Cecilia toco el timbre. La cotorra chillo de espanto y la tia del susto, quizas creyendo que los vecinos venian a lincharla. Despues se hizo un silencio de muerte, seguido por un martilleo rapido y luego un golpe seco.
«Ya esta», penso Cecilia ilusionada. «Acabo con ella.»
La puerta se abrio.
– Que bueno verte,
Mientras Lolo colocaba todos los pestillos a la puerta, Cecilia busco con la mirada.
– ?Y la cotorra?
– Ahi.
– ?Por fin la despedazaste?
– ?Nina, que cosas se te ocurren! -murmuro su tia, persignandose-. Esos no son pensamientos cristianos.
– Lo que hace
– Es una criaturita del Senor -suspiro la anciana con expresion de martir-. Yo la perdono porque no sabe lo que hace.
– Oi los gritos y despues unos ruidos…
– Ah, eso…
Lolo fue hasta un closet y lo abrio. Junto a varias cajas y maletas, se hallaba la cotorra en su jaula. Al ver nuevamente la luz, lanzo un chillido de deleite, pero su alegria duro un instante. Lolo le dio con la puerta en el pico.
– Tuve que arrastrar la jaula, que pesa como diez toneladas. Las patas de hierro traquetean cuando se mueve. Eso era lo que sonaba.
– Ah, que pena -murmuro Cecilia con desilusion.
– Vamos al comedor. El chocolate ya esta servido.
Cecilia la siguio hasta el rincon de donde salia un olor apetitoso y dulzon. Lolo se habia levantado temprano para buscar los churros recien hechos en una cafeteria cercana. A su regreso, los habia colocado en el horno para que se mantuvieran calientes y puso a derretir varias pastillas de chocolate espanol en una cacerola llena de leche. Ahora una jarra llena de chocolate ocupaba el centro de la mesa. Junto a ella, los churros se amontonaban en una fuente de barro que dejaba escapar vaharadas de vapor acanelado.
– ?Para que querias verme? -pregunto su tia, sirviendole.
– Hace tiempo que no te hacia una visita.
– Puedo ser dos veces tu madre, asi es que no me vengas con cuentos. ?Que ocurre?
Cecilia le hablo de la casa fantasma y de las fechas historicas en que aparecia.
– …pero ahora la han visto en un dia que no coincide con ninguno de esos eventos -concluyo- y no se que pensar.
La muchacha mojo la punta de un churro en su chocolate y, cuando se lo llevo a la boca, una gota oscura cayo sobre el mantel.
– ?Casi se me olvida! -exclamo.
Salio corriendo hacia la sala, saco de su cartera el mapa y regreso al comedor para desplegarlo sobre la mesa; pero su tia se nego a mirar nada hasta que ambas acabaron de desayunar. Despues de recoger los platos, Lolo se dedico a examinarlo sin que Cecilia le perdiera pie ni pisada. En varias ocasiones la vio fruncir el ceno y quedarse inmovil observando el vacio para ver o escuchar algo que solo ella podia percibir, luego movia la cabeza silenciosamente y regresaba al mapa.
– ?Sabes lo que creo? -dijo de pronto la anciana-. Esa casa puede ser un recordatorio.
– ?Un que?
– Una especie de monumento o de senal.
– No entiendo.
– Hasta ahora, la mayoria de esas fechas estuvieron vinculadas con la historia reciente de Cuba. Pero es posible que la casa tambien quiera mostrar su relacion particular con alguien.
– ?Que sentido tiene eso?
– Ninguno. Solo esta estableciendo sus coordenadas.
– ?Me puedes explicar mejor?
– Nina, si es muy simple. Todo este tiempo, la casa puede haber estado anunciando «vengo de este sitio o represento tal cosa»; ahora esta diciendo «estoy aqui por tal persona». Creo que la casa tuvo su origen en Cuba, pero tambien que se encuentra unida a algo o alguien de esta ciudad.
Cecilia no dijo nada. La hipotesis le parecia bastante desconcertante. Si la casa era depositaria de alguna historia individual que habia desembocado en Miami, ?por que seguia apareciendo sin orden ni concierto en lugares tan disimiles de la ciudad?
Las campanadas del reloj la sacaron de su ensueno.
– Lo siento,
Una mancha de chocolate se asomaba debajo de su blusa. Lolo fue hasta el refrigerador, lo abrio y saco un trozo de hielo.
– Vete al bano y restriegalo encima.
La muchacha abandono el comedor.
– Tia, ?por que has salido tantas veces esta semana? -pregunto mientras cruzaba el dormitorio-. Pense que te habia pasado algo. No iras a decirme que estuviste metida en la iglesia todos estos dias…
No termino de hablar porque vio las fotos encima de la comoda. Alli estaba su abuela Delfina, con uno de sus habituales vestidos floreados y su sonrisa de siempre, rodeada de rosas en el jardin de su casa. En otra habia un senor que Cecilia no identifico, excepto por la inconfundible cotorra que portaba en una jaula. Cuando vio la tercera foto, sintio que el suelo se movia bajo sus pies. Entre la ternura y el horror, reconocio a sus padres vestidos de novios: ella, con su cabello recogido y su traje largo; el, con su rostro de actor y aquella corbata de lunares claros que Cecilia habia olvidado. Al pie de la foto, una dedicatoria: «Para mi tia Lolo, recuerdo de nuestra boda en la Parroquia del Sagrado Corazon de El Vedado, el dia…». Y una fecha… una fecha…
– Febrero es el unico mes del ano en que voy a la iglesia todos los dias -dijo la anciana desde la cocina-. Siempre voy a rezar por la memoria de tus padres que se casaron un 14 de febrero para mostrar lo enamorados que estaban. ?Que Dios los tenga en su gloria!
Me faltabas tu
Cuando Amalia supo que habia perdido a su hija -a esa criatura cuyo sexo habia predicho Delfina- no lloro. Sus ojos se clavaron en el rostro de Pablo, sentado en una silla del hospital donde ella naciera y donde su abuela sirviera como esclava cuando la hija del marques de Almendares habitaba la mansion. Todavia los vitrales derramaban sus colores por las paredes y el suelo. Todavia los helechos del patio murmuraban bajo la lluvia, llenando los salones con un olor fresco que recordaba la campina cubana.
– Esos hijos de mala madre -murmuro Pablo entre dientes-. Mira lo que nos han hecho.
– Tendremos otro -dijo ella, tragandose las lagrimas.
Pablo, con la mirada humeda y enrojecida, se inclino para abrazarla. Y fue como si Delfina la hubiera contagiado de su poder sibilino, porque unos meses despues volvio a quedar embarazada.
Durante el tiempo que siguio, Amalia penso mucho en Delfina, que se habia mudado de nuevo no sin antes llenarle la cabeza de vaticinios. Sus profecias continuaban produciendole pesadillas.
Un dia en que comentaban el suicidio de Chibas, le habia asegurado:
– Su muerte no probo nada y nos dejo con un destino peor. Dentro de unos anos, la isla sera la antesala del infierno.
Poco antes de irse, la habia visitado para pedirle un poco de arroz.
– Los muertos vendran despues del golpe -le dijo.