La puerta se abrio con un chasquido. Bill Stoner aparecio en el quicio y se presento.

Media cerca de un metro ochenta y debia de pesar unos ochenta kilos. Tenia los cabellos castanos, finos, y lucia un gran bigote. Llevaba traje oscuro, camisa a rayas y corbata a juego.

Nos dimos la mano y volvimos a entrar en Casos No Resueltos. Stoner me mostro brevemente un ejemplar de mi novela, Jazz Blanco. Me pregunto por que todos los policias eran extorsionadores y pervertidos. Le dije que los buenos policias no daban bien en la ficcion. El senalo la foto de la contracubierta. En ella yo aparecia con mi bull terrier tendido sobre mis muslos.

Le dije que el perro parecia un cerdo blanqueado. Anadi que se llamaba Barko. Era un cabronazo muy listo. Lo echaba de menos. Mi ex esposa habia conseguido la custodia.

Stoner se echo a reir. Nos sentamos en escritorios contiguos. Me paso un archivo de acordeon marron.

Dijo que las imagenes de la escena del crimen eran explicitas. Me pregunto si aun queria verlas.

Conteste que si.

Estabamos solos en la oficina. Nos pusimos a hablar.

Le conte que en los anos sesenta y setenta habia pasado algun tiempo en el condado. Hablamos de las ventajas y desventajas del Biscailuz Center y del Wayside Honor Rancho. Dije que me encantaban los pimientos rellenos del almuerzo. Stoner me conto que el los comia cuando iba por el Wayside.

Tenia una voz suave de inquisidor y adornaba los monologos con breves pausas. Nunca interrumpia, pero ni por un instante apartaba la mirada de quien le hablaba.

Sabia como sonsacar a la gente. Sabia extraer secretos intimos. Note que me incitaba a ello. No me resisti. Sabia que Stoner habia reparado en mi lado exhibicionista.

Solo estaba ganando tiempo. El expediente marron me asustaba. Y sabia que Stoner estaba incitandome a abrirlo.

Charlamos. Intercambiamos historias policiacas de Los Angeles. El tenia una percepcion aguda y lucida, carente de la ideologia policial tipica de tantos de sus companeros. Catalogaba al DPLA de institucion racista y conferia una intensa carga dramatica a sus relatos. Decia «jodido» con la misma frecuencia y tranquilidad que yo y utilizaba un lenguaje procaz para aumentar el efecto de sus palabras. Describio el caso Beckett y me condujo de cabeza al terror de Tracy Stewart.

Tras dos horas de charla guardamos silencio, casi como si nos hubieran indicado que lo hicieramos.

Stoner abandono la estancia. Yo me deje de evasivas.

Dentro del expediente habia sobres, hojas de teletipo y notas sueltas garabateadas en recortes de papel, asi como un «Libro Azul» de la Brigada de Homicidios de la Oficina del Sheriff. El libro en cuestion, de cincuenta paginas, contenia informes mecanografiados en orden cronologico.

El informe del cuerpo encontrado. El informe del forense. Informes sobre sospechosos exonerados. Tres entrevistas literales.

El Libro Azul era fragil y estaba enmohecido. En la tapa aparecian dos nombres mecanografiados. No los reconoci. Sargentos John G. Lawton y Ward E. Hallinen.

Eran los hombres que me habian preguntado con quien follaba mi madre. Uno de ellos me habia comprado un dulce, hacia un millon de anos.

El expediente estaba mal conservado y rebosaba de papeles y notas sueltas metidas de cualquier manera y luego olvidadas. El aspecto descuidado resultaba tan ofensivo para mi como simbolico. Me hallaba ante el alma perdida de mi madre.

Puse orden en todo aquello. Forme una hilera de pilas de papeles, bien ordenados. Aparte a un lado el sobre con el rotulo «Fotos Escena del Crimen». Estudie por encima el primer monton de informes del Libro Azul y aprecie detalles extranos.

Mi direccion en El Monte era Maple, 756. Dos testigos vieron a mi madre sentada a la barra del Desert Inn. El nombre me dejo aturdido. Los periodicos decian que mi madre acudia a una cocteleria de la localidad. Nunca concretaban mas.

Hojee algunos informes. Un testigo del Desert Inn aseguraba que el acompanante masculino de mi madre era mexicano. El hecho me sorprendio. Jean Ellroy era derechista y estaba obsesionada con las apariencias. No me la imaginaba en un lugar publico con un cholo.

Eche un vistazo a la ultima seccion y vi dos cartas manuscritas. Un par de mujeres delataban a sus ex maridos. Escribian a John Lawton y daban razones detalladas de sus sospechas.

La mujer numero uno escribia en 1968. Decia que su ex trabajaba con Jean en la planta de Packard-Bell. Habia estado liado con Jean y con otras dos mujeres de la empresa. Despues de la muerte su comportamiento habia sido sospechoso. La mujer le habia preguntado donde estaba esa noche y el, tras golpearla, le habia exigido que cerrara el pico.

La mujer numero dos habia escrito en 1970. Segun ella, su ex tenia una cuenta pendiente con Jean Ellroy, que se habia negado a tramitar una reclamacion por lesiones que el habia presentado. Aquello «lo habia sacado de quicio». La mujer numero dos anadia en una posdata que su ex habia prendido fuego a una tienda de muebles. Habian tenido que devolver una mesa de cocina que el habia comprado, lo cual «lo habia sacado de quicio» una vez mas.

Las dos cartas sonaban a venganza. John Lawton habia anadido una nota a la numero dos; en ella dejaba constancia de que ambas pistas habian sido investigadas y desechadas por invalidas.

Eche un vistazo al libro. Capte leves destellos de datos.

Harvey Glatman fue interrogado y descartado como sospechoso. Recorde el dia en que lo llevaron a la camara de gas. Un testigo del Desert Inn discutia el detalle del mexicano. Decia que el tipo que estaba con la rubia y la pelirroja era «un hombre blanco, moreno». Mi madre trabajaba en Airtek Dynamics desde septiembre del 56. Yo creia que por entonces aun estaba en Packard-Bell. El informe de la autopsia senalaba la presencia de semen en la vagina de mi madre. No habia ninguna mencion a lesiones internas o abrasiones vaginales. No habia indicio alguno de violacion; nada hacia pensar que el encuentro sexual no hubiese sido de mutuo acuerdo. Mi madre estaba con el periodo. El cirujano forense le encontro un tampon en la vagina.

Los hechos me golpearon como una andanada. Sabia que debia contener la rafaga. Saque pluma y libreta de notas y pase a las declaraciones transcritas. La primera fue toda una revelacion.

Lavonne Chambers atendia los coches del restaurante Stan's Drive-In, a cinco manzanas del Desert Inn. Habia atendido a mi madre y a su acompanante masculino dos veces, el sabado por la noche y el domingo de madrugada.

Segun ella, el tipo era griego o italiano. Conducia un Oldsmobile del 55 o del 56, de dos tonos. Habia llegado con mi madre hacia las 22.20. Cenaron en el coche. Hablaron. Se marcharon y volvieron hacia las 2.15.

El hombre estaba callado y tenia aire hosco. Mi madre estaba «muy animada». «Charlaba por los codos.» Tenia mal colocado el escote y uno de los pechos quedaba medio a la vista. Se la veia «algo desalinada». El hombre «parecia aburrido con ella».

Todo aquello era informacion nueva y caliente. Y mandaba al cuerno mi vieja teoria.

Yo creia que mi madre habia dejado el bar con el Hombre Moreno y la Rubia. Que habian intentado forzarla a un menage a trois, que ella se habia resistido y el asunto habia terminado mal.

El estaba «aburrido». Ella, «desalinada». Lo mas probable era que ya hubiesen follado y el quisiera desembarazarse de ella. Mi madre queria mas de su tiempo.

Yo solia frecuentar el Stan's Drive-In, que quedaba al otro lado de Hollywood High. Las camareras que atendian los coches llevaban uniforme rojo y blanco. El Krazy Dog era estupendo. Las hamburguesas y las patatas fritas, famosas.

Lei la declaracion tres veces. Anote los datos clave. Me prepare y abri el primer sobre.

Contenia tres instantaneas. Vi a Ed y a Leoda Wagner, hacia el ano 50. Vi a mi padre a los cuarenta y cinco o cuarenta y seis anos. Las fotos llevaban sendas leyendas: «Herrn. de la vict. y su mar.» y «Ex mar. de la vict.». Mi padre aparecia guapo y en forma.

La tercera foto lleva esta leyenda: «Vict., agosto del 57.»

La mujer de la foto llevaba un sarong blanco. Me acordaba de el. Sostenia una copa y un cigarrillo. Tenia los cabellos recogidos, corno los llevaba siempre. Detras de ella habia gente de juerga. Parecia un picnic o algo asi.

Su aspecto era deplorable, con la cara hinchada y ojerosa. Parecia mayor de los cuarenta y dos anos y cuatro meses que tenia. Semejaba una borracha que intentase simular, sin exito, que no lo era. La imagen se

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