vista para buscar su causa. Un «oh» nada fingido se elevo de la multitud. Enfundada en un traje gris perla y llevando sobre los hombros un chal plateado, la silueta de una diosa aparecio en el umbral. Escoltada por los dos musicos, la actriz atraveso la sala.
Amalia se habia quedado tan pasmada como el resto, saboreando el hechizo, pero pronto advirtio que el encantamiento no emanaba de la diva. Su mirada se fijo en un objeto: el manto que cubria sus hombros. Nunca habia visto nada tan bello. No parecia una tela, sino un trozo de luna liquida.
– ?Que es eso que llevas puesto? -le susurro la joven cuando logro abrirse camino entre la turba de admiradores.
Rita sonrio.
– Sangre mexicana.
– ?Como?
– Lo compre en Mexico. Dicen que alli la plata brota de la tierra como la sangre de la gente.
Y al notar la expresion de Amalia, se saco de encima esa especie de azogue amorfo y lo coloco sobre su cabeza.
Un silencio de muerte se extendio por el patio. Incluso don Jose, que ya se preparaba para reprender a su hija por estar acaparando a la invitada principal, se quedo sin habla. Tan pronto como el chal cubrio a Amalia, una claridad de otro mundo broto de su piel.
– Pesa mucho -murmuro la joven, sintiendo el peso de los centenares de escamillas metalicas.
– Es de pura plata -le recordo su duena-. Y esta encantado.
– ?De verdad? -se intereso la nina.
– Con un hechizo de la epoca en que las piramides se cubrian con sangre y flores: «Si el manto de luz roza un talisman de sombras en presencia de dos desconocidos, estos se amaran para siempre».
– ?Que es un talisman de sombras?
– No lo se -suspiro la mujer-. Nunca se lo pregunte a quien me lo vendio. Pero es una leyenda muy bonita.
La joven palpo el chal, que se plego docilmente entre sus dedos, casi vivo. Sintio la fuerza que brotaba de la prenda y se hundia en su cuerpo, provocandole euforia y miedo a la vez.
«?Que es esto, Dios mio?», penso.
– Mira que bonita estas -le dijo Rita, empujandola hacia el espejo de la entrada-. Corre a verte.
Y se desentendio de ella, mientras los invitados recuperaban el aliento despues de aquella metamorfosis.
Frente al espejo, Amalia recordo el cuento de la princesa fugitiva que se ocultaba bajo una piel de asno durante el dia, pero que guardaba un traje de sol y un traje de luna con los que se vestia en secreto cada noche. Fue asi como la conocio el principe que se enamoraria de ella… Se arrebujo en la gelida belleza, sintiendose mas protegida bajo el peso del tejido.
El timbre de la entrada sono dos veces, pero nadie parecio escucharlo. Amalia fue a abrir la puerta.
– ?Aqui vive el maestro retirado? -pregunto una voz desconocida.
– ?Quien?
Ella se adelanto un poco para distinguir mejor la sombra que se agazapaba en el umbral, pero solo vio a un muchacho chino con un bulto de ropa en las manos. El azabache que llevaba al cuello se desprendio de su engarce y cayo a los pies del joven, que se apresuro a cogerlo. Sin querer, sus dedos rozaron el manto plateado.
El levanto el rostro para mirarla y en ese momento vio a la mismisima Diosa de la Misericordia, cuyas facciones aman todos los mortales. Y ella recupero la piedra con manos temblorosas, porque acababa de reconocer al principe de sus suenos.
Muy junto al corazon
Coral Castle: un nombre magico para un rincon perdido en las brumas de Miami. Eso pensaba Cecilia, con la mirada en el infinito. Su tia abuela la habia convencido para ir a ver «la octava maravilla de Miami». Y mientras viajaban rumbo al sur, observaba las bandadas de patos en aquellos rios artificiales que corrian paralelos a las calles, besando los patios de las casas. «Miami, la ciudad de los canales», la bautizo mentalmente, otorgandole con ello cierta condicion veneciana y hasta una cualidad vagamente extraterrestre por aquello de los
Regreso de su ensueno cuando su tia aparco junto a un muro de aspecto tosco y medieval, mas semejante a una diminuta fortaleza que a uno de los romanticos castillos de Ludwig II, el rey loco de Bavaria. La construccion tenia un aire inequivocamente surrealista. Parecia una vision de Lovecraft, con todos esos simbolos esotericos y astronomicos. Y la energia… Era imposible dejar de sentirla. Fluia del suelo como una corriente telurica que trepaba hasta la cuspide de la cabeza. ?Quien diablos habria hecho aquello? ?Y para que?
Echo una ojeada al folleto. Su constructor habia sido Edward Leedskalnin, nacido en Letonia, en 1887. El dia antes de su boda, su novia le dijo que no se casaria y el huyo a otras tierras con el corazon destrozado. Tras mucho viajar y enfermo de tuberculosis, decidio mudarse al sur de la Florida donde el clima era bueno contra su mal.
– Estaba obsesionado con ella -dijo Lolo sentandose en una mecedora de piedra, al notar el interes con que su sobrina leia el folleto-. Por eso construyo este sitio. Algunos decian que estaba loco, otros que era un genio. Yo creo que se puede ser las dos cosas a la vez.
Enloquecido o no, el hombre habia buscado un terreno para hacer un monumento a su amor. Fue asi como se dio a la tarea de levantar aquella fortaleza durante la decada de los anos veinte. Las rocas, talladas como objetos hogarenos o arquitectonicos, ofrecian un aspecto extranamente onirico. En el dormitorio habia una cama para el y su novia perdida, dos camitas para ninos y hasta una cuna rocosa que se mecia. Cerca habia una talla gigantesca, bautizada como el Obelisco; tambien un reloj de sol que marcaba las horas, desde las nueve de la manana hasta las cuatro de la tarde. Y estaba el Porton de las Nueve Toneladas: una roca irregular que giraba -por un milagro de ingenieria- como la puerta de un hotel moderno. Pero los dos sitios que mas fascinaron a Cecilia fueron la Fuente de la Luna y la Pared del Norte. El primero tenia tres piezas: dos hoces lunares y una fuente que imitaba la luna, con una islita en forma de estrella. La Pared del Norte era un muro coronado por varias esculturas: la luna en creciente, Saturno con sus anillos y Marte con un arbolito tallado en su superficie para apoyar la idea de que alli existia vida. Contemplando la Mesa del Corazon -donde florecia una ixora-, Cecilia sospecho cual era el origen de aquella obsesion por tallar rocas inmensas. Quizas la unica manera que tuvo aquel hombre de lidiar con su angustia fue convertir su amor en piedra.
– Estas eran sus herramientas -comento la anciana, entrando a un cuarto.
Cecilia vio un amasijo de hierros, poleas y ganchos. Nada pesado, ni particularmente grande.
– Aqui dice -observo Cecilia, fijandose en su folleto- que hay mas de mil toneladas de rocas, incluyendo los muros y la torre. El peso promedio de las piedras es seis toneladas y media… y hay varias con mas de veinte toneladas. Es imposible mover todo esto sin una grua.
– Pues asi fue -afirmo Lolo- y nadie pudo conocer su secreto. Trabajaba de noche, en la oscuridad. Y si llegaba un visitante, no volvia a su labor hasta que se habia marchado.
Cecilia deambulo por el lugar, absorta en un resplandor que oscilaba alrededor de las piedras. Casi podia verlo brotar de cada roca, rodeandolas con un halo traslucido y levemente violeta.
– ?Que pasa? -pregunto su tia-. De pronto te quedaste muda.
– Mejor no lo digo. Vas a creer que estoy loca.
– Yo decidire lo que debo creer.
– Veo un halo alrededor de las piedras.
– Ah, ?eso? -La anciana parecio desilusionada.
– ?No te asombras?
– Para nada. Yo tambien lo veo.