Claire levanto una mano, la bajo.

– Si no cree que mis amigos y yo somos serios, ?por que trata de acabar con nosotros y echarnos a perder la vida?

Mal busco una replica ingeniosa. Solo dijo:

– Quiero hablar con Loftis.

– No ha respondido a mi pregunta.

– Aqui soy yo quien hace las preguntas. ?Cuando regresa Loftis?

Claire se echo a reir.

– Oh mein policia, lo que acaba de decir su cara. Usted sabe que es una farsa, ?verdad? Cree que somos demasiado inocuos para constituir un peligro, lo cual es tan erroneo como creer que somos traidores.

Mal penso en Dudley Smith, penso en la Reina Roja comiendose vivo a Danny Upshaw.

– ?Que paso entre usted y Ted Krugman?

– Pongase de acuerdo consigo mismo. Se refiere al agente Upshaw, ?verdad?

– Limitese a responder.

– Le dire que era ingenuo, ansioso de complacer, y pura charlataneria en cuanto a las mujeres, y le dire que no debio usted enviar a un patriota americano tan fragil detras de nosotros. Fragil y torpe. ?De veras se cayo sobre los cuchillos de la cocina?

Mal le pego con la mano abierta; Claire temblo ante el golpe y lo devolvio. No tenia lagrimas, solo pintalabios deshecho y un cardenal incipiente en la mejilla. Mal dio media vuelta y se apoyo en la balaustrada, temeroso de su propio aspecto.

– Usted podria renunciar -dijo Claire-. Podria declarar que es un error, decir que somos inocuos y que no valemos el dinero ni el esfuerzo, y sin embargo parecer un policia cabal.

Mal saboreo la sangre que le brotaba de los labios.

– Lo necesito.

– ?Por que? ?Por la gloria? Usted es demasiado listo para ser patriota.

Mal vio a Stefan despidiendose con la mano.

– ?Por su hijo?-pregunto Claire.

– ?Que ha dicho?-pregunto Mal, temblando.

– No somos tan estupidos como supone, mi flamante capitan. Sabemos contratar detectives privados y ellos saben indagar antecedentes y comprobar viejos rumores. Estoy impresionada por el nazi que usted mato y me sorprende que no advierta los paralelismos entre ese regimen y el que usted apoya.

Mal siguio mirando hacia otro lado. Claire se le acerco.

– Entiendo lo que usted siente por su hijo. Y creo que ambos sabemos que hemos llegado a un acuerdo.

Mal se aparto de la balaustrada y miro a Claire.

– Si, hemos llegado a un acuerdo, y esta conversacion no ha tenido lugar. Pero aun quiero hablar con Reynolds Loftis. Y si mato a esos hombres, lo hare pedazos.

– Reynolds no ha matado a nadie.

– ?Donde esta?

– Regresara esta noche, y entonces podra hablarle. El lo convencera. Le propongo un trato. Se que usted necesita un aplazamiento en su juicio por la custodia, y tengo amigos abogados que pueden conseguirlo. Pero no quiero que Reynolds sea puesto en tela de juicio ante el gran jurado.

– No puede hablar en serio.

– No se empene en subestimarme. Reynolds sufrio mucho en el 47, y no creo que pueda soportarlo de nuevo. Hare todo lo que pueda para ayudarlo con su hijo, pero no quiero que hiera a Reynolds.

– ?Y usted?

– Aguantare los golpes.

– Es imposible.

– Reynolds no ha matado a nadie.

Tal vez sea cierto, pero lo han llamado subversivo demasiadas veces.

– Entonces destruya esas declaraciones y no llame a esos testigos.

– Usted no entiende. Su nombre figura mil condenadas veces en nuestros informes.

Claire cogio a Mal por los brazos.

– Solo prometame que tratara de evitar que lo hieran demasiado. Prometamelo y yo hare mis llamadas, y usted no tendra que ir al juicio manana.

Mal se vio a si mismo modificando transcripciones, barajando nombres y reordenando graficos para desviarlos hacia otros comunistas en situacion parecida: su destreza contra la memoria de Dudley Smith.

– Hagalo. Diga a Loftis que me espere aqui a las ocho y avisele que sera desagradable.

Claire aparto las manos.

– No sera peor que ese magnifico gran jurado.

– No se de aires de nobleza; se quien es usted.

– No me engane, porque me servire de mis amigos para destruirle.

Un trato con un verdadero demonio rojo: el aplazamiento le daria tiempo para eximir de culpa a un subversivo, tumbar a un asesino y elevarse a la categoria de heroe. Y tal vez burlar a Claire de Haven.

– No la enganare.

– Tendre que fiarme de usted. ?Puedo preguntarle una cosa? Extraoficialmente.

– ?Que?

– Su opinion sobre este gran jurado.

– Es un despilfarro y una verguenza -declaro Mal.

34

Mickey Cohen estaba armando un revuelo, Johnny Stompanato lo instigaba; Buzz lo observaba todo muerto de miedo.

Estaban en el escondrijo de Mick, rodeados de guardaespaldas. Despues de la bomba, Mickey habia mandado a Lavonne al Este y se habia mudado al bungalow de Samo Canyon, preguntandose quien demonios lo queria matar. Jack D. aseguraba que no era el y Mickey le creia. Brenda Allen todavia estaba en la carcel, los polizontes de la ciudad actuaban con calma y un atentado organizado por un policia parecia cosa de ciencia ficcion. Mickey decidio que eran los comunistas. Un rojo experto en explosivos se habia enterado de que el respaldaba a los Transportistas, perdio los estribos y le puso una bomba que le echo a perder treinta y cuatro trajes de actuar. Se trataba de una conspiracion comunista. No podia ser otra cosa.

Buzz seguia observando, esperando junto al telefono una llamada de Mal Considine. Davey Goldman y Mo Jahelka rondaban por ahi, un grupo de matones engrasaban las escopetas guardadas en el armario falso que habia entre el salon y el dormitorio. Mickey habia empezado a protestar hacia media hora por temas que iban desde la impasibilidad de Audrey hasta la resistencia pasiva en los piquetes y la leccion que pensaba dar a los rojos de la UAES. Una broma en comparacion con lo que vino despues, cuando Johnny Stompanato llego con su conspiracion.

El adonis italiano traia malas noticias: al volar a San Francisco, Petey Skouras se habia llevado la recaudacion de una semana; Audrey se lo habia dicho cuando Stompanato fue a recoger el dinero del Southside. Buzz trato de oir la conversacion, pensando que la leona no podia ser tan estupida como para tratar de sacar ventaja de la fuga de Petey. Tenia que haberlo hecho el mismo: su recompensa despues de la tunda de mil dolares. Las noticias de Johnny empeoraron: habia interrogado con un bate de beisbol a uno de los apostadores que no pagaba, quien le habia dicho que Petey no habia robado dinero, que Petey no protegeria al hermano de una novia porque a Petey le gustaban los chicos jovenes y morenos, una costumbre que habia adquirido en una carcel del ejercito en Alabama. Mickey perdio los estribos. Babeaba como un perro rabioso y escupia obscenidades en yiddish, haciendo ruborizar a sus matones judios. Johnny tenia que saber que esa version contradecia la explicacion de Buzz, y el hecho de que no lo mirara a los ojos lo confirmaba. Cuando Mickey dejara de rezongar para ponerse a pensar llegaria a la

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