hermano, que la suba del dolar y la politica cambiaria del gobierno les impidiera levantar las deudas que habian contraido en Cincinatti al comprar las grandes maquinas herramientas -una guillotina gigante y una plegadora gigante- que podian ver alli abajo si se asomaban al balcon.

Cuando vio a Luca aparecer en la oficina, Lucio sonrio con esa sonrisa que los habia unido durante decadas, un gesto de intimidad entre dos hermanos que son inseparables. Habian trabajado juntos la vida entera, se entendian sin mirarse y de pronto todo habia cambiado. Luca habia salido de viaje a Cordoba para pedir un adelanto en la central de la IKA-Renault pero se olvido unos papeles y paso por la oficina y ahi los encontro. Ah, viles. De inmediato comprendio lo que estaba pasando. No les hablo a los intrusos, ni los miro. Estaban sentados a lo largo de la mesa de reuniones; Luca entro, sereno, ellos lo miraron en silencio; sintio que tenia la garganta seca, un ardor por el polvo del camino. «Dejame que te explique», le dijo Lucio. «Es para bien», como si hubiera perdido la cabeza su hermano o hubiera sufrido un embrujo. Al costado, Cueto, la hiena, sonreia pero Luca recien perdio la calma cuando vio que su hermano tambien sonreia beatificamente. No hay nada peor que un inocente, un idiota que hace el mal por el bien y sonrie, angelico, satisfecho de si mismo y de sus buenas acciones. «Vi todo rojo», dijo Luca. Se habia ido encima de su hermano, que era alto como una torre, y lo tiro de la silla con una trompada y Lucio no se defendio, y eso enfurecio mas a Luca, que al final se contuvo, para no desgraciarse, y lo dejo tirado en el piso y, mareado como estaba, salio, la conciencia perturbada. Y entonces comprendio que habia sido su padre quien habia convencido a Lucio, lo habia asustado primero y lo obligo despues a que escuchara -y aceptara- los consejos de Cueto.

Cuando se quiso dar cuenta estaba en el auto, manejando por la ruta, porque manejar lo tranquilizaba, lo sosegaba, y asi llego a la estancia de los Estevez. Lo que sucedio antes no lo recordaba. Le habian dicho que el comisario Croce lo habia encontrado, con un revolver en la mano, merodeando la casa de su padre, pero el no lo recordaba, como si no hubiera ocurrido, solo recordaba los faros del auto alumbrando la tranquera de la residencia y el casero que le abrio y lo hizo pasar y recordaba el camino de entrada entre los arboles del parque. Paso varios dias sentado en un sillon de madera, en la galeria, mirando el campo. Fumaba, tomaba mate, miraba el camino flanqueado de alamos, el pedregullo, el alambrado, los pajaros que volaban en circulo, y mas alla la pampa vacia, siempre quieta. Le llegaban voces lejanas, palabras extranas, gritos, como si sus enemigos se hubieran confabulado para perturbarlo. Algunos rayos blancos, liquidos, bajaban del cielo y le hacian arder los ojos. Vio una tormenta que crecia al fondo, las nubes pesadas, los animales que corrian a refugiarse bajo los arboles, la lluvia interminable, una tela humeda sobre el pasto. En ese momento su cuerpo parecio sufrir extranas transformaciones. Habia empezado a pensar como seria ser una mujer. No podia sacarse esa idea de la cabeza. ?Como seria ser una mujer en el momento del coito? Era un pensamiento clarisimo, cristalino, igual que la lluvia, como si estuviera tirado en el campo en medio del aguacero y se fuera enterrando en el barro, una sensacion viscosa en la piel, una tibieza humeda, mientras se hundia. A veces se dormia ahi mismo, al sereno, y se despertaba al clarear, en el sillon de la galeria, sin pensamientos, como un zombi en medio de la nada.

Y ahi en esas jornadas siempre iguales, durante su surmenage, en la casa de campo, una noche al entrar en la casa para buscar una manta, habia encontrado un libro que no conocia, el unico libro que encontro y pudo leer en esos dias y dias de aislamiento que habia pasado en la estancia de los Estevez, un libro que encontro en uno de esos lugubres roperos de campo, con espejos y puertas altas -en los que uno se esconde de chico para escuchar las conversaciones de los grandes-, al buscar entre la ropa de invierno, de golpe lo vio, como si estuviera vivo, como si fuera un bicho, una alimana, el libro ese, como si alguien lo hubiera olvidado ahi, para nosotros, para el. El hombre y sus simbolos, del doctor Carl Jung.

– Por que estaba ahi, quien lo habia dejado, no nos interesa, pero al leerlo descubrimos lo que ya sabiamos y en ese libro encontramos un mensaje que nos estaba personalmente dirigido. El proceso de individuacion. ?Cual es el proposito de toda la vida onirica del individuo?, se preguntaba el Maestro Suizo. Habia descubierto que todos los suenos sonados por una persona a lo largo de su vida parecen seguir cierta ordenacion que el doctor Jung llamaba el plan senero. Los suenos producen escenas e imagenes diferentes cada noche y las personas que no son observadoras probablemente no se daran cuenta de que existe un modelo comun. Pero si observamos, dice Jung, nuestros suenos con atencion durante un periodo fijo (por ejemplo un ano) y anotamos y estudiamos toda la serie, veremos que ciertos contenidos emergen, desaparecen y vuelven otra vez. Estos cambios, segun Jung, pueden acelerarse si la actitud consciente del sonante esta influida por la interpretacion adecuada de sus suenos y sus contenidos simbolicos.

Eso es lo que habia encontrado, como una revelacion personal, una noche al buscar una manta en un ropero de campo, en la casa de los Estevez; habia descubierto, por azar, al maestro Jung, y asi pudo entender y luego perdonar a su hermano. Pero no a su padre. Su hermano era un poseido, solo un poseido puede traicionar a su familia y venderse a unos extranos y dejar que se apropien de la empresa familiar. Su padre, en cambio, era lucido, cinico y calculador. En secreto durante dias y dias habia urdido -con Cueto, nuestro asesor legal- la trampa para convencer a Lucio de vender sus acciones preferenciales y darle la mayoria a los intrusos. ?A cambio de que? Su hermano habia traicionado por terror a la incertidumbre economica. Su padre -en cambio- habia pensado como un hombre de campo que quiere ir siempre a lo seguro.

Ahi, en ese aislamiento, Luca habia entendido la desdicha de esos hombres atados a la tierra, habia logrado lo que llamo una certidumbre. El campo habia arruinado a su familia, la habia destruido, por no ser capaces de escapar, como hizo su madre, al huir de aca, de la llanura vacia. Su hermano mayor, por ejemplo, pudo vivir la felicidad de tener una madre.

– Pero antes de que yo naciera -dijo usando la primera persona del singular- mi madre ya se habia cansado de la vida campesina, de la vida familiar, y habia empezado a verse en secreto con el director de teatro por el que iba a abandonar a mi padre mientras yo estaba en su vientre. Mi madre dejo a mi hermano, que tenia tres anos, abandonado en el piso de tierra del patio y se escapo con un hombre al que no voy a nombrar, por respeto, se fue con el y conmigo en su interior, y yo naci cuando vivian juntos, pero luego, cuando yo tambien tuve tres anos, me abandono a mi (como habia abandonado a mi hermano) y se fue a Rosario, a ensenar ingles en Toil and Chat, y despues se volvio a Irlanda, donde vive. Siempre sueno con ella -dijo despues-, con mi madre, la Irlandesa.

Tenia a veces la sensacion en sus suenos de que cierta fuerza suprapersonal interferia activamente en forma creativa y llevaba la direccion de un designio secreto, y por eso habia logrado en los ultimos meses construir los objetos de su pensamiento como realidades y no solo como conceptos. Producir directamente lo que pensaba y no pensar simples ideas sino objetos reales.

Por ejemplo, algunos objetos que habia disenado y construido en los ultimos meses. No existia antes nada igual, no habia un modelo previo, nada que copiar: era la produccion precisa de objetos pensados que no existian previamente. Diferencia absoluta con el campo, donde todo existe naturalmente, donde los productos no son productos sino una replica natural de objetos anteriores que se reproducen igual una y otra vez. [30] Un campo de trigo es un campo de trigo. No hay nada que hacer, salvo arar un poco, rezar para que no llueva o para que llueva, porque la tierra se ocupa de hacer lo que hace falta. Lo mismo, con las vacas: andan por ahi, pastan, a veces hay que desbicharlas, hacerles un tajo si estan empastadas, arriarlas hasta los corrales. Y eso es todo. Las maquinas, en cambio, eran instrumentos muy delicados; sirven para realizar nuevos objetos inesperados, mas y mas complejos. Pensaba que en sus suenos podia encontrar las indicaciones necesarias para continuar con la empresa. Avanzaba a ciegas, buscaba la configuracion de un plan preciso en la serie continua de sus materiales oniricos, como llamaba a los suenos el Maestro Suizo. Le gustaba la idea de que eran materiales, es decir que se pudiera trabajar en ellos, como quien trabaja la piedra o el cromo.

– Anotamos en las paredes lo que queda en el recuerdo, nunca es el sueno tal cual lo hemos sonado, son restos, como los hierros y los engranajes que sobreviven a una demolicion. Estamos usando metaforas -dijo.

Muchas veces se trataba solo de una imagen. Una mujer en el agua con un gorro de bano de goma. A veces era solo una frase: Fue bastante natural que Reyes se uniera a nuestro equipo en Oxford. Anotaba esos restos y luego los relacionaba con los suenos anteriores, como si fueran un solo relato que se iba armando en fragmentos discontinuos. Sonaba siempre con su madre, la veia con el pelo rojo, riendo, en el patio de tierra que daba a la calle. No se quedaba tranquilo hasta lograr que las imagenes se integraran naturalmente. Era un trabajo intenso, que le llevaba parte de la manana.

Las anotaciones en las paredes eran un tejido de frases unidas entre si con flechas y diagramas; habia palabras subrayadas o envueltas en circulos, conexiones rapidas, lineas y dibujos, fragmentos de dialogo, como si en la pared trabajara un pintor que intentara componer un mural -o una serie de murales- copiando un jeroglifico

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