frente a ella.
– ?Como que?
– Me gustaria saber a quien espera cada noche -insistio Cecilia-. Me ha hablado de una espanola que ve duendes, de una familia china que escapo de una matanza y de la hija de una esclava que termino en un prostibulo… Creo que se ha olvidado de su propia historia.
– No me he olvidado -aseguro Amalia con suavidad-. La conexion viene ahora.
Como un milagro
Durante cuatro meses, su herida la mantuvo entre la vida y la muerte. Pero eso no era lo peor: aquella frialdad que penetrara en su cuerpo desde la infancia pugnaba de nuevo por poseerla. Era como si dos mujeres habitaran dentro de ella. Cuando Jose iba al hospital por el dia, se encontraba con una joven dulce y timida que apenas hablaba; por las noches, los ojos enloquecidos de Mercedes se negaban a reconocerlo.
Lo mas dificil fue enfrentar la oposicion de sus padres. Juan dejo de hablarle y su madre se quejaba de dolores en el pecho, resultado -segun decia entre suspiros entrecortados- del sufrimiento. Pero Jose no se dejo intimidar por aquel chantaje.
Sus credenciales como estudiante de medicina le valieron un prestamo, con el que sufrago los gastos del hospital. Nada lograria alejarlo de su meta; y se consolaba al ver que, pese a sus cambios de humor, Mercedes se iba recuperando… no solo de su herida, sino de aquel trastorno en su alma.
Poco a poco la confusion se fue retirando a un rincon oscuro de su subconsciencia, revelando a una doncella inocente que parecia mirar el mundo por primera vez. Jose se sorprendia de sus preguntas: ?Donde se escondia Dios? ?Por que llovia? ?Cual era el numero mas grande de todos? Era como si tuviera delante a una nina. Y quizas fuera asi. Tal vez algun incidente, desconocido para el, habia provocado la fuga de su espiritu durante la infancia, y ahora ese espiritu regresaba para reanudar su crecimiento.
Una noche, poco antes de salir del hospital, una enfermera entro para traerle agua. La joven se desperto al escuchar el sonido del liquido que llenaba el vaso. La luz se reflejaba en el -luz de luna- y en el liquido que seguia cayendo interminable. De pronto, lo recordo todo: la ceremonia nocturna, el bano de miel, su desmayo… Supo que habia estado posesa desde la infancia, y que aquel espiritu que la poseyera era frio como un tempano de hielo. Apenas el pensamiento afloro a su conciencia, una mano piadosa lo cubrio para siempre. Su memoria se lleno de imagenes tranquilizantes. El asesinato de su padre se transformo en una enfermedad subita; la horrible muerte de su madre, en un benevolo accidente; y sus vivencias del burdel, en una larga estancia en el campo, donde habia vivido rodeada de primas.
Jose, unico testigo de su vida anterior, no dijo nada, ni siquiera a ella, y se guardo para si la verdadera historia.
Antes de convertirse en su marido, Jose fue el padre y el hermano que nunca tuvo, el amigo que la cuido y le revelo modales desconocidos; tambien fue el maestro que le enseno a leer.
Despues de graduarse, abrio su propio consultorio. Y ella, sin nada que hacer, se aficiono a la lectura. El propio Jose se sorprendia de los libros que descubria cada noche junto a su cama: sobre heroes del pasado y amores imposibles, sobre viajes miticos y milagros… como aquel que Mercedes deseaba. Porque los anos empezaron a pasar y ella comprendio que, pese al amor de aquel hombre, nada la alegraria tanto como un hijo. Pero la cicatriz que afeaba su vientre parecia una prohibicion divina. ?Seria el castigo por algun pecado que ella desconocia?
Tras mucho rezar, finalmente se produjo el milagro. Un dia de otono, su vientre comenzo a crecer. Y supo entonces que su vida y su cordura dependian de aquel bulto que latia en su interior…
Mercedes se acaricio el vientre y contemplo las nubes rojizas que adornaban el cielo de La Habana, huyendo de un huracan que acechaba la isla. Suspirando, abandono el balcon.
Ultimamente apenas dormia siesta, pegada a la radio para escuchar los novelones de turno. El capitulo de ese dia podia ser decisivo para el padre Isidro.
– Yo te amo, Maria Magdalena -habia dicho Juan de la Rosa, el marido de su rival-, pero no puedo abandonar a Elvira. Si ella no se hubiera sacrificado por salvar a Ramirito…
Maria Magdalena, tan comprensiva al inicio, fraguaba un asesinato solo conocido por el cura Isidro, su confesor, que habia estado enamorado de Elvira desde su juventud y escogio el sacerdocio cuando se entero de su boda. Ahora que la vida de su amada estaba en sus manos, parecia que nada podria hacer para salvarla, pues debia respetar el secreto de confesion. Aunque ?se atreveria a revelar lo que sabia? O al menos ?podria hallar una manera de hacerlo sin faltar a su juramento?
Mercedes se adormecio. En aquel dia ventoso y casi nublado, suenos confusos sacudieron su espiritu: unas garras heladas apretaban su vientre y le impedian respirar. Se llevo las manos a la antigua herida, pero una punzada mas fuerte le indico que el dolor no provenia de alli. Desperto casi mareada. El techo de la habitacion vibraba con un sonido apagado, como si muchos pies corrieran descalzos. Luego los cristales de la vitrina chocaron entre si, produciendo arpegios disonantes. Mercedes alzo la mirada y vio a un enano estrafalario colgando de la arana: el mismo que habia visto el dia de su boda, corriendo por los pasillos del hotel. En aquel momento le parecio muy curioso que solo ella pudiera notarlo. Cuando se lo dijo a Jose, su marido -algo turbado- le conto una historia fantastica. El enano era un duende que solo podian ver las mujeres de su familia, incluidas aquellas que entraban a formar parte de ella por medio de un casamiento. Despues de aquel dia, el duende nunca volvio a aparecer. Casi lo habia olvidado… hasta hoy.
– Bajate de ahi, duende del infierno -grito ella, furiosa-. Como rompas esa lampara, te mato.
Pero el hombrecito no se dio por enterado; por el contrario, duplico su imagen para mecerse en el balcon. Ahora habia dos duendes en la casa.
– Maldito demonio -murmuro Mercedes, y trato de ignorarlo.
Una punzada la obligo a apoyarse sobre una mesita donde solia colocar flores. Escucho chillidos a sus espaldas y se volvio. Ahora habia cuatro duendes. El tercero se balanceaba encima de un cuadro del Sagrado Corazon de Jesus. Y un cuarto brincaba de mecedora en mecedora.
En ese instante, Jose abrio la puerta y se detuvo perplejo. Las macetas del balcon giraban como trompos. El cuadro y la lampara competian con el pendulo del reloj en sus balanceos. Cuatro sillones se mecian solos, haciendo pensar en una reunion de fantasmas. De inmediato supo quien era el causante de ese parque de diversiones.
Un gemido de Mercedes lo saco de su embeleso. Corrio a levantarla, mientras el apartamento se estremecia con el estruendo del cuadro que caia al suelo. Ajeno a todo, la alzo en brazos y bajo las escaleras hasta el auto, olvidando cerrar la puerta.
Mercedes gemia con los ojos cerrados y, mucho antes de llegar a la clinica, un liquido tibio le empapaba las piernas. El dolor era agonico, como si una fuerza dentro de ella amenazara con partirla en dos. En ese momento no penso en el hijo que tanto habia deseado. Hubiera querido morir. En el hospital no escucho las recomendaciones del medico, ni las exhortaciones de las enfermeras. Se dedico a gritar como si la estuvieran matando.
Al cabo de muchas horas confusas -de manos que la tocaban, la exprimian o la reconfortaban- escucho el vagido de una voz nueva. Solo cuando le trajeron a la pequena que berreaba como una bendita reparo en las enfermeras con sus enormes tocados de monja, que iban y venian por los pasillos. Tardo unos momentos en comprender que su nina habia nacido en la clinica Catolicas Cubanas, antano la quinta de Jose Melgares y Maria Teresa Herrera, donde su madre habia trabajado como esclava hasta que conocio a Florencio, el calesero que seria su padre. De aquella misma mansion habia salido Florencio una noche, tras dejar su encargo de velas y vinos, antes de ser asesinado… Mercedes cerro los ojos para borrar el recuerdo prohibido.
– Jose -susurro a su marido, que se inclinaba embobado sobre la criatura-, alcanzame la cartera.
El hombre obedecio, sin imaginar para que necesitaba una cartera en ese momento. Ella hurgo en el fondo y