montones.

– No.

– Menos mal que se me ocurrio grabar el recibimiento. Fue espectacular -dijo el, tratando de decidir donde colocaba a Ravi Shankar- ?Ah! Tengo un chiste. ?Sabes para que el Papa va a Cuba?

Ella movio la cabeza con desgana.

– Para conocer de cerca el infierno, ver al diablo en persona y averiguar como se vive de milagro.

Cecilia apenas esbozo una sonrisa.

– Van a transmitir en vivo todas las misas -dijo el finalmente-, asi es que no te las pierdas. A lo mejor arde Troya delante de las barbas de quien tu sabes.

– No puedo quedarme en casa viendo television -murmuro ella-. Tengo que trabajar.

– Para eso inventaron el video, m’hijita.

Una voz femenina comenzo a cantar: «Dicen que tus caricias no han de ser mias, que tus amantes brazos no han de estrecharme…». Cecilia sintio que el nudo en su garganta le impedia respirar.

– Voy a grabarlo todo para la historia -comento Freddy, amontonando varios casetes de cantos gregorianos-. Para que nadie me haga un cuento…

Y cuando aquel bolero de medio siglo gimio: «Dame un beso y olvida que me has besado, yo te ofrezco la vida si me la pides…», los sollozos sobresaltaron a Freddy. Del susto dejo caer los casetes y dos columnas completas se derrumbaron.

– ?Que te pasa? -pregunto asustado-. ?Que tienes?

Nunca la habia visto asi.

– Nada… Roberto… -tartamudeo ella.

– ?Otra vez ese! -exclamo-. Mal rayo lo parta.

– No digas eso.

– ?Que paso ahora? ?Volvieron a separarse?

Ella asintio.

– ?Y ahora por que? -pregunto el.

– No se… No sabe. Cree que a lo mejor sigue enamorado de la otra.

– ?Aquella que me contaste?

Ella asintio.

– Pues oye bien lo que te voy a decir -dijo, colocandose frente a ella-. Yo se quien es esa mujer. Hice mis averiguaciones…

– ?Freddy! -comenzo a reganarlo Cecilia.

– Se quien es -insistio el- y te digo que no te llega ni al tobillo. Si quiere seguir con esa mujercita sosa y desabrida, alla el. Tu vales mas que cualquier tipa de esta ciudad. ?Que digo yo de esta ciudad? ?Del planeta! Si el quiere perderse la ultima maravilla del mundo moderno, buen tonto es y no vale una lagrima tuya.

– Quisiera estar en otro sitio -sollozo ella.

– Ya se te pasara.

Freddy le acaricio la cabeza, sin saber como consolarla. Ese era el dilema de Cecilia: una sensibilidad que siempre terminaba por convertirse en fuga. La mayor parte del tiempo intentaba mostrarse distante, como si huyera de sus afectos, pero el sabia que se trataba de un mecanismo de defensa para no salir herida… como ahora. Tambien sospechaba que la temprana muerte de sus padres era culpable de aquel temperamento que buscaba refugiarse por los rincones, huyendole al dolor del mundo. Pero esa sospecha no era suficiente para saber como podia ayudarla.

– Odio este pais -dijo ella finalmente.

– ?Vaya! Siempre la agarras con los paises. Primero fue Cuba, porque te caia mal Barba Azul. Ahora la coges con este, por una tipa del monton. Los paises no tienen la culpa de albergar gente abominable.

– Las ciudades son como las personas que viven ahi.

– Perdona que te lo diga, pero estas hablando sandeces. En una ciudad viven millones de gentes: buenas y malas, sabias y estupidas, nobles y asesinas.

– Pues me ha tocado la peor parte en la loteria. ?Ni siquiera tengo amigos! No tengo a nadie con quien hablar, solo tu y Lauro.

Estuvo a punto de mencionar a Gaia y Lisa, pero decidio no incluirlas en su lista de confidentes.

– Ya va siendo hora de que hagas mas amistades -le aconsejo Freddy.

– ?Donde? A mi me gusta caminar, y aqui no puedo ir andando a ningun sitio. Todo esta a mil millas de distancia. No sabes lo que me gustaria perderme en alguna calle para olvidarme de todo… A ver, dime, ?donde puedo encontrar aqui nada parecido a los parques de El Vedado, o al muro del malecon, o a los bancos del Prado, o al teatro Lorca cuando habia un festival de ballet, o al portal de la Cinemateca cuando ponian un ciclo de Bergman…?

– Si sigues hablando asi, soy capaz de irme a vivir otra vez a Cuba… con Lucifer y todo en el poder. ?Y no confundas las cosas! Tu problema es amoroso, no cultural. Te encanta mezclarlo todo para no enfrentar lo peor.

La ultima acusacion dio en el blanco y la hizo regresar de golpe a la realidad. Tuvo la certeza de que jamas volveria a ver a Roberto, pero ?como sobreponerse a el? Nadie habia hallado una cura para esa clase de dolor y seguramente no la hallaria nunca. Desde que sus padres la dejaran… Sacudio la cabeza para alejar aquellos demonios y busco un pensamiento protector: el relato de Amalia. Era un consuelo saber que no estaba sola. Sintio un soplo de esperanza. No iba a dejarse aplastar.

– Me voy -dijo de pronto, secandose las lagrimas.

– ?Quieres que te acompane? -pregunto Freddy, sorprendido por el subito cambio.

– No, voy a ver a una amiga.

Y apenas sin despedirse, salio a la noche azul de Miami.

No puedo ser feliz

Amalia, ?ya esta el cafe? -la llamo su padre. Salio de su ensueno delante del fregadero, y noto que el agua del grifo se desbordaba del jarrito.

– Vete de aqui -le dijo su abuela, entrando en la cocina-. Yo lo hare.

Con gestos cansados, muy diferentes a los agiles saltos con los que antano trepara por la serrania en busca de helechos, su abuela Angela cerro la llave y puso a hervir el jarro con agua sobre el fuego de la hornilla.

Amalia regreso a la sala. Junto al ventanal mayor, conversaban su padre y Joaquin Nin, ese pianista con un apellido que a ella le sonaba tan chino. ?O es que ahora todo se lo parecia? Hacia tres anos que se veia a escondidas con Pablo y no dejaba de pensar en el.

– ?Cuando se estrena su ballet?

– Dentro de una semana.

– ?No va a extranar Europa?

– Un poco, pero hacia tiempo que queria volver. Este pais es como un hechizo. Te arrastra, te llama siempre… Se lo comente a mi hija la ultima vez que hablamos; Cuba es una maldicion.

Otro mas, penso Amalia. Porque ella tambien estaba maldita. Y con un fardo peor que cargar con la sombra de un Martinico por los siglos de los siglos.

– Tal vez lo mas dificil del regreso sea alejarse de los hijos -comento Pepe.

– No para mi. Recuerde que me separe de su madre cuando ellos eran muy pequenos.

– He oido que Joaquinito salio a usted: un musico brillante.

– Si, pero a Thorvald le dio por la ingenieria, y Anais anda obsesionada con la literatura y la psiquiatria… Es una joven diferente a todas. Atrae a la gente como si fueran moscas.

– Hay personas con angel.

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