18
Esa noche subi al coche y fui a El Monte. El calor y la humedad eran insoportables.
El valle de San Gabriel siempre habia sido muy caluroso. Mi madre murio durante una oleada de calor de principios de verano. La sensacion de bochorno era ahora la misma de entonces.
Segui un viejo instinto que me condujo a la casa. Mantuve las ventanillas bajadas y deje que el aire caliente entrara en el coche. Pase por delante de la comisaria de El Monte. Seguia alli, en el mismo lugar que en 1958. Pero el edificio tenia un aspecto distinto. Quiza le hubieran hecho un lavado de cara. El coche me parecia una condenada maquina del tiempo.
Doble hacia el norte por Peck Road. Recorde un largo regreso a casa a la salida del cine. Habia visto entera
En Peck con Bryant torci hacia el oeste. En la esquina sudoeste vi una tienda 7-Eleven. Los clientes eran hispanos. El hombre del mostrador, asiatico. El Monte habia dejado de ser blanco hacia tiempo. Tome por Maple y aparque enfrente de mi antigua casa, al otro lado de la calle.
Era mi tercera visita en treinta y seis anos. Las dos anteriores me acompanaban periodistas y reporteros. En ambas ocasiones me mostre locuaz y desenvuelto. Senale los anacronismos y me extendi sobre lo que habian hecho a la propiedad los inquilinos posteriores. Esta era mi primera visita nocturna. La oscuridad disimulaba los cambios y me devolvio la imagen de la casa tal como estaba entonces. Recorde la noche en que habia contemplado una tormenta desde la ventana del dormitorio de mi madre. Me habia tendido en su cama y habia apagado las luces para distinguir mejor los colores. Mi madre habia salido a alguna parte. En una ocasion me habia sorprendido en su dormitorio y me habia reganado. Cada vez que ella salia de noche yo me colaba en la estancia e inspeccionaba el cajon de la lenceria.
Tome otra vez por Peck Road y baje hasta Medina Court. El lugar estaba exponencialmente mas ruinoso que en el 58. En apenas tres manzanas vi cuatro trapicheos de droga en las aceras. Unas cuantas semanas antes de su muerte mi madre me habia llevado hasta Medina Court.
Yo era un chiquillo holgazan y ella quiso ensenarme el futuro que me esperaba como «espalda mojada» anglosajon.
Ahora, El Monte era un agujero infecto. Ya lo era en 1958, pero se trataba de un agujero infecto apacible, armonioso con su tiempo. La droga era clandestina y las armas, escasas. Por entonces El Monte tenia apenas el diez por ciento de su poblacion actual y la tasa de criminalidad era una trigesima parte de la presente.
Jean Ellroy habia sido una victima anomala en El Monte. Aquel lugar atraia su lado salvaje, el que gustaba de las tabernas sordidas. Creia haber encontrado un buen lugar para esconderse, un lugar que cumplia con sus exigencias de seguridad y le proporcionaba terreno para divertirse los fines de semana. Despues de tantos anos sin duda sabria reconocer el peligro y se mantendria alejada. En 1958, habia llevado a El Monte su propio peligro.
Ella escogio el lugar y lo convirtio en su mundo aparte. Habia poco mas de veinte kilometros entre mi Los Angeles de ficcion y la ciudad real.
El Monte me asusto. Era el puente entre mis dos mundos separados, una zona de perdida y de absoluto terror aleatorio.
Segui hasta el 11.721 de Valley. El Desert Inn se habia convertido en el restaurante Valenzuela's. Era un edificio de adobe blanqueado y techo de tejas.
Me detuve en el aparcamiento trasero. Aquella noche mi madre habia estacionado su Buick en el mismo lugar.
Entre en el restaurante. La distribucion me sorprendio.
El local era estrecho y tenia forma de ele. Frente a la puerta habia un mostrador de servicio. Tenia el mismo aspecto, exactamente, que la imagen que habia conservado en mi mente durante treinta y seis anos.
Los reservados. El techo bajo. El angulo de la ele a mi derecha. Todo encajaba con mi antigua impresion mental.
Acaso ella me habia llevado alli alguna vez, o quizas hubiese visto alguna foto. O tal vez acababa de entrar en una extrana matriz psiquica.
Me quede en la puerta y mire alrededor. Todas las camareras y todos los clientes eran hispanos. Media docena de miradas se volvieron hacia mi, preguntandose quien mierda era yo.
Regrese al coche y segui por Valley arriba hasta Garvey. Pase por delante del aparcamiento de la esquina nordeste.
En aquel tiempo se alzaba alli el Stan's Drive-In. Ahora solo vi una cafeteria abandonada. Stan's quedaba a seis manzanas del Desert Inn. El Desert Inn quedaba a dos kilometros del 756 de Maple. Y el 756 de Maple quedaba a dos kilometros del instituto Arroyo.
Todo quedaba muy cerca y resultaba muy vecinal.
Fui hasta el instituto Arroyo. Habia oscurecido y la bruma me impedia ver las montanas, a tres kilometros de donde me encontraba.
Aparque en King's Row. Puse las luces largas y enfoque la escena del crimen.
Adopte la perspectiva del Hombre Moreno. Sustitui mis ansias de «mas» por su deseo de follarse a mi madre. Converti mi rabia por remontar mi pasado en la suya por destruir la resistencia de aquella mujer. Percibi su determinacion y la sangre de sus ojos. Me quede corto en cuanto a su voluntad de infligir dolor en busqueda del placer.
Recorde un triste incidente. Sucedio en el 71 o en el 72.
Eran las dos o las tres de la madrugada y yo estaba en Robert Burns Park, volviendo en mi de un viaje de inhaladores. Crei oir un grito de mujer.
No estaba seguro del todo. Estaba colgado de las anfetaminas y por aquella epoca solia oir voces.
El grito me asusto. Adverti que procedia de los apartamentos del lado oeste del parque. Quise huir y esconderme. Quise salvar a la mujer. Dude y corri hacia el sonido.
Escale la valla del parque. Hice mucho ruido.
Me asome a la ventana de un dormitorio; estaba iluminada y vi a una mujer que se ponia una bata. Se volvio en direccion a mi, apago la luz y solto un grito. Pero no sono como el que acababa de oir desde el parque. Salte de nuevo la valla y escape por Beverly Boulevard abajo. Las voces me siguieron. Me decian que buscara a la mujer y le asegurara que no pretendia hacerle dano. Llegue a la conclusion de que el primer grito no habia sido tal. Era una mujer haciendo el amor.
A la manana siguiente me emborrache. Las voces remitieron. Nunca pedi disculpas a la mujer.
El incidente me asusto. Le habia dado un susto a aquella mujer y sabia que nunca entenderia mis buenas intenciones.
Volvi a Newport Beach. Consulte el contestador y encontre un mensaje de Bill Stoner.
Decia que tenia noticias urgentes. Que lo llamara, no importaba la hora.
Lo llame. Habia encontrado un viejo expediente Sin Resolver que lo habia sacado de sus casillas.
Tenia fecha 23/1/59. La victima se llamaba Elspeth
19
El ulular de un buho lo denuncio. La centralita de San Dimas recogio la llamada a las 2.35.
El tipo dijo que habia salido a cazar mapaches y que habia visto un cuerpo junto a la calzada, en Don Julian con la Octava. El hombre se llamaba Ray Blasingame. Vivia y trabajaba en El Monte y telefoneaba desde la estacion de servicio de Valley con la Tercera.
El agente de la centralita se puso en contacto con una unidad que patrullaba por la zona. Los agentes Bill