organizado ferreamente con las reglas de otros. Pero eso tambien podia ser considerado como vivir en una prision. Sonrio ante sus meditaciones, ?estaba haciendo una pequena revolucion personal? No, simplemente se habia enamorado, y debia hacer un esfuerzo por dejar de considerar esa circunstancia como una fatalidad cercana a lo terrible. Sentir amor era magnifico, ?a que negarlo? Desde hacia unos dias habia perdido el apetito y se despertaba todos los dias de madrugada. En principio podia parecer algo desagradable e incluso morboso, pero la sensacion de alerta y vitalidad que llevaban consigo aquellas minimas privaciones arrasaba todo lo demas. Estaba feliz. De pronto se dio cuenta de que era casi la hora y Santiago aun no habia llegado; pero no temio nada. La unica certidumbre con la que contaba era que aquel hombre la queria. Un hombre del que lo desconocia todo: su pasado, sus gustos, sus circunstancias familiares. Un hombre con el que casi no habia hablado. Un hombre con el que no habia bailado ni comido en un restaurante. Un hombre guapo de manos fuertes que no la dejaria caer jamas en el vacio. La queria, no era necesario saber nada mas. Aquel hombre habia hecho desaparecer de su mente y su corazon anos de convivencia con Ramon, de gestos amorosos entre ellos, de complicidad e intereses comunes. Todo. Como si no hubiera existido nunca, como si empezara a vivir de nuevo sin dejar nada atras. Era tan injusto como ineludible, era asi. Como todo el mundo, habia oido y leido sobre la pasion, pero siempre le parecio algo que no iba con ella. Se describia como un sentimiento arrasador, fuerte, profundo, nefasto, en contra del cual es preciso estar prevenido, especialmente las mujeres, porque todo lo devora y al cabo de un tiempo desaparece, dejando solo dolor. ?Era eso lo que sentia ella, una pasion? ?Dios!, se encontraba dispuesta a abandonarlo todo, no comia, no dormia, sentada en una iglesia oscura esperaba a un hombre para hacer el amor con el. Si aquello no era una pasion, no sabia que podia serlo. Noto una fuerte presion en los hombros. Era la presion de sus brazos y significaba consuelo, amor, comprension, proteccion infinita. No recordaba los rasgos de su cara, imposible representarselos. Se volvio con angustia, buscandolo, se puso en pie, lo abrazo. Proteccion infinita. Unos brazos hablan, proporcionan mas informacion que las palabras.

La habia visto al entrar: pequena, fragil, sentada en el banco frio de aquella iglesia que de pronto se le antojo lugubre, casi terrorifica. Era muy importante que Victoria no se asustara, que no se dejara llevar por las impresiones que surgirian de la inevitable sordidez de los encuentros clandestinos. Si hubiera sido posible, habria huido con ella en aquel mismo instante, la hubiera robado, raptado. Ambos con el pasaporte en el bolsillo y todo el tiempo por delante. Pero no cabia cometer el mas minimo error. Todo debia estar calculado, ser ejecutado a conciencia. No podia saber si ella era lo suficientemente fuerte para ocuparse en parte de los aspectos practicos de la cuestion. No, seria el quien llevara la voz cantante. De momento resultaba imprescindible que no se dejara llevar por el miedo, por las enormes dificultades que se avecinaban. Ella tenia mas que perder, estaban sus hijos. Cuando se abrazaron se sintio mas seguro, todo el coraje que pudiera faltarle se lo infundiria el.

Viajando en el coche casi no se dirigieron la palabra, tampoco se miraron. La perspectiva les parecia tan extrana, tan asombrosa… al cabo de unos minutos estarian en una casa desconocida para ambos, haciendo el amor.

Por fortuna, al llegar no habia nadie en el patio trasero, ni se oian voces en el interior. Dario habia hecho muy bien su trabajo, el lugar parecia ideal. Vieron unos cerdos moviendose, perezosos, por entre los arboles. El le apreto la mano.

– No te preocupes por nada. La habitacion ?hasta tiene puerta! Nunca habras visto lujo igual.

A Victoria no le parecio una habitacion ni humilde ni lujosa. Simplemente no la vio. Cerraron la puerta. Se sonrieron, se abrazaron, fueron quitandose cada uno su ropa, despacio, sin la menor vacilacion ni premura. Luego se trabaron en un nudo sobre la cama. Ella respiro por fin, tranquila, aspirando el olor del cuerpo de el, que le parecio a la vez nuevo y conocido. Notar el roce de su pene erecto contra sus piernas le parecio tierno y divertido. Santiago no buscaba placer, ni era capaz de pensar, solo queria entrar en ella, perderse alli, permanecer. Aquel era el rincon caliente tras la lluvia y el frio, el fuego seco, el centro de todo. Victoria lo sintio dentro y fue como si por fin hubiera sanado una dolorosa herida abierta. Todo cobraba sentido, todo tenia nombre por primera vez. Nunca antes habia hecho el amor, nunca, nunca. Santiago se ofrecio, se entrego, lo dio todo. Ella lo oyo gritar.

Se quedaron entrelazados sobre la cama, envueltos en una paz que fluia de si mismos. Entonces Victoria se echo a llorar. Santiago se incorporo y la miro a la cara. Le seco las lagrimas con la mano. Sonrio:

– ?Que pasa, tan poco te ha gustado?

Ella lloraba y reia al mismo tiempo. Procuro que la voz no le saliera quebrada:

– Todo esto va a ser muy duro.

– Es verdad, sera duro; pero no vamos a asustarnos. Piensa en el dia de despues, cuando ya haya pasado todo lo malo.

– Hablas como si se tratara de una mera gestion.

– Vamos a herir a otras personas, pero es inevitable. Y es cierto que debemos hacer gestiones, no queda otro remedio. He empezado a buscar trabajo en Espana, con toda discrecion. Tendremos que marcharnos de aqui relativamente pronto. Quedarnos hasta que finalicemos la presa queda descartado. No podemos estar anos en plan clandestino; yo no lo quiero, supongo que tu tampoco. Y una vez destapada la situacion, es impensable seguir trabajando junto a tu marido, alquilar algo aqui para los dos… impensable. Pero no te preocupes, tengo muchos contactos, no sera dificil encontrar un nuevo trabajo. Faltan ingenieros en todas partes.

– Oirte hablar de esos aspectos practicos ahora, tan pronto…

– Choca, ya lo se, pero no podemos dejar ningun cabo sin atar. Necesitaremos desde el principio una estructura basica, dinero, un lugar agradable para vivir. Si nos marchamos juntos actuando sin planes practicos nos encontraremos con situaciones de nervios y tension que debemos evitar. ?Te imaginas a ti misma viviendo en un pisito cutre? Ni tu ni yo estamos acostumbrados, saldria mal.

– Me asusta un poco oirte hablar asi.

– La realidad no tiene por que asustarte. Tu querras seguir con tu trabajo, volver a Barcelona, ?no?

– Y ver a mis hijos de vez en cuando.

– Eso no es un problema, los veras.

– ?Como voy a contarles todo esto estando tan lejos?

– No se, hazlos venir cuando llegue el momento, o viaja tu, escribeles. Encontraras la manera, aunque no se que decirte, yo no tengo hijos.

– Ya -murmuro Victoria, descorazonada-. Se nos viene una buena encima.

– Hay que darles fuertes topetazos a las estructuras para que caigan.

– Pues mi estructura es muy solida, asi que el golpe sera descomunal.

– ?No estas segura de querer desmantelar lo que tienes?

– Quiero estar contigo, de eso estoy muy segura.

– En ese caso hay que mantenerse firme, sin miedo.

La abrazo y ella se mantuvo acurrucada junto a su pecho. Permanecieron asi mucho rato. Victoria levanto la vista hacia el:

– ?Sabes una cosa absurda? Desde la primera vez que me abrazaste me di cuenta de que un hombre con esos brazotes grandes y acogedores siempre me protegeria de todo lo malo.

– ?Absurdo?, ?es la pura verdad!

– ?No eres un poco vanidoso?

– Si.

Rieron, aligerados del peso de los pensamientos y los problemas. Santiago se sintio feliz de que ella fuera capaz de bromear. La apreto con decision.

– Victoria, tengo un sentimiento amoroso muy fuerte hacia ti. Nunca antes habia experimentado nada parecido, nunca. Ahora comprendo cosas que antes no comprendia: las pasiones amorosas de la literatura, las grandes sinfonias, es como… como otra dimension del conocimiento, como esas drogas que te permiten ver mas alla.

– Pero el efecto de las drogas se pasa.

– Pues para cuando se pase procurare abrir los ojos y que tu estes alli.

– Estare, seguro, estare.

Una hora mas tarde la dejo en la iglesia y regreso a la presa. Ella sintio un desgarro cuando se separaron. «Un momento mas, un momento mas», pensaba en la despedida, y al dejar de verlo noto un dolor en el pecho. Despacio, fue a sentarse en la ultima fila, donde antes habia estado. Ahora habia feligreses: mujeres mayores con

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