No podia negarse, estaba atrapado. ?Dios!, penso, ?es que nunca podria huir de todas aquellas mujeres, estar un momento en paz? Se sento frente a ellas sonriendo de modo insustancial.

– Veamos, ?que hace nuestro unico hombre en la plaza, que dificiles retos se le presentan para hoy? Te escuchamos, muchacho, somos tus esclavas.

Susy comprendio que habia acabado cualquier intento de conversacion seria, Paula empezaba uno de sus espectaculos de locuacidad desatada. Sintio piedad y solidaridad frente a aquel joven de su edad que, violento, habia enrojecido por completo. El se llevo la mano al cuello de la camisa, como si una inexistente corbata le atenazara el gaznate.

– Ya veo que esta usted de buen humor.

– Yo siempre estoy de buen humor, mi querido amigo, los humores positivos me son consustanciales, es como si dominaran sobre el resto de mis flujos internos. Pero venga, cuentanos, ?que espantosas novedades suceden en este infamante haren?

– Pues… no se si las novedades van con ustedes, la verdad, porque ninguna de las dos tiene ninos, ?verdad?

– ?Ah, no, mi muchacho, nuestros vientres estan incontaminados, libres para futuras maternidades heroicas, gloriosas!

Dario sacudio la cabeza riendo. Joder!, penso, aquella estaba especialmente loca.

– Estamos preparando una fiesta infantil para el sabado proximo.

– ?Ah, no lo puedo creer, una deliciosa fiesta para ninos! ?Con motivo de que?

– No se, dona Manuela penso que los ninos no tienen muchos entretenimientos en la colonia y…

– ?Dona Manuela es una procera!, ?puede decirse eso?, digamos un angel de bondad. Oye, si se representa alguna obra de teatro infantil me ofrezco para hacer el papel de madrastra de Blancanieves, o de madrastra de Pulgarcito, da igual, con tal de ser madrastra de alguien… el registro de madrastra me sale bordado.

– Me temo que toda la fiesta consistira en vestir a los ninos de esqueletos.

– ?Ah! -Paula dejo escapar un grito agotado-. Idea brillante, el espiritu funerario de este pais penetrando en la tierna infancia colonial. Interesante. Bien, pues me postulo como madrastra del diablo. Yo tambien me disfrazare, lucire una tibia que me traspase la nariz.

Dario y Susy intercambiaron una mirada burlona de forzada aceptacion. Paula estaba loca pero era divertida.

– ?Traiga tres cervezas mas, Jose, que no se diga que no hacemos gasto en este local!

No podria superarlo, una cosa era verse obligado a organizar fiestecitas y excursiones de vez en cuando, y otra tener que aguantar las manias de toda aquella pandilla de histericas. Paula, la mujer del nuevo ingeniero, era especialmente peligrosa. Lo miraba como si siempre estuviera riendose por dentro, le preguntaba donde habia bares interesantes, ?que entenderia ella por interesantes? Y encima, de vez en cuando se liaba a hablar sin freno, diciendo cosas que casi no tenian sentido. Aquella misma tarde, en la cantina del club, habian tenido que marcharse porque el local empezaba a llenarse de mamas con ninos. Pero ella queria continuar bebiendo en San Miguel. Se fue con la americana, y el pudo zafarse con excusas de trabajo. ?Por que la americana se habia hecho tan amiga de una mujer semejante? Parecia divertirse mucho con sus ocurrencias, y en cierto modo Paula era divertida, pero para el solo podia constituir una fuente de problemas. En cualquier momento era posible que se descolgara con alguna peticion absurda, con algun capricho que acabara por implicarlo. Para colmo de follones, se avecinaba el fin de semana con la maldita fiesta infantil de los esqueletos. No creia que fuera capaz de aguantar todo aquello hasta el final. En ocasiones le daban ganas de presentar su dimision y regresar a Espana.

Se sento a la mesa de su despacho. Escribiria una carta a Yolanda, eso le aportaria cierto consuelo. Empezo:

Mi muy querida Yolanda:

?Como estas? Yo estoy bien, aunque desde luego podria estar mucho mejor si no fuera por todas estas tias de la colonia que no hay dios que las aguante. Unas son mas pesadas y otras menos, pero en general todas me parecen insoportables…

Releyo lo que acababa de escribir y meneo la cabeza con desanimo. ?Como iba a mandarle a su novia una carta asi? La rompio con decision. No deben escribirse cartas como desahogo. Las cartas para Yolanda tenian que contener informacion y palabras de amor. Si queria desahogarse sabia muy bien donde tenia que ir, pero ya no le daba tiempo. Eran casi las ocho de la tarde y tardaba dos horas en llegar, mas dos horas de vuelta… claro que podria pasar la noche alli y madrugar a la manana siguiente. Calculo, a las diez tenia que recoger los trajes de los ninos en San Miguel y encargar la merienda. Si, se veia capaz de hacerlo todo. Cualquier cosa antes que quedarse aquella noche en su habitacion, sabiendo que en todas las casas que lo rodeaban habia senoras durmiendo. Salio, cogio el coche y puso rumbo a El Cielito.

Solo al ver el caseron de madera rojiza se sereno. En aquel destartalado lugar se reunia todo lo que podia proporcionarle un poco de paz en aquellos momentos: cerveza helada, musica de guitarras y compania femenina. Porque las chicas de El Cielito no se dedicaban a martirizarlo con estupideces, sino que estaban pendientes de sus deseos, que eran por otra parte sencillos y normales. Procuraban su bienestar.

Al entrar en la gran sala comprobo con desagrado que a una mesa se sentaban los ingenieros de la obra. Pudo advertir en seguida como le dedicaban sonrisitas de pitorreo. Hasta don Adolfo, el jefe, estaba alli con su vaso de cerveza en la mano. Esperaba que tuvieran el buen gusto de no hacerle ninguna pregunta. Lo tuvieron, limitandose a saludarlo con gestos. Solo don Ramon le dijo desde su sitio: «?Como va todo por la colonia?» «Bien, muy bien», respondio con una risa falsa. Estaba seguro de que le habian preguntado solo para fastidiar. Era jueves, al dia siguiente todos volverian a sus casas y sabrian muy bien como iban las cosas por la colonia. De repente levantaron sus vasos hacia el y brindaron a su salud. Puro cachondeo. Debian de pensar que iba a El Cielito solo para follar. No creia que ninguno de ellos se diera cuenta de lo dificil que resultaba aguantar a todas sus esposas en bloque. Y bien, ?al carajo!, que pensaran lo que les viniera en gana. Durante las horas libres tenia carta blanca para hacer su vida. Fue a la barra, donde las chicas ya estaban esperandolo. Lupe, Agata y Rosita, que lo recibian con aquellas palabras tan dulces: «Mi amor, mi carino, mi cielo», expresiones de ternura que las espanolas nunca han aprendido a decir.

En la mesa, los ingenieros reian con disimulo. Ramon, que era divertido y bromista en los ambientes de trabajo, bajo la voz para decir:

– Dario se ha aficionado. Le gusta El Cielito mas que a un tonto un lapiz.

– Debe de encontrarse solo.

– Rodeado de todas nuestras mujeres.

– Y con la novia en Madrid.

– Un autentico drama.

– Que el muchacho lleva con autentica gallardia.

– Los remedios paliativos parece que le funcionan bien.

– Suponiendo que el remedio no llegue a ser peor que la enfermedad.

– Venerea.

Una carcajada general hizo que Dario se volviera ligeramente hacia ellos. Daba igual, podian reirse todo lo que quisieran. Ellos nunca se acostaban con las chicas, seguro que solo porque estaba mal visto. Pero el si, el subiria a las habitaciones en seguida y alli se quedaria toda la noche, acunado por los suaves susurros de Lupe, Agata o Rosita, o de las tres a la vez.

– Deja toda la ropa sucia ahi. ?Has traido las camisetas y los calzoncillos?

– Si, mujer, ?como me voy a olvidar?

– No seria la primera vez. Anda, ven, ya tienes el bano preparado.

– Me va a sentar de maravilla.

– No me extrana, en esa obra tragais todo el polvo del mundo. Yo crei que esta vez harias mas trabajo de despacho.

– Hay que ocuparse de todo un poco.

– La empresa nunca sabra lo que haces por ella.

Вы читаете Dias de amor y enganos
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату