– He venido porque ella me prometio esta tarde.

Cecilia se zafo de las garras del hombre.

– Con Mercedes una promesa no es una garantia -le aseguro, arreglandose el manto-. Es mas caprichosa que su difunta madre, que Dios la tenga en la gloria.

Leonardo sonrio con sarcasmo.

– ?En la gloria? Dudo que alli haya espacio para las que son como ustedes.

Cecilia clavo su mirada de fuego en el rostro del hombre.

– Tienes razon -respondio-. Seguramente acabaremos en el mismo lugar adonde iran los que son como tu.

Leonardo fue a responder como se merecia, pero se encogio de hombros. El recuerdo de la joven ocupo toda su atencion. La habia visto por primera vez cuando su madre aun vivia. Caridad lo habia enloquecido desde que se le entregara banada en miel. En aquellos tiempos, Mercedes era solo una chiquilla que salia de la recamara materna, a veces medio dormida, cuando el llegaba a visitar a su amante; y nunca la vio de otro modo hasta que Caridad murio en aquel incendio que casi arruino el negocio. Pero Leonardo no se fijo en ella de inmediato. Casi olvido su existencia porque dejo de visitar el lugar. Y cuando por fin regreso, dos anos despues, sus visitas fueron escasas y en horas de la madrugada. Asi es que tampoco coincidio con ella.

– Dice que no puede atenderte ahora.

La voz de dona Cecilia, a sus espaldas, lo saco de su embeleso.

– Pero ella me dijo…

– No es que no vaya a recibirte en toda la noche, pero ahora esta ocupada.

Leonardo se dejo caer sobre un sofa y encendio un cigarro.

Meses atras un amigo habia insistido en que lo acompanara hasta alli, aunque apenas era mediodia.

– Dona Cecilia no esta -les advirtio una muchacha de cutis dorado que salio a la puerta-, pero pueden esperar si lo desean.

La joven vestia un salto de cama que no ocultaba sus formas esplendidas. Leonardo la vio alejarse y desaparecer por una de las puertas. Su aspecto le resultaba familiar, pero sus sentidos embotados no lo dejaron reconocerla. Solo cuando el salio de una habitacion, horas mas tarde, y la vio a la luz de las lamparas que iluminaban la oscuridad del patio, su corazon dio un vuelco hacia el pasado. La joven era la imagen de su difunta madre, pero una imagen de tez mas clara y con un rostro angelical. Ya era tarde y no tenia tiempo para quedarse… pero regreso a la noche siguiente y pidio verla.

– El amante quiere revivir antiguas pasiones -dijo burlonamente dona Ceci-. Ya no esta la madre, pero queda la hija… que es mucho mas codiciada, dicho sea de paso.

– Dejate de palabrerias y buscala.

– Lo siento, pero Mercedes esta con alguien.

– Esperare.

– No te hagas ilusiones. Hoy vino a verla Onolorio.

– ?Quien?

– Su protector, su primer hombre… Cuando el viene, ella debe estar a su disposicion.

– Ni que fuera su dueno… -comenzo a decir Leonardo, pero se interrumpio al ver la expresion de Cecilia-. ?Que pasa?

– Es su dueno.

– ?Que quieres decir?

– La compro.

– ?De que estas hablando?

– ?Como crees que reconstrui mi casa despues del incendio? Hacia tiempo que don Onolorio estaba que se le hacia la boca agua por la nina, pero su madre no lo hubiera permitido por nada del mundo. Cuando Caridad murio, Onolorio me ofrecio una fortuna si lo dejaba convertirse en «mentor» de la muchacha. No me quedo otro remedio que aceptar.

– ?Le entregaste la nina a un hombre?

– Ya no era una nina, y ademas, Mercedes estaba encantada. Siempre me parecio una criatura medio endemoniada…

– ?Esa muchacha? -insistio el, recordando el rostro de la joven-. No puede ser.

– Solo te advierto.

Leonardo se marcho de madrugada, sin haber podido verla. Pero volvio al dia siguiente, y al otro, y al otro. Por fin, cerca de la medianoche, Mercedes salio de una habitacion acompanada por un hombre. Era un mulato achinado, vestido con un impecable traje de dril blanco. Ella le dio un beso de despedida y volvio a entrar, dejando la puerta semiabierta. El mulato paso junto a Leonardo.

– Ya se que estas encaprichado con mi hembra -le dijo-. Muchos se aburren y se van con otra, pero tu sigues en lo mismo.

– ?Quien te dijo…?

– Eso no importa. Esta noche puedes verla, pero andate con cuidado y no te pases de macho.

Y dejando a Leonardo con la palabra en la boca, atraveso la puerta de la calle, seguido por un individuo corpulento que parecia esperarlo junto a la entrada.

– Tu adorada ya esta libre -le dijo dona Ceci.

– Eres una vieja chismosa -la increpo Leonardo-. No tenias que andar diciendo por quien vengo.

– No soy yo quien da esa clase de informes. Onolorio tiene sus propios medios para saber lo que ocurre, sobre todo si concierne a su querida.

En ese instante alguien salio de las sombras, tropezo con el y casi lo tumba al suelo.

– Buenas noches -dijo el muchacho con aire humilde-. Me llamo Jose, pero los amigos me dicen Pepe…

Era evidente que estaba borracho.

– Perdone, caballero -intercedio otro joven, que pugno por arrastrar a su amigo de alli-. No quisimos molestarlo.

Leonardo les dio la espalda, deseoso por concluir lo que ya estaba dilatandose demasiado.

– Despues arreglamos el precio -le informo a la mujer en un susurro y camino hasta la puerta entreabierta.

Nunca habia pensado en los hombres mas que como animalitos que estaban alli para cumplir sus deseos. Otras mujeres se vestian para atraerlos, pero Mercedes creia que eran ellos quienes debian de comprarle vestidos y joyas. Nadie le explico nunca que su sistema de prioridades estaba errado; y ella tampoco lo comento, creyendo que se trataba del orden natural de las cosas.

Jamas supo en que momento brotaron tales ideas. Despues del desmayo, su cabeza se volvio un lio. Unicamente Cecilia noto el cambio. Comprendio que habia cometido un error al intentar revivirla con la misma miel empleada en la ceremonia, pero ya el dano estaba hecho.

Primero fueron las miradas que descubrio en la criatura cuando observaba a los hombres. Varias veces la sorprendio atisbando lo que ocurria en el interior de los cuartos y, mas tarde, revolcandose extranamente entre las sabanas. Pronto su conducta dejo de ser un secreto y fue motivo de chistes. La nina se pintaba los labios con licor de cafe, se echaba azucar en los parpados para que brillaran bajo las lamparas rojas y se paseaba desnuda por los pasillos, cubierta por un chal de seda dorada. Cecilia concluyo que el espiritu de Oshun la habia convertido en una diablesa.

Pero el problema principal era que la nina no era tan nina. Con casi quince anos, su madre se veia obligada a reprenderla para que se vistiera. Por si fuera poco, hubo que mantener a raya a los clientes que ofrecieron dinero por ella. Onolorio era el mas peligroso. Cecilia se sentia amenazada cada vez que el hombre entraba a su casa, acompanado por aquellos guardaespaldas de mala calana.

La muerte de Caridad, dos anos despues, fue providencial. Aunque el incendio casi acabo con su negocio, dona Cecilia vio los cielos abiertos cuando Onolorio le ofrecio el doble de lo que le costaria arreglarlo, si le daba los derechos de por vida sobre la criatura. No pretendia comprarla, claro que no. Solo queria tener prioridad y acceso ilimitado a su alcoba cada vez que quisiera verla.

Cecilia no dudo en entregarla. La muchacha parecia ansiosa por entrar en esa vida… algo que seguramente haria, tarde o temprano, ahora que su madre habia muerto. Segun el convenio, Mercedes no recibiria ningun

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