia deprisa, pensando en su reunion de medianoche y en como aplacaria a Considine por la pelea con Niles; miraba el espejo retrovisor aparentando concentracion, sonriendo en cada ocasion para que Claire creyera que pensaba en ella. En el espejo no descubrio nada que le llamara la atencion; la cara de Reynolds Loftis permanecio en su mente, unos rasgos desdibujados para que la cara no pasara inadvertida. Claire fumaba un cigarrillo tras otro y tamborileaba con las unas en el salpicadero.

El silencio era propicio, dos idealistas sumidos en sus pensamientos. Al este por Slauson, al sur por Central, mas vistazos al espejo ahora que estaban en el coto de caza de «el». Danny freno frente al Zombie.

– Ted, ?de que tienes miedo?-dijo Claire.

La pregunta le sorprendio tanteandose la cintura en busca de la porra que siempre llevaba cuando recorria el distrito negro; se quedo quieto y aferro el volante, Ted el Rojo, amigo de los negros perseguidos.

– Los Transportistas, supongo. Estoy algo oxidado.

Claire le toco la mejilla.

– Estas cansado, solo y nervioso. Tu constante esfuerzo por resultar agradable y hacer lo correcto resulta conmovedor.

Danny se apoyo en la caricia, con un nudo en la garganta como al ver la botella de Considine. Claire aparto la mano y le beso el lugar que habia tocado.

– Me enloquecen los solitarios. Ven, hombre fuerte y silencioso. Escucharemos musica y no hablaremos de politica.

El nudo aun le cerraba la garganta, el beso aun estaba tibio. Danny camino hacia la puerta precediendo a Claire; el portero de Ano Nuevo estaba alli y lo miro como si solo fuera otro parroquiano blanco. Claire lo alcanzo justo cuando el aire frio lo devolvia a la normalidad: Krugman el comunista en una cita, Upshaw el policia de Homicidios haciendo horas extras. Cogio el brazo de Claire y la condujo al interior del local.

El Zombie no habia cambiado desde su anterior visita, con una orquesta aun mas estentorea y disonante gimiendo en el escenario. Esta vez la clientela era totalmente negra: un mar de caras oscuras banadas por las luces coloreadas, un lienzo fluctuante donde una cara blancuzca sobresaldria gritado «?Soy yo!». Danny dio al encargado un billete de cinco y pidio una mesa junto a la pared que le permitiera controlar toda la sala; el hombre los condujo hasta cerca de la salida trasera, anoto el pedido de un burbon doble y un martini seco, se inclino y llamo a una camarera. Danny acomodo a Claire en la silla mas cercana al escenario, y el opto por la que le permitia observar la barra y el publico.

Claire entrelazo los dedos con los de Danny y los movio ritmicamente sobre la mesa, un golpeteo suave, un contrapunto de la musica chillona que llenaba la sala. Llegaron las copas. Claire pago a la camarera negra con un billete de cinco y movio la mano para rechazar el cambio. La muchacha se fue. Danny bebio un sorbo de burbon, era barato y le quemaba las entranas. Claire le estrujo la mano, la apreto a su vez, agradeciendo que la musica estridente les impidiera hablar. Escudrinando la muchedumbre, intuyo que era imposible que «el» estuviera alli. Ahora sabia que la policia lo tenia fichado como ladron de coches en el distrito negro y evitaria South Central como la peste.

Pero el lugar parecia acogedor, seguro y oscuro. Danny cerro los os y presto atencion a la musica, mientras Claire aun marcaba el ritmo con la mano. El ritmo del conjunto era complejo: la bateria le disparaba una melodia al saxo, el saxo la despedazaba en digresiones, volviendo a acordes cada vez mas simples, luego al tema principal, luego la trompeta y el bajo echaban a volar, enloqueciendo con notas cada vez mas complejas. Las transiciones resultaban hipnoticas; la mitad de los acordes eran feos y extranos, y le hacian desear el regreso de los temas simples y bonitos. Danny escucho, ignorando la bebida, tratando de seguir la musica y predecir adonde iba. Creia haber captado la sincronizacion cuando un crescendo surgio de ninguna parte, los musicos dejaron de tocar, el aplauso estallo como un trueno y se encendieron unas luces brillantes.

Claire le solto la mano y se puso a aplaudir; un mulato se acerco a la mesa, diciendo: «Hola, encanto. Hacia anos que no te veia». Claire desvio la mirada, Danny se levanto.

– ?Conque olvidas a los viejos amigos?-dijo el mulato-. Que mas da. -Y siguio su camino.

Claire encendio un cigarrillo. El encendedor temblaba.

– ?Quien era ese?-pregunto Danny.

– Oh, un amigo de un amigo. Hubo un tiempo en que me gustaban los jazzistas.

El mulato se habia dirigido al escenario, Danny vio que dejaba algo en la mano del bajista al tiempo que recogia un billete. Considine: De Haven era adicta a la heroina y a los farmacos.

Danny se sento, Claire aplasto el cigarrillo y encendio otro. La iluminacion se hizo mas tenue; empezo la musica, una balada lenta y romantica. Danny trato de coger la mano de Claire para seguir el ritmo, pero ella no la movio. Miraba hacia todas partes, Danny vio que la puerta de salida que tenian enfrente se abria y entraba Carlton W. Jeffries, el fumador de hierba a quien habia arrancado datos sobre vendedores de heroina. La puerta arrojo una franja de luz hacia la amedrentada Claire de Haven, una rica muchacha blanca amante de la sordidez temiendo que una nueva situacion embarazosa le arruinara la salida con un polizonte empenado en condenarla por traicion. La puerta se cerro. Danny sintio que Claire le contagiaba el miedo y el lugar bonito, oscuro y seguro se convirtio en un antro lleno de negros salvajes que se lo comerian vivo para vengar a todos los negros que el habia maltratado. -Claire, vamonos de aqui -propuso.

– Si, vamonos.

En el viaje de vuelta una excitada Claire divago acerca de lo que habia hecho en varias organizaciones, una letania que parecia inocua y tal vez no contenia ninguna informacion interesante para Considine y Loew. Danny la dejo hablar mientras el pensaba en su reunion con Considine, y se preguntaba que le habria dicho Leo Bordoni a Gene Niles, si Niles tendria un amigo en el condado para deducir lo de Tamarind 2307, y a quien le importaria en caso de que probara algo. ?Deberia sobornar a Karen Hiltscher? Ella era la unica posibilidad real, aunque consideraba improbable que conociera a Niles. ?Y como se libraria del asunto de la pelea? ?Como lograr que Considine considerara sensacional que su futuro favorito aporreara a uno de sus propios hombres, cuando ese hombre podria tenerlo cogido por las pelotas?

Danny viro hacia la casa de Claire, pensando en buenas frases de despedida; mientras frenaba, ya tenia dos preparadas. Sonrio y se dispuso a actuar; Claire le acaricio la mejilla, mas suavemente que la primera vez.

– Lo lamento, Teddy. Ha sido una pesima primera cita. ?Lo intentamos de nuevo?

– Claro -murmuro Danny, entibiandose, de nuevo nudo en la garganta.

– ?Manana por la noche, aqui? ?Solo nosotros, la estrategia, y lo que nos apetezca?

Habia dado la vuelta a la mano y ahora le rozaba la mandibula con los nudillos.

– Claro… querida.

Claire se detuvo. Tenia los ojos cerrados, los labios entreabiertos.

Danny se dispuso a besarla, pero ansiaba esa mano suave, no esa boca hambrienta pintada de rojo claro. Cuando se tocaron, quedo paralizado y quiso zafarse. La lengua de Claire le rozo los dientes, sondeando. Danny penso en Reynolds Loftis y la beso.

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