dinero por esas visitas; pero Onolorio estaba prendado de ella, y la joven hizo con el lo que se le antojo.
Muy pronto los hombres se convirtieron en un instrumento para cumplir sus caprichos y aplacar ese ardor que la azotaba dia y noche. Ninguno desperto en ella nada que no fueran instintos. Ni Onolorio, que durante los primeros meses apenas se separo de su lecho, ni todos los que llegaron despues, incluyendo a Leonardo, aquel senoritingo que siempre le traia regalos.
Las visitas de Onolorio, que habian menguado un tanto, volvieron a repetirse cuando aparecio Leonardo. Ella sospecho que existia una batalla silenciosa para ganarsela. Onolorio le pidio que se fuera con el, pero ella se nego. Le gustaba esa vida y esa casa, que consideraba suya, y no estaba dispuesta a someterse a la voluntad de un solo hombre que tal vez no la trataria tan bien cuando la supiera de su exclusiva propiedad. Pero aquella existencia no iba a durar mucho.
El primer atisbo de cambio se produjo de manera vaga e inesperada, como uno de esos suenos que despues se confunden con algo real. Casualmente, ocurrio la primera noche que Leonardo estuvo con ella.
Esa madrugada, cuando casi todos los clientes se habian marchado, hubo un eclipse de luna sobre La Habana. Mercedes no sabia lo que era un eclipse. Solo escucho el alboroto de las mujeres en el patio, mientras gritaban que la luna se estaba oscureciendo y que era el fin del mundo. Pero cuando ella salio a mirar, no noto nada extraordinario. Era la misma luna de siempre a la que le faltaba un trozo. Varios jovenes, al parecer estudiantes, trataban de tranquilizar a las mujeres. Mercedes se aburrio del alboroto y volvio a su habitacion.
Nunca supo si aquel eclipse desencadeno potencias magicas o si ocurrio algun otro fenomeno desconocido.
Mientras iba de regreso a su alcoba, una criatura diferente paso junto a ella, y su rostro fue el ramalazo de algo que la atrajo mas que el espiritu de Oshun. No penso en esa aparicion como en un hombre, aunque lo era, debido a esa cualidad crepuscular en su mirada. La criatura clavo sus ojos en Mercedes, pero aquella expresion no era igual que otras. Su demonio interior -aquel sucubo que penetrara en ella cuando la miel de la diosa mojo sus labios- retrocedio furioso ante la mansedumbre de ese rostro. Con todas sus fuerzas se aferro al hermoso cuerpo que habitaba desde hacia anos, negandose a abandonarlo. La joven batallo contra la potencia, casi al borde del ahogo, y fue como si un velo cayera a sus pies. Durante unos instantes, el mundo parecio otro. Repetidamente pugno por arrojar de si aquella voluntad ajena que la ataba a un universo oscuro y desesperado; pero al final acabo por entregarse de nuevo a la entidad que la dominaba, y paso junto al hombre, enajenada e indiferente, como si el nunca hubiera existido.
Pepe se burlaba de las supersticiones de su madre, pero solo de boca para afuera. El joven habia heredado aquel sexto sentido que, aunque no le permitia ver duendes, le dejaba intuir presagios y corazonadas. Sin embargo, no era consciente de su existencia. Mas bien lo percibia a un nivel remoto y subterraneo.
Anos despues pensaria en eso, al revisar los hechos que cambiaron su vida la tarde en que Fermin y Pancho lo invitaron a una funcion del Teatro Albisu. La zarzuela celebraba las victorias del antiguo ejercito espanol sobre las tropas mambisas; y aunque la Republica ya llevaba varios anos instaurada, el muchacho sentia en carne propia la sangre derramada por los cubanos. No importaba que fuera hijo de espanoles. Habia nacido en aquella isla y se consideraba cubano.
Durante el intermedio, Fermin y Pancho notaron su semblante hosco.
– No lo tomes tan en serio -le susurro Fermin al oido-. Todo eso paso a la historia.
– Pero sigue aqui -contesto Pepe, tocandose las sienes.
– Animate, hombre -le dijo Pancho-. Mira como hay damitas rondandote.
Jose se encogio de hombros.
– La verdad es que Dios le da panuelo al que no tiene narices -suspiro Pancho.
Cuando termino la funcion, lo invitaron a cenar.
– No llegues tarde -le habia rogado su madre.
No solo llego muy tarde, sino completamente borracho y custodiado por sus amigos, mas o menos en igual estado. Quizas si le hubieran dicho de inmediato el origen de su comportamiento, Angela no se habria molestado tanto: su Pepito estaba enamorado. Pero enamorarse es un concepto bastante ecuanime, casi reposado, en comparacion con el animo en que se hallaba el joven.
Despues de cenar, habian ido a tomar unos tragos. Bastaron cuatro para que el joven Jose, que jamas bebia, quisiera conocer a todo el que pasaba cerca. El mundo se le antojo un lugar lleno de personas amables y queridas; algo que nunca antes habia notado.
A las diez de la noche, y sin que supiera como, se sorprendio vagando por una zona desconocida de la ciudad escoltado por sus amigos. Dando traspies, atravesaron la puerta de un caseron desconocido. De inmediato, el muchacho se fijo en un caballero que conversaba con una momia. La momia no estaba muerta, como hubiera sido normal. Sonreia, y al hacerlo se arrugaba aun mas. Todo estaba muy oscuro, excepto por los bombillos rojos que llenaban de sombras el patio. Se acerco un poco para observar mejor. El caballero le parecio muy distinguido, digno de figurar entre sus mas selectas amistades. Pese a la expresion de contrariedad que endurecia su rostro, sintio el deseo inmediato de contar con su simpatia.
– Buenas noches -dijo, tendiendole una mano-. Me llamo Jose, pero los amigos me dicen Pepe…
El desconocido dejo de hablar para mirarlo.
– Perdone, caballero -dijo Fermin, acercandose-. No quisimos molestarlo.
Y tomo del brazo al joven para alejarlo de alli.
– Si vas a quedarte, mejor te callas la boca -le susurro Fermin-. Puedes meternos en un lio.
Pero Jose no estaba en condiciones de decidir si se quedaba o se iba a casa. Asi es que Fermin y Pancho lo dejaron con una mujer, y ellos se fueron con otras.
– Me llamo Jose -repitio, cuando ella lo hizo sentar sobre una cama-. Pero me dicen Pepe…
Enseguida cerro los ojos y comenzo a murmurar insensateces. La mujer comprendio que no podria esperar nada de el; pero como ya habia cobrado, lo dejo dormir.
Desperto una hora despues, sobresaltado por un gran escandalo. No le dolia mucho la cabeza, pero el mundo daba vueltas sin parar. Fue hasta una palangana con agua y se mojo la cara. Tambaleandose, abrio la puerta. El aire frio de la madrugada alerto sus sentidos. ?Donde estaba? Varias luces rojas iluminaban el patio. Se recosto a una pared, intentando imaginar donde podria hallarse.
Y en ese momento la vio. Un angel. Una criatura que Dios le enviaba para conducirlo a su morada definitiva, cualquiera que esta fuera. Se quedo atonito ante la fragilidad de sus rasgos, pero mas que todo ante sus ojos: de odalisca, de maga legendaria… La criatura se detuvo, estudiandolo con sorpresa. Noto las alas que se movian detras de sus hombros, con una cualidad lenta y acuatica. Irreal. Una mora de agua debia ser, como aquella que hablara con su madre antes de que el naciera.
Pero el prodigio fue breve. La ninfa desvio su mirada, como aquejada por un dolor antiguo, recupero su expresion hermetica y siguio andando. Solo entonces Jose descubrio que no tenia alas, sino una tunica casi transparente que el aire de la noche alzaba sobre sus hombros.
Media hora mas tarde, cuando sus amigos llegaron, estaba mas borracho que nunca, despues de haberse tomado varias lineas de ron que la momia le sirviera.
Mercedes lo hubiera olvidado, pero el ente de mirada crepuscular regreso. Y con un regalo insolito: rosas y un trio de trovadores que dio una serenata en el patio por primera vez en la historia del lupanar. El demonio que habitaba en ella, aturdido por el homenaje, abandono su cuerpo durante varias horas; el tiempo suficiente para que Mercedes pudiera hablar con Jose, conocer quien era y de que misterioso universo, habia surgido aquel hombre que no se parecia a ninguno.
Jose le hablo de sus suenos y de pensamientos que rondaban por su cabeza; de imagenes imposibles, como esas que aparecen en los instantes de extasis amoroso, cuando el ser humano se convierte en una criatura mas mistica… Ella lo escucho arrobada y tambien le conto los suyos; suenos diferentes a cuantos albergara hasta el momento y que surgian de algun rincon nunca antes visitado.
Volvio a su infancia, a la epoca en que sus padres la acunaban para dormir, cuando dona Cecilia encargaba docenas de jabones a su padre, aun vivo. Porque Jose le hablaba, y ella se convertia en una nina. Junto a el se esfumaban los clientes de mirada torva, las bromas de las meretrices, los olores del prostibulo. Fue feliz, de una manera nueva, hasta que el se marcho, dejandola otra vez en compania de mortales y demonios. ?Habria sonado?
Esa noche, Leonardo la visito. Y tambien Onolorio. Pero ella estuvo ausente de su cuerpo durante esas visitas,