la silueta del templo en el exilio. Todo era como uno de esos juegos con espejos que repiten una imagen ad infinitum. Y bajo ese entramado que parecia simbolizar la union de todos, el Papa coronaria a la madre espiritual de los cubanos.
La diminuta corona de la virgen mestiza fue retirada de la imagen, y los dedos temblorosos del polaco colocaron otra mas esplendida sobre el manto cobrizo. La Virgen de La Caridad fue proclamada Reina y Patrona de la Republica de Cuba. La gente deliro de entusiasmo y comenzaron las congas: «Juan Pablo, hermano, quedate conmigo aqui en Santiago». Y otras mas audaces: «Juan Pablo, hermano, llevame contigo al Vaticano».
Cecilia suspiro mientras la camara recorria el paisaje. A lo lejos se alzaban las cordilleras azules, envueltas en nubes eternas, y la vision del santuario de El Cobre, proximo al lugar donde se decia que el arzobispo visionario Antonio Maria Claret predijera en el siglo XIX el terrible desastre que se avecinaba para la isla. Cecilia recordaba fragmentos de la profecia: «A esta Sierra Maestra vendra un joven de la ciudad y pasara un corto tiempo cometiendo hechos muy lejanos a los mandamientos de Cristo. Habra inquietud, desolacion y sangre. Vestira un uniforme no tradicional que nadie ha visto en este pais y muchos de sus seguidores tendran rosarios y crucifijos colgados del cuello e imagenes de muchos santos junto a armas y municiones». Mas de cien anos antes de que ella naciera, el santo habia visto imagenes que lo aterraron: «El joven gobernara por unas cuatro decadas, cercanas al medio siglo, y en ese tiempo habra sangre, mucha sangre. El pais quedara devastado…». Y Cecilia imaginaba cuanto se habrian alarmado los companeros del arzobispo al verlo caer en trance, mientras viajaba por las montanas sobre su muia: «Cuando se cumpla este tiempo ese joven, que ya sera viejo, caera muerto y entonces el cielo se tornara limpio, azul, sin esta oscuridad que ahora me rodea… Se levantaran columnas de polvo y otra vez la sangre anegara el suelo cubano por pocos dias. Habra venganzas y revanchas entre grupos dolidos y otros codiciosos que, por un corto tiempo, empanaran de lagrimas los ojos. Despues de estos dias tormentosos, Cuba sera la admiracion de toda America, incluyendo la del Norte… Cuando esto ocurra, vendra un estado de alegria, paz y union entre los cubanos, y la Republica florecera como nadie podra imaginar. Habra un tan gran movimiento de barcos en las aguas que, de lejos, las grandes bahias de Cuba pareceran ciudades enclavadas en el mar…». Cecilia no dudaba que si el arzobispo habia vislumbrado con tanta claridad la primera parte de la historia, no existia razon para que se equivocara en su conclusion… a menos que Dios hubiera decidido cambiar el video celestial para confundir al santo con el final de otra pelicula; pero ella confiaba en que no hubiera sido asi.
La muchacha bebio las imagenes que se revelaban con una luminosidad nueva desde la pantalla del televisor: las cimas brumosas de la sierra, pletoricas de leyendas; el mitico santuario de El Cobre, lleno de exvotos de todos los siglos; la tierra roja y sagrada de Oriente, anegada en minerales y sangre. «La belleza es el comienzo del terror…» Cecilia cerro los ojos, incapaz de soportarla.
Hacia casi tres semanas que no iba al bar, temerosa de buscar exagerado refugio en el relato de Amalia que se habia ido convirtiendo en una historia mas angustiosa que la suya. Aunque tal vez por eso regresaba a ella. Mientras la escuchaba, se daba cuenta de que su propia vida no era tan mala. Cuando llego, la oscuridad latia como un ente vivo en medio de los efluvios humanos. Se dirigio al rincon de siempre, tropezando con las mesas, y mucho antes de llegar distinguio el brillo del azabache en la oscuridad. Casi a tientas continuo su avance hasta que se sento frente a la mujer.
– Te he estado esperando -le dijo la anciana.
Su mirada lanzaba destellos que parecian iluminarlo todo. ?O acaso esa luz solo era un reflejo de las imagenes que mostraba la pantalla? Alli estaba el malecon con sus estatuas y sus amantes, sus fuentes y sus palmeras. Ay, su Habana perdida… Cecilia evoco los recuerdos enterrados en su memoria y tuvo una idea delirante. ?No se decia que la isla estaba rodeada de ruinas sumergidas? ?Y no afirmaban muchos que esas piedras ciclopeas pertenecian al legendario continente descrito por Platon? Quizas La Habana hubiera heredado el karma de la Atlantida que yacia junto a sus costas… y probablemente su maldicion. Si la gente reencarnaba, las ciudades tambien debian hacerlo. ?Acaso no sabia que las ciudades tenian alma? Ahi estaba la casa fantasma para demostrarlo. Y si es asi, ?no arrastraban tambien karmas ajenos? La Habana era como el resto de las tierras miticas: Avalon, Shambhala, Lemuria… Por eso dejaba una impresion indeleble en quienes la visitaban o habian vivido en ella.
– «Habana de mi amor…»
El bolero retozo en sus oidos como una premonicion. Observo de nuevo a Amalia. Cada vez que se encontraba con esa mujer le sucedian cosas raras. Pero ahora no queria pensar, sino conocer el final de aquella historia que, por ratos, le hacia olvidar la suya propia.
– ?Que ocurrio despues que los esbirros se llevaron a Pablo? -pregunto.
– Fue liberado al poco tiempo, cuando los guerrilleros tomaron la capital -murmuro la mujer, jugueteando con los eslabones de su cadena.
– «… si el alma te entregue, Habana de mi amor…»
Escucharon la melodia durante unos segundos.
– Y despues que lo soltaron, ?que paso?
Amalia dejo escapar un suspiro.
– Ocurrio que mi Tigrillo siguio siendo el mismo rebelde de siempre.
SEXTA PARTE. Charada china
PONERSELA A ALGUIEN EN CHINA: En Cuba, la frase alude a la persona que se enfrenta a una situacion complicada o aun grave aprieto. Un estudiante puede comentar que su maestro «se la puso en China» para referirse a las preguntas de un examen muy dificil.
Por extension, tambien ha llegado a significar la existencia de una circunstancia tan apabullante que resulta imposible actuar frente a ella.
Debi llorar
La gente se aglomeraba frente a las puertas del hotel Capri, deseosa de entrar al cabaret donde cantaria Freddy, esa interprete descomunal en voz y en talla. Dos funciones daria ese viernes: una al anochecer y otra cerca de la medianoche. Pero la conmocion no era provocada solo por la expectativa de escuchar a la cantante, sino por ese estado de excitacion que se renovaba a cada segundo desde que el ejercito de hombres barbudos se volcara sobre las calles y las haciendas, avanzando como una marea indetenible por la isla.
Varios meses despues que tomaran el poder, ya circulaban rumores sobre juicios sumarios, ejecuciones secretas, deserciones de altos funcionarios… Y ya se habia anunciado la intervencion de grandes companias. Intervenir: un concepto tan violento que era usado para esquivar frases mas explicitas como «despojarlo de sus bienes» o «quitarle el negocio». Tras los pejes gordos vendran los pequenos, corria el rumor. Algunos empezaban a conspirar por temor a que eso ocurriera, pero sus voces eran aplastadas por la efervescencia con que vivia la mayoria, arrastrada por el vendaval de himnos y consignas.
Con el mismo fervor con que aplaudia cada acto del nuevo gobierno, asi entraba la multitud enjoyada al Salon