– Lo siento, se me ha olvidado por completo.

– Da igual, luego me acercare a San Miguel.

En ese momento, en el momento de confesar que habia olvidado comprar los periodicos, algo que siempre solia hacer ella, un acuerdo tacito, una obligacion generada por el habito, fue cuando desperto de su ensueno, e inmediatamente comenzo a sufrir. Decir que no habia recordado comprar los periodicos le sono a ignominiosa mentira.

Vio a los primeros esqueletos que acudian al club cogidos de las manos de sus madres. Algunos eran tan diminutos que la hicieron sonreir. No habia mas de quince ninos en la colonia, pero de repente, protagonistas vestidos de manera tan extrana, parecian mas. Santiago no habia querido acompanarla. Cuando insistio le habia contestado con acritud. Algo inusual en su marido. Probablemente creyo que su amada esposa se excederia con la bebida tambien en aquella ocasion. Pero no, ella sabia muy bien como comportarse en una fiesta infantil. No haria sino observar. Los ninos no le habian interesado jamas como tema de reflexion, eran un asunto lejano. Alguna vez Santiago habia querido tener hijos, pero ella siempre se nego. Albergaba otros planes para su futuro, y cargar con ninos hubiera representado un impedimento importante para conservar su libertad. Curiosamente, los suyos no eran planes concretos, pero preservaba un espacio vacio para que el esplendoroso futuro pudiera materializarse sin inconvenientes. Jamas dudo de ser una de los elegidos, alguien a quien los dioses han senalado, tocado con el dedo de la fortuna. Todo le estaba destinado: el conocimiento superior, la excelencia, la pertenencia a un grupo selecto. Se convertiria en una gran escritora. Pero siempre fue demasiado tarde, los dones no afloraron, o ella no los hizo aflorar. Los talentos eran menos de los que habia creido recibir en el reparto divino, y de mas baja ley. Pero aquella decepcion no le acontecio estando inmersa en un improbo esfuerzo por hacerlos fructificar, de modo que no tenia derecho a lamentarse. Nunca persevero, y la lluvia de obras inmortales no cayo sobre ella. Lo que mas la atormentaba era que habia tardado demasiado tiempo en darse cuenta de que en realidad no habia sido llamada a poblar el Parnaso. Una broma pesada. Pero por fin habia visto la luz, por fin era capaz de decirse a si misma que no ocurriria nada de lo que habia esperado, nunca mas. Habia sido una imbecil, cosa dificil de remediar, una pobre credula llena de fe en si misma. ?Al carajo!, penso, no volveria a creer en nada; la unica decision prudente que habia tomado en su vida. En aquel momento lo que mas le apetecia era una fiesta infantil. Hermoso. Ninos, y mamas y papas, y todos celebrando la dicha de pertenecer a la raza humana. Vestidos como trasgos de muerte. Perfecto, ni aunque lo hubieran intentado mil veces les habria salido un proyecto de fiesta mas surreal y verdadero.

Susy llego corriendo y comenzo a caminar a su lado.

– ?Hola, querida! Henry vendra mas tarde. ?Santiago no va a estar?

– No, dear Susana, los ninos no son objeto de su devocion, es algo que los demas tienen y el no, por tanto, no le interesan.

– ?No eres un poco dura con tu marido?

– Todos los hombres son asi, solo se sienten motivados por lo que pueden poseer.

– Henry quiere que tengamos hijos.

– ?Y tu?

– Soy joven, no estaria mal, pero mi madre…

– ?Que pasa con tu madre?

– Por su culpa tengo mal concepto de la maternidad.

– Los americanos sois la hostia, siempre pensando en la generacion anterior. Si en Espana hicieramos lo mismo, el trauma seria tan general que el pais quedaria paralizado.

– No entiendo por que.

– Alli, todos los padres han sido siempre espantosos, inmemorialmente, un asco de padres, un hatajo de cabrones sin mas.

Susy agito su hermosa cabeza rubia, como dejando a Paula por imposible.

– ?No te tomas nada en serio o solo no me tomas en serio a mi?

– ?Te tomo en serio, naturalmente que te tomo en serio!, lo que ocurre es que estoy preparando mi animo para una fiesta infantil y debo estar ligera, amena, brillante, debo estar… pueril, ?esa es la palabra, pueril!

Entraron en el club, donde resonaron las carcajadas de la americana, a quien Paula siempre lograba sorprender. Ya habian llegado casi todos los ninos con sus padres, y, por supuesto, Manuela, la perfecta maestra de ceremonias. Miro a Paula con desconcierto. Obviamente no esperaba verla aparecer. Paula escudrino su gesto y pudo advertir una mezcla de sorpresa y temor. Eso la alegro, su fama empezaba a precederla. Si, debia organizar algo sonoro aunque en la fiesta no se sirviera alcohol. Sus amables companeras de gueto comprenderian al fin que ella estaba muy por encima de los edulcorantes de la vida, era un ser en estado natural, con el corazon exudando felicidad bullanguera y juergas multiples. Ella era una enviada del destino, un engarce de piedras preciosas en el collar de la feminidad.

– ?Mi querida Manuela!, ?como estas? Veo que has decidido ser anfitriona de tiernos infantes. ?Bien, muy bien! Ya lo dijo Dios: dejad que los ninos se acerquen a mi impunemente. Por cierto, no se si estoy invitada a esta fiesta, yo nunca he parido.

– ?Por supuesto que estas invitada, Paula! Te agradezco un monton que hayas venido. La verdad es que esto de la fiesta infantil me supera un poco.

– ?Que va, creo que has tenido una gran idea! Y vestirlos de esqueletos es genial, un modo simpatico de enterarse de que un buen dia moriran. Un memento mori, como suele decirse.

– En fin, Paula, no creo que fuera esa la intencion.

– ?En serio?, pues a mi me parecia una ocurrencia esplendida, instructiva, profunda, algo muy propio de gente de orden.

Manuela se puso en guardia, pero intento quitar peso a la conversacion:

– Vamos, pasa de una vez, en seguida serviran la merienda.

En el ambiente flotaba una musica infantil que a Paula le parecio ridicula. Observo como los cuerpos de los ninos mas pequenos estaban apretados por las mallas del disfraz, de modo que sus barrigas se notaban abultadas. Susy charlaba con las madres. Paula se percato de que no conocia a ninguna. Eran esposas de tecnicos de grado medio, y en aquella organizacion perfectamente jerarquizada apenas si tenian relacion con las mujeres de los ingenieros.

– ?Ah!, ?has visto eso? Pequenos esqueletos panzudos, esqueletos en perfecto estado de salud, esqueletos a quienes espera un futuro esperanzados En un primer momento, claro, porque mas tarde seran esqueletos mondos de verdad. A lo mejor alguno de ellos muere joven. En cualquier caso, cuando ellos sean esqueletos tu y yo ya hara tiempo que iremos disfrazadas asi.

– ?Paula!, ?por que dices cosas tan terribles, por que te gusta tanto escandalizarme?

Susy estaba frente a ella, ponia cara de sufrimiento, abria sus hermosos ojos azules de par en par.

– Solo te provoco un pequeno escandalo falso, un escandalo coloquial. Crei que te gustaba.

– ?A mi?, ?como podria gustarme? Me da terror, me haces pensar en las cosas malas de la vida.

– ?Solo piensas en las cosas malas de la vida cuando alguien las saca a colacion?

– ?Que significa «sacar a colacion»?

Miro a la americana con algo cercano a la simpatia. A menudo olvidaba que no todo el mundo soporta sobre sus hombros el peso de la decepcion. Hay gente que considera la vida como un don maravilloso, una oportunidad de ser feliz. Admiraba en el fondo ese modo sencillo y positivo de plantearse la existencia. Manuela, por ejemplo Manuela, una mujer madura que sin duda consideraba la vida como algo normal. Lo aceptaba todo: las etapas biologicas, los roles familiares, la organizacion social, el paso del tiempo. Todo tal como era. Hubiera dado ambos ojos por ser asi, por despertarse todas las mananas con la inmediatez de un animal. Pero nadie queria sus ojos.

– ?Es que no vas a decirmelo?

– ?Que?

– Lo que significa «sacar a colacion».

– Es una expresion espanola muy interesante. Significa sacar algo a la mesa para poder comerselo. Nuestra sociedad ha sido siempre una sociedad hambrienta, Susy. Igual que el frio esta implicito en la historia y la literatura de los noruegos, el hambre es parte sustancial de la nuestra. Pero tu no lo entiendes porque eres americana.

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