saco un envoltorio pequenisimo.

– Lo compre hace tiempo -dijo, antes de revelar lo que ocultaba el paquete.

Era una piedrecita negra y brillante, engarzada a una argolla en forma de mano. Mercedes la engancho a la manta que envolvia a su hija, usando un imperdible.

– Cuando sea mayor se la colgare al cuello con una cadena de oro -anuncio-. Es contra el mal de ojo.

Pepe no hizo ningun comentario. ?Como hubiera podido negarse a semejante peticion, teniendo una madre que se pasaba la vida viendo duendes y que habia legado esa maldicion a su mujer y, posiblemente, a la pequena que ahora dormia junto a ellos?

– ?Ya estan listos para inscribirla? -pregunto una voz desde la puerta.

– Preferimos bautizarla.

– Por supuesto -respondio la monjita-, pero primero hay que inscribirla. ?Ya han pensado en un nombre?

Ambos se miraron. Por alguna razon, siempre habian creido que tendrian un hijo, pero Mercedes recordo un nombre de mujer que siempre le habia gustado; un nombre dulce y, a la vez, henchido de fuerza.

– Le pondremos Amalia.

CUARTA PARTE. Pasion y muerte en el Ano del Tigre

De los apuntes de Miguel

A ESE NO LO SALVA NI EL MEDICO CHINO:

Asi se dice todavia en Cuba ante un caso de enfermedad incurable y, por extension, a quienes enfrentan situaciones de mucha gravedad. Se supone que la frase alude a uno de los medicos chinos que llegaron a la isla en la segunda mitad del siglo XIX -segun algunos, Chan Bombia, que desembarco en 1858; segun otros, Kan Shi Kon, que murio en 1885-. De cualquier manera, se trata del homenaje popular a los galenos chinos, que lograron curas asombrosas e inexplicables en la Cuba colonial.

Oh, vida

Despues de arrimar su auto a la acera, el chofer se bajo para abrir la puerta. La mujer salio, enfundada en un apretadisimo traje verde, y el hombre estuvo a punto de hacer una reverencia, pero hizo un esfuerzo y solo se inclino un poco.

– ?Cuanto le debo? -dijo ella, abriendo la cartera.

– Ni siquiera lo mencione, dona Rita. Me iria directico al infierno si le cobrara un centavo. Para mi ha sido un honor llevarla.

La mujer sonrio, acostumbrada a esas muestras de admiracion.

– Gracias, bonito -agradecio al taxista-. Que Dios te ilumine el dia.

Y cruzo la acera en direccion a la puerta donde se leia: EL DUENDE, GRABACIONES.

La campanilla sobresalto a una jovencita que dibujaba junto a un estante lleno de partituras.

– Hola, mi nina -sonrio la mujer.

– ?Papi, mira quien llego! -grito la criatura, corriendo hacia la recien llegada.

– ?Ten cuidado, Amalita! -la regano Pepe, que salia de la trastienda con unos discos-. ?Vas a estropearle el sombrero!

– ?No es lindo? -chillo la nina, desplegando el tul sobre el rostro de la visitante.

– Vamos, pruebatelo -dijo la mujer, sacandose la prenda.

– ?Usted la malcria mucho! -se lamento el hombre, encantado-. Me la va a estropear.

La actriz, normalmente recelosa cuando se enfrentaba a tantos mimos, se transformaba frente a esa criatura de doce anos con la cual mantenia un vinculo especial. Tambien su madre se le antojaba interesante, aunque por otras razones. Si la nina vibraba como un torrente dispuesto a arrasar con misterios y oscuridades, Mercedes era un enigma que los generaba. Nunca olvidaria la noche en que Jose las presento tras una funcion de Cecilia Valdes.

Con la mirada perdida, Mercedes habia comentado:

– ?Quien iba a decirme que de una verdad tan fea saldria una mentira tan bonita?

La actriz se quedo estupefacta. ?A que se referia? Cuando quiso indagar sobre el asunto, Mercedes no parecio entender de que hablaba. Era como si jamas hubiera hecho aquel comentario. Rita volvio a encontrarsela en otras ocasiones, pero apenas intercambiaron algunas frases. La mujer vivia absorta en su mundo.

Amalia, en cambio, irradiaba un encanto especial. A veces se comportaba como si en la habitacion hubiera un amigo invisible a quien solo ella podia ver. Entablaba conversaciones llenas de frases incomprensibles que Rita achacaba a su imaginacion, aunque no por ello dejaban de fascinarla. Solo en los ultimos meses, la jovencita parecio olvidar esos juegos. Ahora prestaba mas atencion a otros detalles, como el ajuar de Rita.

– ?Ya llego Ernesto?

– Llamo para decir que estaba retrasado -respondio Pepe, ordenando los discos por orden alfabetico.

– Cada vez que tengo ensayo, me hace lo mismo.

– ?En que teatro vas a actuar? -pregunto Amalia, con su aire entre inocente y descarado.

– En ninguno, mi reina. Vamos a hacer una pelicula.

Pepe dejo los discos.

– ?Se nos va a Estados Unidos?

– No, hijo -sonrio Rita-. Guardame el secreto, pero estamos preparando una pelicula musical.

El hombre trago en seco.

– ?En Cuba?

Ella asintio.

– Pues eso es el acontecimiento del siglo -articulo por fin.

– A ver si me entero que se cocina a mis espaldas.

Todos se volvieron hacia el recien llegado.

– Lo que ya sabes -respondio Rita sin inmutarse-. La primera pelicula musical de Cuba.

– ?Maestro Lecuona! -exclamo Pepe.

– ?Ah! -suspiro el hombre-. Ahora estamos entusiasmados con el proyecto, pero esos experimentos daran al traste con la creacion. Ahogaran el talento…

– ?Y dale con lo mismo, Ernesto! -exclamo Rita-. Ya se han hecho unas cuantas peliculas asi; no podemos quedarnos atras.

– Ojala me equivoque, pero creo que esa mezcolanza acabara por fabricar falsos idolos. El verdadero arte debe ser en vivo o, por lo menos, sin tanto traqueteo tecnico. Ya veras como pronto ponen a cantar al que no tiene voz. En fin… ?Esta todo preparado?

– Si, don Ernesto.

– ?Puedo entrar yo tambien, papi?

– Bueno, pero alla adentro no puedes ni respirar.

La nina asintio, muda de antemano. Aun con el sombrero de Rita en la cabeza, siguio a los adultos hasta el estudio situado en el fondo de la tienda, protegido de los ruidos por capas aislantes. Los tecnicos abandonaron sus

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