disparatadas mentiras. Perdi el conocimiento y desperte en mi cama, cubierto de vomito.

Sabia que habia descubierto algo.

El descubrimiento me intrigaba. Empece a robar botellas de licor y a experimentar con el alcohol.

Los cocteles de Heublien estaban buenos. Bebia manhattans dulces y whiskis sour, acidos y poderosos. La cerveza me apagaba la sed pero no podia compararse con un buen trago de licor. El whisky sin agua era demasiado fuerte, me hacia arder el esofago y tras el venian los eructos de bilis. Evitaba el bourbon, tanto solo como combinado con otra bebida. Me recordaba a la pelirroja.

El vodka con zumo de frutas estaba de muerte. Conseguias salir rapido por la puerta con un minimo de accion vomitiva. La ginebra, el brandy y los licores provocaban nauseas secas.

Bebia para estimularme. El alcohol me mandaba a la estratosfera, aumentaba mis dones narrativos, conferia una dimension fisica a mis pensamientos.

El alcohol me inducia a hablar conmigo mismo, me permitia expresar mis fantasias en voz alta, me hacia afrontar ofensas de mujeres imaginarias.

El alcohol altero mi mundo de fantasia pero no cambio su esencia basica. El delito seguia siendo mi obsesion dominante.

Tenia una enorme reserva de delitos para embellecer.

El motin de Watts era reciente y aun quemaba. El caso de Ma Duncan era una ingeniosa pelicula antigua. Mi fantasia llevo a Ma a la camara de gas cientos de veces.

Doc Finch y Carole Tregoff se pudrian entre rejas. Salve a Carol de las tortilleras de la carcel y la converti en mi mujer. Me meti en Chinatown y me cargue a Spade Cooley. Ella Mae fue finalmente vengada. Cometi los asesinatos de Stephen Nash y allane casas con Donald Keith Bashor.

El alcohol me proporcionaba una verosimilitud pristina. Los detalles saltaban en la sarten de mi cerebro con colores nuevos y vividos. Los giros narrativos surgian de manera inesperada.

El alcohol me daba delitos hiperbolizados y los volvia mas sutiles. Me dio la Dalia Negra con una perspectiva historica mas amplia.

Bebia solo y durante horas daba rienda suelta a mis fantasias criminales y de delitos sexuales. Una vez bebi con Lloyd y consegui que se enganchara a la Dalia. Hablamos largo y tendido sobre el caso. Mis ocasionales pesadillas sobre ella cesaron de repente.

Robaba casi todo el licor que consumia y encontre un adulto que me lo compraba legalmente. Se trataba de un negro borracho que vivia debajo de una autopista. Se hacia llamar Flame-O; segun el, la pasma le habia puesto ese mote porque cuando estaba borracho le daba por prenderse fuego.

Flame-O compraba botellas para mi. Yo le pagaba con unos cuantos vasos de vino barato. Me aseguro que yo tambien me engancharia al alcohol. No le crei.

Lloyd y Fritz me reintrodujeron en la hierba. Fume brutalmente. La marihuana anadia un punto surreal a mis fantasias y hacia que la comida fuese un verdadero placer sensual. Sabia que no iba a convertirme en un yonqui. En 1958 aquello no era mas que una ilusion.

Paso 1965. Fue un ano de lo mas hijo de puta.

Rudy me dio puertas. Se le metio en la cabeza que yo era un inutil y un derechista de pega. En marzo del 66 cumpli dieciocho anos. A efectos legales ya era una persona adulta.

Y un ladronzuelo sin empleo a punto de perder el subsidio de orfandad.

Saque a Minna de la perrera y me la lleve a casa. Enseguida empezo a cagarse por todas partes. Sopese mi futuro. Llegue a la conclusion de que con mi pension de superviviente no conseguiria salir adelante.

Para que la paga continuase llegando, tuve que volver a la escuela. Lloyd iba a un horrible instituto cristiano. Tenia que pagar cincuenta dolares al mes. Mi pension era de ciento treinta dolares. Podia asistir a unas cuantas clases y obtener un beneficio neto de ochenta billetes al mes.

Lloyd y yo discutimos acerca del asunto. Me dijo que tendria que mostrar un interes por Jesus que resultara convincente. Memorice algunos versiculos de la Biblia y fui a ver al director de la Culter Christian Academy.

Monte un buen numero. Con un estilo convenientemente histrionico, y sin dejar de tartamudear, declare mi mera fe. Creia en todas y cada una de mis palabras, mientras las pronunciaba. Mi alma semejaba un camaleon.

Me matricule en la Culter Academy. El lugar estaba lleno de psicopatas renacidos y drogadictos revoltosos. Asisti a las clases habituales y a los grupos de estudio de la Biblia. Era una comida de coco de principio a fin. Supe que no podria tragarme esa mierda cinco dias por semana.

Iba a la escuela esporadicamente. El personal de la Culter me dio algo de cuerda; al fin y al cabo yo era un joven cristiano atormentado pero sincero. Pague dos meses y deje de asistir a clase por completo. Mi breve conversion me costo doscientos sesenta dolares.

La paga que recibia del Gobierno ceso. Mis ingresos descendieron a un billete de cien dolares cada mes. El alquiler me costaba sesenta. Podia estirar los cuarenta restantes si robaba toda la comida y el alcohol y gorreaba la droga a mis amigos.

Eso fue lo que hice. Extendi mi radio de accion hacia el norte y el oeste, e inclui en mis saqueos nuevos supermercados y tiendas de licores. Estaba en los huesos. Me metia filetes y botellas en el pantalon sin marcar bultos ostentosos. Llevaba una camisa larga por fuera. Compraba pequenos articulos para justificar mi presencia en las tiendas.

Era un profesional.

Lloyd, Fritz y Daryl conseguian droga. Yo no. Vivia en un piso sin adultos y la pasma podia entrar derribando la puerta de una patada. Ellos me daban hierba y pastillas.

El Seconal y el Nembutal no me gustaban; me ponian tonto y casi catatonico. El LSD estaba bien, pero el consiguiente mensaje trascendental me dejaba frio. Lloyd y Fritz tomaban acido y se iban a ver peliculas de accion como Espartaco y La historia mas grande jamas contada. Yo los acompanaba en ocasiones, pero me marchaba del cine en mitad de la pelicula. Sandalias y resurreccion… Aburrimiento asegurado. Me sentaba en el vestibulo y alucinaba con las vendedoras de golosinas.

Fritz conocia algunos medicos comprensivos que recetaban anfetaminas. Las pastillas lo ayudaban a concentrarse durante largas sesiones de estudio -en la USC eran muy exigentes-, pero lo ponian irritable.

Me dio las pastillas que le sobraban. La Dexedrina y el Dexamyl multiplicaron por seis mi capacidad de fantasear. Otro tanto ocurrio con mis dotes narrativas. Las palpitaciones inducidas por la anfetamina dinamizaban el proceso. Las subidas iban directas al cerebro y se alojaban en mis virgenes organos genitales.

La anfetamina era sexo: imbuyo a mis fantasias sexuales de una nueva logica coherente, me dio cuarentonas pelirrojas y chicas de Hancock Park y me proporciono epicas sesiones masturbatorias.

Me cascaba la polla entre doce y dieciocho horas seguidas. Daba un gusto… Permanecia tumbado en la cama con la perra dormida a mi lado. Me corria con los ojos cerrados y las luces apagadas.

Las bajadas terminaban con mis fantasias. La droga abandonaba mi sistema y me dejaba deprimido e insomne. Entonces bebia hasta caer en un mundo subterraneo. El alcohol subia mientras la anfeta bajaba. Siempre me dormia agarrado a alguna mujer.

Fritz perdio el contacto que le pasaba la anfetamina. Por defecto, yo perdi el mio. Me senti terriblemente hambriento de amor verdadero y sexo.

Queria una novia y sexo sin limites. La hermana de Fritz me presento a su amiga Cathy.

Cathy iba a Marlborough, una escuela selecta de chicas de Hancock Park. Era una muchacha sencilla y regordeta. La primera vez que salimos fuimos a ver Sonrisas y lagrimas. Le menti y le dije que la pelicula me habia gustado mucho.

Cathy era socialmente torpe y se moria de ganas de que la amasen. Desdenaba las actividades formales propias de las salidas entre chicos y chicas. Deseaba aparcar el coche y pasar a la accion.

Lo cual significaba abrazarnos y besarnos, sin la lengua.

Salimos varias noches de fin de semana. La politica «sin lenguas» y «sin caricias» me volvia loco. Le suplique un mayor contacto, pero se nego. Volvi a pedirselo. Cathy se salio por la tangente.

Planeo una serie de reuniones con sus companeras de clase. Esa salida por la tangente me llevo a conocer algunos de los pisos mas opulentos de Hancock Park.

Me gustaban los muebles lujosos. Me gustaban las habitaciones grandes. Me gustaban los paneles de madera

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