la colonia, como parecia probable, habia lio seguro, porque la caracteristica general de todas las mujeres de la colonia era que estaban casadas. ?Estaba enamorandose de la mujer de un companero?

– Aun asi, deberia usted subir, mientras acaba de enamorarse.

Santiago se echo a reir. Dario no recordaba haberlo visto reir antes.

– Si, llevas razon, deberia subir, divertirme, dejar que una de esas chicas se me comiera vivo. Pero ya es tarde para aprender a hacer las cosas que me convienen. Estoy estropeado para la vida, a fuerza de vivir.

No supo que contestar. Sin duda le llevaba mas de veinte anos y habia tenido experiencias que el ni siquiera imaginaba.

– ?Cambiamos a tequila?

– Yo, si no le importa, prefiero seguir con cerveza.

Vio como, con gesto amargo, tomaba el primer sorbo de tequila. Era evidente que su plan para aquella noche consistia solo en emborracharse. Su bronca conyugal habria sido de campeonato. No le extranaba conociendo a su mujer «Recomiendame un bar, muchacho»; a ninguna mujer normal se le ocurria decir algo asi.

– Se avecinan tiempos duros para mi -dijo de improviso Santiago.

– Si yo puedo ayudarlo…

El ingeniero lo miro con simpatia, volvio a servirse tequila.

– ?Que pasa en la colonia cuando los hombres no estamos? Cuentame.

– ?Esa pregunta si es dificil de contestar! Y no lo digo porque las senoras… las senoras son encantadoras y todas me caen muy bien, pero…

– ?Habla, sere una tumba!

– La verdad es que a veces me vuelven loco. Dario por aqui, Dario por alla… y es que las mujeres tienen una habilidad especial para… no se si la expresion…

– ?Adelante!, ?para que tienen una habilidad especial?

– Pues para tocar los cojones, se lo confieso con sinceridad. Cuando te piden algo lo hacen de manera que te sientes como si ya debieras haberlo hecho antes de que ellas te lo pidieran. Es como si siempre te hubieran cogido en falta, aunque no hayas cometido ningun error. De acuerdo que nosotros somos bastante desastres, pero ellas se aprovechan, la verdad.

Santiago reia por lo bajo, los ojos entornados levemente, aligerado de su zozobra por la charla y el alcohol. A Dario aquella buena reaccion lo animo a seguir, cada vez mas seguro de si mismo, mas desbocado, mas guason.

– Al final, uno se dice: puede que lleven razon y yo sea un desastre, pero no les voy a dar la satisfaccion de cambiar, porque si cambio encontraran otro lado debil por el que puedan atacarme. Asi que me quedo como soy y si les gusta bien y si no… Oiga, Santiago, ?por que no me hace caso y sube con una de las chicas? Puedo recomendarle un par que son de miedo. Y no solo me refiero a sexo, sino a dulzura y carino. Total, por mucho que este enamorado, eso no lo compromete a nada.

Pero su interlocutor se habia puesto serio de pronto y musito dos palabras mirando fijamente el interior de su vaso:

– Dulzura y carino.

Dario anadio:

– Y tambien un poco de comprension. Nosotros no pedimos mas, ?verdad, Santiago?

– ?Eso crees? Yo esta vez voy a pedirlo todo.

El joven lo miro de reojo. Se habia ensombrecido definitivamente. Quiza debia sugerirle que dejara de beber, casi habia acabado la garrafilla de tequila que tenia delante, pero no se atrevio. Se abatio sobre el un miedo difuso al pensar en que podia acabar aquella situacion. De una manera u otra, si habia problemas, acabaria pagandolos el.

Siguieron bebiendo casi otra media hora, sin hablar. Entonces Santiago se froto la cara varias veces.

– Estoy jodido, muchacho, animicamente jodido, como suele decirse.

– Ya le he dicho que si puedo ayudarlo…

– Tu has bebido cerveza todo el tiempo, ?no es eso?

– Solo cerveza.

– Entonces quiza si puedas ayudarme. Para regresar a la colonia voy contigo, en tu coche o en el mio, da igual. Creo que no estoy en condiciones de conducir.

– Espere un momento, voy descalzo. Subire a recoger mis zapatos.

Se levanto y fue hacia la escalera, pero algo le vino a la mente y regreso sobre sus pasos.

– Oiga, Santiago, si hacemos lo que usted dice, uno de los dos coches tiene que quedarse aqui. -El ingeniero levanto la vista y la enfoco sobre el sin entenderlo-. Quiero decir que al menos sus companeros se van a enterar de que ha estado aqui esta noche.

– Da igual, eso comparado con la que se va a armar no tiene importancia.

– Mejor conduzco yo su coche y el lunes alguien me traera hasta aqui para recoger el mio. Asi evitamos que su esposa se mosquee. En fin, digo yo.

Su vencido interlocutor apunto con un dedo hacia el e hizo como si disparara.

– Has conseguido una diana.

Mientras subia en busca de sus zapatos empezo a renegar mentalmente. Joder, aquel tipo estaba como una cuba o como una cabra! Si, pero cabra o cuba a el le tocaba pringar. Le habia partido la noche porque pensaba quedarse a dormir con las chicas, y encima tenia que preocuparse de si su mujer iba a cazarlo yendo a El Cielito. ?Aquel trabajo acabaria con el! El enfado coexistia con otro sentimiento dentro de su corazon: la curiosidad, una curiosidad hambrienta, casi una pasion por saber. ?Que era aquello tan grave que se iba a armar? Fuera lo que fuese, ?llegaria a enterarse de algo? Oyo la suave musica de las guitarras que procedia del piso inferior, pero ni siquiera ese sonido tan grato logro tranquilizarlo.

Lanzo una mirada furtiva sobre su marido. Ramon leia un libro, absolutamente concentrado. Se pregunto si el la miraria alguna vez mientras ella estaba distraida, mirarla con atencion, como se mira a alguien al que acabas de conocer. No lo creia. Debia de verla siempre enmarcada en un contexto, como algo familiar y anodino que formara parte del decorado. Sin embargo, nunca le habia hecho protestas en ese sentido. No era una mujer coqueta, de las que se quejan zalameramente y hacen mohines. Eran buenos amigos, y habia cosas sobre las que parecia ridiculo hablar. ?Para que preguntarle «?me quieres aun?» mientras le tiraba de la manga de modo infantil? Ramon no era un hombre jugueton o frivolo, sino aplomado, sensato. Ella habia aceptado su sensatez como un elemento de estabilidad en el que vivir, un valor seguro en el que confiar. Nunca habian tenido peleas. Si hubiera tenido que hacer un resumen de su matrimonio, habria dicho que eran anos y anos de aplicacion del razonamiento prudente a las cosas diarias: la convivencia, la educacion de los hijos. Habia tenido la suficiente autonomia como para desarrollar su profesion, y el cuidado de los ninos nunca le habia supuesto un problema. Todo habia estado bien en su vida de casada, ?a que negarlo? Debia de abandonar aquel intento vil de buscar una justificacion para serle infiel a su marido. Era algo impropio de ella, repugnante; en especial, si a su lado se sentaba Ramon, leyendo tranquilamente, ignorante de todo.

Bien, en cualquier caso, aun no habia sucedido nada irremediable. Tenia una tregua que duraria hasta el proximo fin de semana. Necesitaba aquel tiempo para estar sola, para reflexionar con serenidad. Aquellos pensamientos concentricos y obsesivos la estaban desquiciando. Habia perdido el apetito. Intentaba recuperar el ritmo normal de la existencia, pero cuando en algun momento lograba estar en paz, de pronto la imagen de Santiago regresaba a su mente, y junto a ella aquel nuevo estado de inquietud que se le antojaba una locura sin limites. ?Seria aquello la pasion amorosa, aquel sentimiento extremo siempre escuchado de otros, leido en libros, intuido pero no experimentado jamas? ?Podia sentirse pasion por alguien sin saber como era en realidad, sin haberlo besado, ni siquiera rozado? Era afortunada, sin duda era afortunada; una punzada de deseo y felicidad la atraveso. Despues se dio cuenta de que no avanzaba en la lectura del libro que tenia en las manos. ?Como deseaba que llegara el lunes y que Ramon se marchara a la obra! De ese modo, podria estar sola, pensar, martirizandose y deleitandose al mismo tiempo. Se levanto. Necesitaba un poco de actividad si queria conservar el juicio.

– ?Preparo un te?

Ramon dejo la lectura, se masajeo los ojos, miro el reloj.

– No se, llevamos toda la tarde en casa. ?Quieres que vayamos a tomarlo al club? Estamos un rato y

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