III. STONER
12
Todos sus fantasmas eran mujeres. Corrian por sus suenos de modo intercambiable.
La podrida en la cuneta de la carretera 126. La camarera de la Marina. La adolescente que se quedo muda de estupor despues de que la violasen y golpearan.
La logica del sueno distorsionaba los detalles. Las victimas se movian entre los escenarios del crimen y mostraban signos de muerte contradictorios. A veces volvian a la vida. Se las veia mas viejas o mas jovenes o tal como eran en el momento de su muerte.
Daisie Mae fue sodomizada como Bunny. Karen recibio los golpes de cachiporra que hicieron caer de bruces a Tracy. La cachiporra era de fabricacion casera. Los asesinos habian introducido cojinetes en un pedazo de manguera de jardin y habian cerrado los dos extremos. Las resurrecciones instantaneas resultaban desconcertantes. Se suponia que las mujeres tenian que quedarse muertas. El asesinato las acercaba a el. Su amor empezaba en el instante mismo en que morian.
Sonaba mucho. Habia dejado la persecucion y pasaba por una especie de retiro temprano. Habia llegado el momento de salir. Renuncio a todo lo que tenia. Queria marcharse, definitivamente.
Dejo facturas sin pagar. Karen le enviaria notas para recordarselo. El le habia fallado porque los contactos no estaban alli y otros asesinatos dispersaban sus obligaciones. Era victima de la confusion y del azar, igual que ella.
Intentaria compensarla con el amor que aun sentia.
Se llamaba Bill Stoner. Tenia cincuenta y tres anos y era detective de la Brigada de Homicidios en la Oficina del Sheriff del condado de Los Angeles. Estaba casado y tenia dos hijos gemelos de veintiocho anos.
Marzo del 94 tocaba a su fin. A mediados de abril dejaria el trabajo; llevaba treinta y dos anos en el, catorce de los cuales en Homicidios. Se retiraba como sargento con veinticinco anos de antiguedad en el puesto. Con su pension viviria bien.
Se iba intacto. No era un borracho ni habia engordado a fuerza de alcohol y hamburguesas. Llevaba mas de treinta anos con la misma mujer y juntos habian pasado epocas dificiles. Nunca habia tomado el camino bifurcado que seguian muchos polis. No jugaba la doble baraja de tener una familia y una serie de amigas entre la comunidad de agentes de la ley, que acababa de abrirse a las mujeres.
No se habia escondido tras el trabajo ni se habia recreado en una vision sombria del mundo. Sabia que el aislamiento generaba resentimiento y autocompasion. El trabajo de policia era ambiguo por naturaleza. Para asegurarse su arraigo moral la pasma desarrollaba codigos sencillos que reducian cuestiones complejas a breves epigramas. Y todos los epigramas se reducian a esto: la policia sabe cosas que el resto de la gente ignora. Cada epigrama confundia en la misma medida que iluminaba.
Eso era lo que le habia ensenado el trabajo en Homicidios. Lo aprendio gradualmente. Vio casos desconcertantes que concluian en una sentencia condenatoria sin alcanzar a comprender por que se habian producido los asesinatos. Llego a desconfiar de las respuestas y las soluciones faciles y se regocijo en las pocas viables que encontro. Aprendio a reservarse los juicios, a contener su ego y a hacer que la gente se acercara a el. Era la actitud de un inquisidor, lo cual lo distanciaba un poco de si mismo al tiempo que lo ayudaba a controlar su temperamento general y a poner riendas a su conducta.
Los primeros diecisiete anos de su matrimonio fueron una guerra. Se peleaba con Ann. Ann se peleaba con el. Sin embargo, gracias a la suerte y a un cierto sentido de hasta donde podia llegarse, todo quedaba en palabras. Eran igualmente volubles y profanos y, por lo tanto, sus exigencias eran igual de egoistas. Ambos aportaban a su guerra reservas equiparables de amor.
El llego a detective de Homicidios. Ann llego a enfermera titulada. Empezo la carrera tarde. El matrimonio sobrevivio porque ambos trataban con la muerte.
Ann se retiro pronto. Sufria de hipertension y era alergica. Los anos de mala vida le pasaban factura.
Y a el tambien.
Estaba exhausto. Cientos de asesinatos y las epocas dificiles pasadas con Ann merecian un buen premio.
Queria abandonarlo todo.
El trato con la muerte le habia ensenado como dejar que las cosas marchasen solas. Queria ser un padre de familia y un esposo en plena dedicacion. Queria ver a Ann y a los chicos todo el tiempo y de manera permanente.
Bob regentaba una tienda Ikea. Estaba casado con una mujer muy formal y tenian una hija pequena. Bob observaba las reglas. Bill Junior era mas problematico. Levantaba pesas, iba a la universidad y trabajaba de gorila. Tenia un hijo de su ex novia, una japonesa. Bill Junior era un chico brillante y un gilipollas inveterado.
Amaba a sus nietos con locura. Para el la vida era magnifica.
Tenia una hermosa casa en Orange County. Tenia una buena reserva de dinero y de salud. Gozaba de un buen matrimonio y mantenia un dialogo privado con mujeres muertas. Era su propia interpretacion del sindrome Laura.
A los detectives de Homicidios les gustaba mucho la pelicula
El no estaba tan loco ni enganchado a lo dramatico. La contrapartida de
Las mujeres muertas encendian su imaginacion. Las honraba con tiernos pensamientos. No les permitia que controlaran su vida.
Estaba decidido a jubilarse pronto. Las cosas pasaban deprisa y brillantes por su cabeza.
Tenia que ir a la oficina. A las nueve se habia citado con un hombre cuya madre habia sido asesinada hacia unos treinta anos. El hombre queria echar un vistazo al expediente policial.
El terremoto de enero derrumbo el Palacio de Justicia. La Brigada de Homicidios de la Oficina del Sheriff, se mudo a la ciudad de Commerce. Estaba a una hora al norte del condado de Orange. Tomo la 405 hasta la 710. Un detective de Homicidios se pasaba la mitad del tiempo en la autopista. Acababan por dejarlo exhausto.
El condado de Los Angeles era grande, topograficamente diverso y solo podia cruzarse por autopista. Las autopistas reducian los problemas para deshacerse de un cadaver. Los asesinos podian meterse en remotos
