Desperte a las seis de la manana, para el desayuno. Un funcionario dijo unos cuantos nombres por megafonia, entre ellos el mio. Iban a trasladarnos a la prision del Palacio de Justicia.
Un interno dijo que era la misma historia de siempre. Te empapelaban en el distrito judicial «nuevo» y luego te enviaban a otro sitio. En contraposicion, la prision del Palacio de Justicia era conocida como el distrito judicial «viejo».
Un funcionario me encadeno a unos tipos y otros dos nos condujeron hasta una furgoneta. Cuando llegamos a la prision nos metieron en un ascensor que subio hasta la planta decimotercera.
La celda que me toco estaba al doble de su capacidad. Un funcionario dijo que los nuevos dormiriamos en el pasillo. Tenias que enrollar la colchoneta por la manana y vagar de una celda a otra hasta que se apagaban las luces.
Pase veinte dias de ese modo. Una voz interior me hablaba de mi Gestalt basica.
Eres grande pero no duro, cometes delitos pero no eres un delincuente de verdad. Vigila tus actos, cuidado con lo que dices. Quedate tranquilo y conten la respiracion durante veinte dias.
Yo mismo me daba este mensaje de manera instintiva. No verbalizaba el pensamiento; ignoraba que mi mera presencia gritaba: chico estupido, eres un tarugo, un inutil.
Mantuve la boca cerrada. Me programe para ser estoico. Intentaba no traicionar mi miedo abiertamente. Los otros internos se reian solo de verme. La mayoria de ellos eran criminales a la espera de juicio; comprendian y desdenaban a los tipos debiles.
Se burlaban de mi andar espasmodico, y acortaron mis dos nombres al odiado «Leroy». Me llamaban el Profesor Chiflado. Nunca me pusieron una mano encima. Creian que no era merecedor de semejante desprecio.
Lloyd vino a verme. Dijo que habia telefoneado a mi tia y le habia contado que yo estaba en la carcel. Del dinero de mi seguro no quedaba casi nada, pero aun asi la vieja se habia ofrecido a anticiparme doscientos billetes. Lloyd me informo de que en los Apartamentos Versailles, en la Sexta con St. Andrews, alquilaban un cuartucho de mala muerte por ochenta dolares al mes.
Cuando hubieron pasado los veinte dias se presento un oficial de la libertad condicional. Me explico que la jueza Waters iba a soltarme. Aplazarian la sentencia y me concederian tres anos de libertad a prueba. Tendria que buscarme un trabajo.
Le dije que me pondria a ello de inmediato y anadi que me convertiria en un hombre de bien.
En la furgoneta mantuve la boca cerrada. Me entere de que el jarabe para la tos Romilar CF te colocaba de una manera mas que decente y que las tiras de cinta adhesiva en los paneles de las ventanillas eran sistemas de alarma. El tipo de Cooper's Donuts lo sabia todo acerca de las putas negras. Podias comprar droga en tres de las cafeterias Norm's. La de Melrose con La Cienega era conocida como la de los maricas, la de Sunset con Vermont como la «normal» y la de la zona sur como la de los negros.
En algunas areas de Trancas Canyon la marihuana crecia silvestre. El hijo de Ma Duncan era ahora un abogado criminalista muy de moda. Doc Fich no tardaria en conseguir la libertad condicional. Carole Tregoff se habia vuelto lesbiana en la carcel. Caryl Chessman era un cabron; todos los tipos de San Quintin lo odiaban. La pelicula
Escuche y aprendi. Lei un ejemplar hecho polvo del
Mary Waters me solto dos dias antes de Navidad. En el camino de regreso a Robert Burns Park compre unos inhaladores.
Alquile un apartamento de una habitacion en los Versailles y fui a una agencia de empleo temporal. Hice algunos trabajos de mensajero.
El funcionario de la libertad condicional encontro satisfactoria mi vida laboral, y se mostro satisfecho con mi pelo corto y mis pantalones discretos. Me aconsejo que evitara a los hippies; todos se colocaban con sustancias que alteraban la mente.
Lo mismo que yo.
Hacia mis chapuzas de lunes a viernes. Para desayunar me tomaba un cuarto de litro de whisky mezclado con Listerina, un elixir bucal. El piloto automatico me permitia llegar al almuerzo con algo de vino y/o hierba. Me emborrachaba cada noche y los fines de semana me los pasaba viajando gracias a los inhaladores.
El Romilar era una buena droga para allanamientos de morada. Las cosas normales parecian surreales y llenas de verdades ocultas. Fue de gran ayuda en mis incursiones nocturnas. Estuve en las casas de Kathy, de Kay y de Missy y me concentre en los botiquines. Engullia cuantas pildoras encontraba atractivas, con un buen trago de mi jarabe para la tos. Dos de cada tres veces me desmayaba y despertaba en mi cama.
Me gustaba lucir limpio y acicalado. En el 69 los hippies eran un verdadero iman para la pasma. Llevaban el pelo largo y ropas de colores y emitian vibraciones que pedian que los arrestaran. Me movi con relativa impunidad en mis dos mundos coexistentes. Sabia como hacer que la gente comprendiese lo que yo queria.
En marzo cumpli veintiun anos. Deje el apartamento y me instale en un hotel barato de Hollywood. Encontre un empleo con contrato indefinido en la emisora de television KCOP.
Trabajaba en los envios por correo. La gente respondia a anuncios de programas de mierda como
Todo me lo gastaba en alcohol, droga y pizzas. Me mude a un sitio mejor, un piso de soltero en la Sexta con Cloverdale. Me encapriche con unas mujeres de alli y las segui a todas partes.
El dinero del seguro se termino. La pasta que sisaba en el trabajo lo compensaba con creces. Tuve un choque ridiculo con la furgoneta de la empresa y me vi obligado a reconocer que no tenia carne de conducir. Me despidieron. Hice unos cuantos trabajos temporales y vivi con el minimo dinero posible. Me desespere. Entre en casa de Missy y transgredi una regla fundamental.
Robe todo el dinero del bolso de su madre. No podria regresar a esa hermosa casa de la Primera y Beachwood.
Mis incursiones empezaban a asustarme mas que excitarme. La ley de las probabilidades me pisaba los talones. En algunos lugares ya habia entrado veinte veces. Mi estancia en la carcel me habia ensenado cosas que alimentaban mi sentido de la cautela.
El robo con allanamiento era un delito en primer grado, penalizado con la carcel. Yo era consciente de que podia acabar en la prision del condado, lo cual acabaria conmigo por completo.
Los asesinatos Tate-LaBianca ocurrieron en agosto. La conmocion llego hasta Hancock Park.
Vi una cinta adhesiva en las ventanas de Kathy. Vi mas coches patrulla por las calles. Vi letreros de sistemas de alarma en las puertas principales de las casas.
Puse fin a mis incursiones nocturnas. Deje de hacerlo, total y definitivamente.
Pase el ano siguiente en un limbo de fantasia. Obtuve algunos trabajos temporales y un empleo en una libreria porno. Las publicaciones de sexo duro ya eran legales. En las revistas aparecian chicas hippies a todo color, sin maquillaje y desnudas.
No tenian aspecto de cansadas o degeneradas. Era como si posaran porque les divertia y para sacarse algo de pasta. Estaban metidas en un feo negocio clandestino. En sus miradas gelidas y sus entrecejos algo fruncidos se advertia que se percataban de ello.
Me recordaban a la Dalia, sin maquillaje y sin su indumentaria negra. La Dalia se asfixio en la ilusion de la meca del cine. Esas chicas eran enganadas en algun asqueroso plano metafisico. Me llegaban al corazon. Yo era el dependiente de una libreria porno que iba a sacarlas de aquel mundo sordido para obtener a cambio su sexo. Guardaba sus fotos del mismo modo que Harvey Glatman coleccionaba visceras de sus victimas. Les adjudicaba nombres y de noche rezaba por ellas, mis chicas. Mande al asesino de la Dalia para que las atacase, y en el ultimo momento, cuando el cuchillo descendia, yo las salvaba. Mientras me colocaba con Benzedrex, se abrian de piernas y hablaban conmigo.
No me enamoraba de las que tenian un cuerpo perfecto y una cara hermosa.
Me gustaban las sonrisas un punto artificiosas y los ojos que no podian ocultar su tristeza. Los rasgos irregulares y los pechos de formas extranas me impresionaban mucho. Yo buscaba seriedad sexual y