regresamos pronto. Manana ya tengo que madrugar.
Era una gran idea. En el club encontrarian probablemente a Manuela y a Adolfo, charlarian. Seria un descanso no estar mano a mano con Ramon y, ademas, dejaria de pensar, un descanso absoluto.
– En seguida vuelvo. Voy a buscar un jersey.
De pie en su dormitorio, se miro en el espejo. No, su rostro no delataba nada sobre sus perturbadoras obsesiones, debia tranquilizarse. Regreso junto a su marido, que la esperaba en el porche contemplando el atardecer.
– ?Que tarde tan deliciosa! -comento-. Cuando regresemos a Espana nos acordaremos de estas tardes suaves de Mexico.
– Si -musito Victoria con el corazon encogido.
El club estaba habitualmente medio vacio los domingos por la tarde. Los tecnicos jovenes que tenian ninos no solian acudir. Ese dia solo habia cuatro personas: Adolfo y Manuela, Susy y Henry. Los recibieron con animacion:
– ?Eh, unios a esta pandilla de desterrados!
Se sentaron todos juntos, tomaron el te, y la charla derivo hacia agradables temas insustanciales. Victoria hubiera cerrado los ojos de tanto placer. Aquella conversacion carente de tensiones la aligeraba, le daba reposo, le procuraba una reconfortante sensacion de normalidad. Veia a Ramon risueno y locuaz, al tiempo que la hermosa luz del dia iba desapareciendo por los enormes ventanales que daban al jardin. ?Por fin el tiempo recuperaba su ritmo normal en vez de arrastrarse lastimosamente sobre sus pensamientos culpables! Los dialogos adquirieron aquella textura banal y comoda de las reuniones entre matrimonios, hecha de lugares comunes y humor previsible: bromas jugando a la lucha de sexos sobre el colchon amortiguador del mutuo conocimiento y la comprension, de la tolerancia y el carino.
Se habia hecho de noche. Manuela, la vigorizadora de cualquier situacion que pudiera decaer, dio una palmada en el aire:
– Quiero hacer una pregunta a las mujeres: ?vais a poneros a preparar la cena ahora? No me negareis que es una perspectiva espeluznante. ?Por que no nos quedamos a cenar aqui?
– ?Podra improvisarnos algo el cocinero?
– Voy a informarme.
Manuela se levanto y salio con paso firme, dejando tras de si una estela de comentarios sobre su vitalidad. Adolfo asentia, remedando la resignacion de una victima:
– Cierto, cierto, tiene una vitalidad que mata, doy fe.
Era evidente que se sentia orgulloso. Victoria penso que aquella pareja veterana habia logrado una envidiable supervivencia amorosa o, al menos, matrimonial. Ese pensamiento acabo de tranquilizarla. Se habia precipitado al dar por seguro que iba a abandonar a Ramon. Dejarse llevar por las regurgitaciones de la mente durante mucho tiempo era un proceso malsano que debia evitar. Manuela volvio al cabo de un instante.
– Listo. Guacamole, huevos revueltos y carne en salsa. ?Hay quien de mas? Y mientras el banquete sale a la mesa, dry martini para todos. ?Alguien se apunta?
Nadie se nego a tan buen plan. Rozando la euforia gracias al alcohol, transcurrio otra hora hasta que se sentaron a cenar. La cena fue larga, divertida. Victoria estaba tan repuesta de su angustia que comio con apetito y bebio el vino con sed de olvido. Tras una prolongada sobremesa, Ramon miro el reloj.
– Lo malo de marcarse una juerga con tu propio jefe es que cuando al dia siguiente te presentas al trabajo en malas condiciones no puedes poner excusas verosimiles.
Adolfo solto una carcajada:
– Teneis la gran suerte de que el jefe es el mas viejo, y a lo mejor manana no me puedo levantar. Aunque no os hagais ilusiones, manana a las siete, todos en el tajo. No me gustaria que el gobierno mexicano nos tuviera que echar viendo que su presa no avanza.
Entonces lo descubrio delante de ella, de pie, el pelo rubio algo despeinado, los ojos enrojecidos. Henry lo saludo:
– ?Eh, Santiago, llegas un poco tarde!
– He oido voces y me he acercado a mirar.
Ramon se puso en pie, se dirigio a buscar una silla.
– Sientate y toma una copa, seras una excusa para la ultima. El jefe ya nos estaba amenazando con el madrugon de manana.
Santiago intercepto su movimiento, poniendole una mano cortes en el brazo.
– No, gracias, es muy tarde ya. Me voy a dormir. Manana nos vemos. Buenas noches a todos.
No le habia quitado los ojos de encima ni un segundo, ella los sentia aun clavados, abrasadores. Pero nadie parecia haberse dado cuenta; como tampoco advirtieron que ella hacia esfuerzos por respirar normalmente, por controlar la aceleracion que le golpeaba en el pecho. Cuando Santiago desaparecio, se hizo un silencio incomodo, era obvio que volvia de alguna parte, solo, y que habia bebido. La sombra de Paula planeo sobre todos, y fue algo tan notorio que Susy se vio forzada a decir:
– Me encontre con Paula esta tarde y no se sentia muy bien. Creo que se fue a la cama temprano.
– ?Vaya! -solto en un suspiro Manuela, intentando aportar naturalidad al momento.
Adolfo se levanto:
– Senores, ha llegado el final de la velada, por lo menos para mi.
Cada uno se dirigio hacia su casa. Mientras caminaba junto a Ramon, sintio la necesidad de decir cualquier cosa que conjurara el silencio entre ambos.
– Ha sido una buena idea ir al club. Despues de todo, hemos pasado un buen rato.
– Te lo contare manana cuando suene el despertador.
Se desnudaron. Ramon siempre ponia la radio con el volumen muy bajo mientras se preparaban para dormir. Le dio un beso en la mejilla a su esposa. Ella apago la luz.
– ?No te quedas leyendo un rato?
– Estoy cansada.
– Buenas noches, hasta manana.
Siempre le habia parecido divertido que el se despidiera de manera tan formal todas las noches, como si realmente no fueran a compartir la cama. Al cabo de un rato noto como se removia, inquieto, e instantes despues comenzo su acercamiento sexual. Victoria espero. Sabia cuales iban a ser exactamente los movimientos de su marido, donde pondria sus manos, como. Voluntaria, conscientemente, penso en Santiago, cambio aquel cuerpo conocido que la abrazaba por el que no habia tocado jamas, y se inflamo de deseo.
Luz Eneida le pregunto si debia pasar el aspirador por la sala. Segun su opinion, no era necesario, no veia el polvo suficiente como para hacer una limpieza a fondo. Claro que, a lo mejor, no le venia mal una lavadita al suelo, antes de que la suciedad se hubiera acumulado mas. Paula levanto la vista del libro y la miro con curiosidad. ?Hablaba en serio, de verdad le importaba la limpieza e incluso elaboraba estrategias para mantenerla? ?Por que habia gente con tanta capacidad para ser practica? Aquella mujer cumplia con un trabajo monotono, tenia una vida probablemente miserable en el ultimo rincon del mundo y, sin embargo, continuaba preocupandose por erradicar la suciedad de su salon. ?Que la motivaba: la mision bien cumplida, la armonia del entorno? Cualquier cosa, Luz Eneida estaba dotada con la gracia de la felicidad. A lo mejor era religiosa. Sabia que otras esposas de la colonia charlaban a menudo con sus sirvientas, de modo que conocian sus circunstancias, su situacion. Pero Luz Eneida no habia tenido suerte con ella. ?O si? Al fin y al cabo, no la agobiaba con peticiones ni ordenes, de hecho no le decia nunca lo que tenia que hacer. Aunque probablemente aquella chica hubiera preferido su atencion incluso yendo acompanada de exigencias, porque era lo logico y habitual. En eso consistia la felicidad, en esperar lo logico y lo habitual. Por eso ella nunca habia tenido ni la mas leve posibilidad de ser feliz. No comprendia en que consistia lo logico, y nunca habia puesto demasiado interes en dilucidar que era lo habitual. Hubiera necesitado levantar el vuelo y olvidarse de las normas, pero tampoco lo hizo. Miedo. Lo logico siempre solia coincidir con lo habitual. Lo logico hubiera sido que ella y Santiago se separaran cuando el acepto el trabajo en Mexico. Dado el estado de destruccion lenta pero definitiva de su matrimonio, eso hubiera sido lo logico, y tambien lo habitual. Una excusa inestimable para salir de aquella situacion. Lo logico tambien hubiera sido que cuando Santiago oyo de sus labios que pensaba acompanarlo en su estancia, hubiera dicho: «No, querida, no vengas conmigo, creo que ha llegado el momento de destapar el juego.» Pero no lo dijo. ?Alguno de los dos tenia