Al principio, Amalia penso que se referia a la golpiza de agua que matara a su criatura… hasta que se produjo el golpe de Estado de 1952, encabezado por el general Fulgencio Batista, todo muy civilizado y sin que se disparara un tiro. Los muertos, en efecto, comenzaron a aparecer despues. Aquellos vaticinios no terminaron ahi. Peor seria la llegada de La Pelona, un ente mitico que, apoyado por un ejercito de diablos rojos, se convertiria en el Judas, el Herodes y el Anticristo de la isla. Hasta las criaturas pequenas serian masacradas si intentaban escapar de su feudo, aseguro Delfina.

Deseosa de alejar los malos pensamientos, regreso a las puntadas mientras su mente vagaba por otros rumbos. Muchas cosas habian pasado en los ultimos tiempos. Su madre, por ejemplo, se habia aparecido en la tienda. ?Lo sabia su padre? Claro que no, le aseguro Mercedes. De ninguna manera podia enterarse. Aferrado a su negativa de no verla despues de su fuga y posterior matrimonio, se habia vuelto hurano y ni siquiera reia como antes.

A Amalia no le gustaba pensar en el porque invariablemente terminaba llorando. Tenia un marido que la adoraba y una madre que ahora vivia pendiente de ella, pero le faltaba su mejor amigo. Anoraba su carino de animal viejo y dulce que era irremplazable.

Pablo se afanaba por aliviar la tristeza de su mujer. Desde la adolescencia habia conocido el lazo que unia a padre e hija, dos criaturas tan afines como independientes. Ahora nada parecia animarla. Tras mucho pensar, decidio aplicar una de las estrategias que habia descubierto cuando queria que ella dejara de preocuparse: le llevaria algun problema -cuanto mas complejo, mejor- que requiriera de su intervencion directa.

Esa tarde llego a casa quejandose del trabajo. Ya no daba abasto con las ventas. Ademas, la fama del negocio era como una tarjeta de presentacion social. Una pena que no pudieran asistir a todos los eventos a los que les invitaban. No se lo habia dicho para no abrumarla, pero ?como aceptar tantos agasajos si no tenian como reciprocarlos? No podian invitar a nadie… a no ser que decidieran mudarse a un sitio mas apropiado. ?Adonde? No estaba seguro. Quizas un apartamento en El Vedado.

Aunque solo faltaba un mes para el parto, Amalia abandono sus conversaciones con la gorda Fredesvinda y, periodico en mano, visito mas de veinte apartamentos en dos semanas. Pablo estaba contento, aunque algo confundido. Nunca antes habia visto a su mujer tan ansiosa por ocuparse de un asunto. No sabia si su entusiasmo se debia a que deseaba ayudarlo o a algun otro deseo secreto. Sospecho que era esto ultimo cuando un agente de bienes les entrego las llaves de un apartamento.

El dia de la mudanza, Amalia se detuvo en la entrada, como si aun dudara que ese fuera su nuevo hogar. El piso era pequeno, pero limpio y con olor a riqueza cercana. Tenia un balcon que permitia ver un trozo de mar y amplios ventanales por donde penetraba la luz. Le fascinaba el bano, cegador en su blancura, y el espejo gigante donde podia verse de cuerpo entero si se alejaba un poco. Recorrio todo el lugar, sin cansarse de tanta claridad y tanto azul. Despues de su antigua casona cercana al Barrio Chino y de la modesta vivienda en Luyano, aquel apartamento la dejaba sin aliento.

Pronto se hizo evidente que los antiguos muebles eran inservibles alli. El lecho parecia un monstruo medieval entre las paredes claras; y el sofa, un horror destenido bajo el sol que se filtraba por el balcon.

– Asi no podremos recibir a nadie -concluyo Pablo, entre contrariado y satisfecho-. Necesitamos muebles nuevos.

Fue entonces cuando el descubrio que amueblar su casa era la verdadera pasion que se ocultaba tras ese entusiasmo.

Entre prestamos y creditos, la mujer consiguio un sofa de piel crema con dos butacones del mismo color y dos mesitas de madera para la sala. En el comedor situo una mesa de cedro que podia alargarse hasta permitir ocho comensales, y sillas de igual material forradas con una tela color vino. Encima colgo una lampara de cristal ambar. Ademas, compro copas, cubiertos de plata, utensilios de cocina… Poco a poco fue anadiendo mas detalles: las cortinas de gasa fina, los platos de porcelana para una pared del comedor, el paisaje marino encima del sofa, una fuente de ceramica llena de polimitas…

En menos de dos semanas, transformo el apartamento en un sitio que pedia a gritos la llegada de visitantes que pudieran admirarlo. ?No era eso lo que Pablo habia insinuado cuando se quejo de los viejos cachivaches? Mientras hablaba, desempaco el estuche que acaba de comprar: dos candelabros de plata que vistio con velas rojas. Era el toque final para su comedor.

Esa noche, despues de cenar, Rita los llamaba para avisar que estrenaria La medium.

Habia sido una funcion inquietante, llena de sombras que se movian en el escenario. Pero no eran sombras teatrales; no se trataba de esos falsos espectros que dona Rita, en su papel de madame Flora, hacia revivir ante sus invitados para perpetuar su fama de pitonisa con la ayuda de su hija Menica y de Toby, el muchacho mudo.

La mujer se llevaba la mano a la garganta, asegurando que unos dedos espectrales habian intentado ahogarla, lo cual no era posible porque ella, mas que nadie, sabia que todas esas apariciones fantasmales eran puro cuento… Amalia sintio una contraccion. Ahora la medium se quejaba ante los muchachos de que uno de ellos habia intentado asustarla. Ninguno -juraron ambos- habia hecho semejante cosa. Estaban demasiado ocupados moviendo munecos e imitando voces para espanto de los invitados.

Amalia trato de ignorar los latidos de su vientre. Se quedaria quietecita para ver si se tranquilizaba. En contra de su costumbre, no salio durante el intermedio. Le pidio a Pablo unos bombones y, llena de zozobra, aguardo en su asiento hasta que las luces se apagaron de nuevo. ?Era la musica o ese universo espectral que se asomaba a escena? Madame Flora se volvio hacia Toby hecha una furia. Tenia que ser el quien habia vuelto a tocarla; pero el joven mudo no pudo replicar y, pese a las protestas de su hija, lo echo de su casa.

Ay, su nina muerta por aquel golpe de agua… y los diablos de Delfina… y las perlas chinas rescatadas de la matanza… ?Que artes magicas empleaba esa actriz para convocar a su alrededor tantos espectros? Todo podia ocurrir cuando ella actuaba, y ahora su madame Flora resultaba una experiencia sobrecogedora. La medium habia enloquecido de miedo. Y una noche, convencida de que aquel ruido era un espectro que deseaba asesinarla, disparo y mato al infeliz Toby que habia regresado para ver a su amada Monica.

Pero Amalia vio lo que nadie mas habia visto. La mano que Rita se llevaba a la garganta destilaba una claridad rojiza como una luna en eclipse. Sangre… como si hubiera sido degollada.

El publico se puso de pie y estallo en aplausos. Pablo apenas logro evitar que Amalia cayera al suelo, mientras un liquido claro y tibio mojaba la alfombra del pasillo.

Y ahora la nina hacia gorgoritos sobre las losas. El Martinico, cansado o aburrido, se habia asomado al balcon y jugaba a arrojar semillas a los autos que transitaban tres pisos mas abajo. El ruido de la puerta lo sobresalto. Por puro reflejo, aunque solo la nina y su madre podian verlo, se esfumo antes de que apareciera el rostro congestionado de Pablo.

– ?Dios! Que susto me has dado -se sobresalto el hombre-. ?No ibas a las tiendas?

– Estaba cansada. ?Que haces aqui?

– Olvide unos papeles.

Recordo que, dos semanas atras, lo habia sorprendido saliendo del apartamento cuando ella entraba, y que tambien se habia sobresaltado.

– Esta noche se decide el contrato -dijo el-. Debemos estar en casa de Julio a las siete.

La flauta de Pan se habia convertido en una cadena de cuatro tiendas que no solo vendia partituras e instrumentos musicales, sino grabaciones de musica extranjera. Julio Serpa, principal importador de discos de la isla, le habia pedido que fuera su distribuidor; pero antes tendria que abrir tres tiendas mas. Cuando Pablo respondio que no contaba con el dinero suficiente, Julio le propuso convertirse en co-dueno, comprandole el cincuenta por ciento; asi Pablo duplicaria su capital y ambos podrian invertir a partes iguales. Pero Pablo no accedio. Eso significaria tener que consultar cada decision. El empresario aumento el precio y le ofrecio comprar solo el cuarenta, pero Pablo no queria ser el dueno del sesenta por ciento de su sueno. Le dijo que solo venderia un veinte. Finalmente el hombre lo invito a cenar con su asesor, alguien con la suficiente experiencia como para servir de intermediario en casos como el suyo. Deseaba proponerle otro plan que quizas fuese de su agrado.

– Pasare a buscarte a las siete -dijo Pablo, y beso a su mujer antes de salir.

Amalia acosto a la nina, que se habia quedado dormida. Solo entonces se dio cuenta de que su marido no llevaba consigo los papeles que habia venido a buscar.

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