ya eran mayores, se mostraba tranquila y colaboradora, y nunca estaba de mal humor. Sin embargo, habia algo remoto en ella, como si siempre se encontrara en otra parte. Y la americana, simpatica y entusiasta, pero ?tan joven, y de una cultura tan distinta! Por no mencionar a Paula. ?Que habia detras de aquella mujer? La vida le habia ensenado a no juzgar; uno puede llevarse grandes sorpresas si emite un juicio sin conocer las circunstancias de una persona; pero estaba claro que aquella chica parecia un poco desesperada. Y no comprendia por que: su marido era impecable, y ella misma, aparte de beber demasiado, demostraba inteligencia y un gran sentido del humor, aunque algo peculiar. Claro que no tenian hijos, y eso siempre era un elemento de friccion en un matrimonio. A lo mejor la desesperacion de Paula venia de ahi. No lo sabia, pero el modo en que bebia, aquella locuacidad enloquecida que se apoderaba de ella… En fin, no era asunto suyo. Ella se consideraba una mujer afortunada, y justamente eso la hacia comprensiva con los demas. Y comprensiva significaba tolerante, porque entender en puridad las cosas que pensaban o sentian las mujeres mas jovenes, no entendia nada en realidad. Era como si la gente estuviera envuelta en un proceso de progresiva complicacion de lo que era sencillo en origen. Porque el mundo podia avanzar, pero existian extremos inamovibles. Siempre habria padres e hijos, siempre se producirian enamoramientos, las parejas continuarian viviendo juntas, los ninos nacerian, crecerian y habria que educarlos, y siempre amanecerian dias nuevos en los que seria necesario desayunar, ir al trabajo o a la escuela, comer… lo que se llama el dia a dia, con su orden inexorable de obligaciones. Pues bien, en la organizacion de las pequenas cosas gravitaba el peso de las grandes; y de eso nadie se percataba. Correr, correr, abarcar, atesorar, demostrar la valia en la profesion. ?Ah, pobres mujeres, estaban perdiendo la nocion de lo que es de verdad crucial! Mas que eso, estaban perdiendo su reino, el poder que siempre habian detentado sin dificultad. Pero ella se sentia feliz, y cuando por la noche oia respirar a su marido en la cama, junto a su cuerpo tranquilo y relajado, se llenaba de orgullo y daba gracias por estar exactamente alli, y no en otro lugar. Al menos asi habia sido hasta entonces. Solo en los ultimos dias solia pensar que quiza le habia faltado libertad. Aunque libertad, ?para que, para emborracharse como Paula? Cerro los ojos y se forzo a dejar de pensar de aquel modo. Todo iba bien, ?o no? Si, todo iba bien. Cada cual tenia sus circunstancias, y las suyas la habian llevado hasta alli en paz.

Susy se fue paseando sola hasta San Miguel. Necesitaba caminar. Se sentia como un animal encerrado entre las paredes de la colonia. Su madre la habia llamado aquella manana para anunciarle que los visitaria en Navidad. Una noticia que le parecio terrorifica. Habia pensado que, si Henry podia ausentarse de la obra, viajarian a Boston por esas fechas. Pero su madre se habia adelantado. Deberia haberse negado a recibirla, replicarle que serian ellos los que acudirian a su casa, pero no se vio capaz. Como de costumbre, se quedaba bloqueada cuando mas necesaria era una reaccion firme. Demasiados anos de asentimiento y odio callado. Nunca se habia sentido con fuerzas para decirle a su madre hasta que punto la detestaba. Habia pensado que el paso del tiempo le concederia el distanciamiento suficiente para no aborrecerla de una manera tan visceral. Y en cierto modo habia sido asi, el tiempo no habia disminuido la animadversion, pero le habia aportado razonamientos que la hacian menos reactiva, mas racional. La psicoterapia a la que habia recurrido durante varios anos solo habia servido para reforzar su estado de alerta. La conclusion fue que el contacto con su madre no era beneficioso para ella. Se le recomendo frecuentarla lo menos posible; pero al mismo tiempo debia esforzarse por comprender la figura materna, por perdonar sus fallos y no intentar cambiarla. Aunque, por mas que lo habia probado, aquel consejo no era facil de seguir. A veces su madre tenia un comportamiento invasivo: la llamaba constantemente por telefono, se presentaba en su casa sin avisar. Otras, pasaba meses sin saber nada de ella, y cuando intentaba ponerse en contacto, recibia una respuesta desabrida.

Henry habia sido basico para su estabilidad. La relacion con su suegra no le resultaba dificil. Capeaba bien los temporales y no acababa de comprender el porque del rechazo de Susy hacia su madre, pero no hacia ninguna averiguacion. Se mostraba tremendamente respetuoso en relacion con ese tema. Nunca le habia preguntado: ?por que? Tanto mejor, porque Susy dudaba de que llegara a entenderlo. Era un hombre limpio, sin fisuras, feliz, hijo de una familia modelica cuyos miembros se querian y respetaban, un hombre sin complicaciones. Le gustaba su trabajo, le gustaba el rugby y la musica folk, adoraba a su hermana pequena. Era discreto, formal, voluntarioso, amable. En algunas ocasiones, en vez de sentirse contenta por tener un marido tan perfecto, habia experimentado una cierta irritacion hacia el. Demasiadas virtudes. Ni siquiera tomaba medicamentos porque no solia encontrarse mal. No fumaba, nunca bebia mas de la cuenta, no tenia mal genio ni manias absurdas. Se ocupaba bien de todos los asuntos que le concernian y ejercia sobre Susy una tutela que ella misma reclamaba. Se daba por sentado que Susy era mas debil y que con ayuda de su marido podia salir adelante sin problemas. Lo malo era que a veces ella se sentia demasiado dependiente de su marido. En cualquier caso, si hubiera existido un Premio Nobel para maridos perfectos, Henry lo hubiera ganado.

Su madre en Navidad. No habia contado con eso. Nunca antes los habia visitado en Mexico. ?Que la impulsaba a acudir: otra crisis sentimental con alguno de sus pretendientes imposibles? Los padres nunca deberian mostrar sus debilidades frente a los hijos, penso. Su madre arrastraba consigo un pequeno caos; y, sin embargo, habia momentos en los que su personalidad brillaba de manera esplendorosa. Entonces se mostraba segura, alegre, ingeniosa y aguda. Daba la impresion en esos momentos de que alguien como ella debia de tener el mundo a sus pies. Pero no era asi en absoluto; su madre habia convertido el mundo en una plataforma oscilante en la que era muy facil tropezar.

Se dirigio hacia el mercado y, a medida que avanzaba, empezo a encontrarse con la gente de San Miguel, indiferente y silenciosa como de costumbre: mujeres cargadas con cestas, indios de rostros impenetrables, ninos hermosos como miniaturas. Entonces descubrio a Victoria comprando en un puesto de especias. No estaba convencida de que le apeteciera encontrarse con ella, pero camino hasta donde estaba; necesitaba atajar aquellos pensamientos que iban derivando hacia el lado oscuro. Le puso una mano en el hombro y Victoria se volvio, sobresaltada.

– ?Te he asustado?

– Estaba distraida.

Le dio a la vendedora las monedas que esperaba y se alejaron juntas.

– Dejame ver que has comprado.

– Especias mezcladas. Unas bolsitas para enviarlas a Madrid. Me las pidieron unos amigos por telefono. ?Es tan absurdo!, seguro que pueden encontrarlas en cualquier tienda especializada de alli, pero asi somos todos, buscamos un exotismo que ya no existe.

– Seguro que estas son mejores. Ven, te invito a tomar un cafe.

Caminaron juntas, charlando, y al llegar a la plaza del ayuntamiento se sentaron en un bar. Pidieron cafe.

– ?Sabes que pienso a veces? -dijo Susy-. Creo que vivimos aqui sin darnos verdadera cuenta de donde estamos. Hemos traido con nosotros nuestras costumbres, nuestra gente… cuando volvamos a casa tendremos la impresion de haber desaprovechado nuestra estancia en Mexico.

– Esa sensacion se tiene siempre, en cualquier lugar.

– El tiempo pasa de prisa.

– Puede que lo desaprovechado sean nuestras vidas.

– ?Estas pesimista hoy?

Victoria se echo a reir. Nego con la cabeza. Bebio cafe.

– No me hagas caso. ?Como se puede estar pesimista en una manana tan preciosa?

– ?Vienes a menudo a los bares de la plaza?

– No mucho.

– Yo si vengo bastante. A veces con Paula.

– Os habeis hecho muy amigas Paula y tu, ?verdad?

– No se.

– ?No lo sabes?

– Es una mujer muy inteligente, muy especial; pero no se si somos amigas.

– No lo entiendo.

– ?Bah, nada; es que con Paula nunca se sabe! En el fondo creo que la gente no le gusta.

– ?No se encuentra a gusto en la colonia?

– Mas bien no se encuentra a gusto en su piel.

– Quiza no le apetecia venir hasta aqui con su marido; o a lo mejor no puede trabajar bien.

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