– Eso da igual; pienso en mi marido, pienso en…
– No pienses, todo ira saliendo por si mismo. No te angusties, no pienses demasiado.
– ?Como quieres que no piense?
– Piensa, pero solo en mi.
– ?Todo el tiempo pienso en ti!
– Eso es lo importante; el resto saldra solo.
– ?Como puedes estar tan seguro?
– Porque Dios esta con nosotros.
Victoria lo miro con gesto de incredulidad. El se echo a reir y ella lo siguio. Se abrazaron. Santiago le seco con la mano las lagrimas que aun quedaban en su cara.
– En esta casa no podremos encontrarnos, Santiago, seria demasiado para mi.
– Buscare otro sitio, ?de acuerdo?
Ella hizo una mueca de desagrado.
– Si, ya lo se; el engano es desagradable; pero se trata de una solucion temporal que durara muy poco. Haremos que no se convierta en algo sordido.
– Te lo ruego.
– Pero tu no te asustes por nada. Tienes que saber perfectamente hacia adonde vamos.
– ?Cuando volveremos a vernos y como?
– Yo lo arreglare, no te preocupes. Quedate tranquila, ten siempre presente que te quiero muchisimo.
– Ni siquiera nos conocemos.
– Pero tu tambien me quieres.
– Si.
– ?Estas segura?
– Si.
Se abrazaron y luego caminaron, trabados, hacia el sofa. Santiago fue desnudandola poco a poco. Ella tenia los ojos cerrados. Hicieron el amor alli mismo, el sobre ella, con deseo de estar el uno dentro del otro, sin preocuparse del placer.
De madrugada, el salio de la casa tomando precauciones para no ser visto. Cada paso que daba alejandose de la casa le causaba autentico dolor fisico. Arranco el coche y de pronto, ya en camino, toda la congoja que sentia frente a la ausencia se convirtio en euforia sin transito intermedio. Puso ritmica musica autoctona y tamborileo sobre el volante. Si, cierto, aquel era el primer dia de su nueva vida. Todo iba bien; pero ?lo habia dudado en algun momento?, ?habia considerado la posibilidad de que Victoria lo rechazara? No, naturalmente que no, una pasion como la que sentia no se generaba en el aire ni era individual. Una pasion como aquella siempre estaba conectada a otro polo y del choque fluia una fuerza infinita.
Aminoro la marcha al llegar a El Cielito. El trayecto se le habia hecho corto.
Si, el coche de Dario seguia alli. Aparco junto a el. Ya era completamente de dia. Olia a jazmin.
Cuando entro en la inmensa sala del bar vio a Dario acodado en la barra. Aun no habia clientes. Se acerco, poniendole la mano en la espalda. El chico dio una sacudida de sobresalto.
– ?Perdona, no queria asustarte!
– No esperaba verlo por aqui; al menos a estas horas.
– He tenido que comprar unos materiales en San Miguel. Estoy de vuelta y pensaba desayunar.
– Acompaneme, entonces. He pedido huevos y cafe.
– ?Has venido a buscar el coche?
– Llegue anoche, me trajo el cocinero; pero estaba cansado y me dio miedo conducir.
– Siento mucho haberte complicado la vida, pero ?estaba tan bebido el otro dia!
– No tiene importancia, esta bien asi.
Pidieron desayuno tambien para Santiago y guardaron silencio mientras llegaba. Luego ambos comieron con apetito. Cuando acabaron, Santiago miro fijamente a los ojos del chico.
– Tu eres un hombre discreto, ?verdad, Dario?
Casi se atraganto. Deberia haber imaginado antes que el ingeniero queria algo de el. Aparento normalidad.
– Santiago, puede estar seguro de que lo que usted me dijo quedara entre nosotros. No se me ocurriria comentarle a nadie ni siquiera que estuvimos juntos aqui.
– Ya lo se, y como estoy convencido de que eres discreto, quiero pedirte un favor.
La taza que Dario sostenia temblo ligeramente.
– Lo que usted guste mandar.
– Dime, Dario, tu conoces bien a las chicas que trabajan aqui, ?verdad?
– Bueno, ya sabe que yo estoy solo en Mexico, y la soledad…
– No te pido ninguna explicacion. Solo te pregunto si tienes confianza con alguna de ellas, una que te parezca una chica prudente.
– Tengo confianza con alguna, no le dire que no.
– ?Vive alguna de ellas cerca de El Cielito?
– Todas. Unas en aldeas de los alrededores y otras en ranchitos perdidos en el campo.
– Necesito que me alquilen una habitacion en un sitio discreto y tranquilo para cuando la necesite.
– Ya.
– Es para ir en compania femenina, no voy a enganarte. Los hoteles de Oaxaca estan demasiado lejos, y San Miguel no es segura, alguien puede vernos, ?comprendes?
– Si, le entiendo.
– Todo esto, Dario, no es un juego ni es golferia…
– Usted tampoco tiene que darme explicaciones.
– De acuerdo, pero quiero que sepas que se trata de algo muy serio, importante; asi que el silencio es basico, el de la chica tambien. Le pagare con esplendidez, diselo con estas palabras.
– Descuide.
– Otra cosa, muchacho. Si quieres te puedes negar a hacerme este favor. Lo entendere perfectamente.
– No se preocupe, puedo hacerlo sin problemas, solo que… bueno, si alguien… si su esposa… en fin, si se descubriera el pastel, y perdoneme esta expresion, le ruego que usted tampoco diga a nadie que el contacto para la casa se lo proporcione yo.
– Puedes estar tranquilo.
– Entonces no hay mas que hablar. Preguntare con discrecion a mis amigas.
Intercambiaron serias miradas. Se habia instalado entre ellos la solemnidad de los pactos secretos. Pocos minutos mas tarde, Santiago emprendia el regreso al campamento.
Una vez solo, Dario pidio un tequila. Se lo trago de un golpe. Joder!, penso, por que todas las cosas raras tenian que pasarle a el. Luego reflexiono; si no hubiera tenido semejante familiaridad con las putas, el ingeniero no hubiera requerido su ayuda. En el pecado llevaba su penitencia, como suele decir el saber popular. Aunque, de todos modos, aquel grupo de gente en teoria respetable que debia soportar era una panda de viciosos e hipocritas, se lo habia parecido desde el principio. Resignado a volver a la colonia busco las llaves del coche en el bolsillo.
Santiago llego al campamento y fue inmediatamente a entregar las piezas al mecanico. Luego se dirigio hasta el barracon de ingenieros y encontro a todos sus companeros desayunando. Fue acogido con bromas:
– ?Por el heroe superviviente de la mision suicida!
Ramon, Adolfo y Henry levantaron sus tazas de cafe parodiando un brindis. Santiago sonrio de forma huidiza.
– Las piezas ya estan aqui. Vamos a ver si el mecanico consigue algo y podemos reanudar el trabajo esta misma tarde.
– Es un tio muy habil, lo hara -contesto Adolfo.
Henry se intereso por si habia desayunado.
– Si, pare en el camino.
– Seguro que ha comido mejor que nosotros.
– Para eso no hace falta demasiado.