tendemos a valorar poco aquello que poseemos, pero si un dia llegamos a perderlo… La vida con Santiago se presentaba como un enigma, pero no podia pretender que iba a estar fundamentada en la serenidad. Probablemente lo estaria en el amor, pero ?serian capaces de encontrar un poco de calma despues de los traumas que les esperaban? ?Como se desarrollaria su convivencia?
Al llegar a su casa se fijo en el jardin. Poco despues de su llegada a la colonia habia decidido cuidarlo ella misma, sin la ayuda de jardineros; pero llevaba mas de Una semana sin prestarle la mas minima atencion. Las malas hierbas empezaban a prosperar por todos lados, y las rosas muertas habian perdido sus petalos y parecian feos munones. Le parecio que el aspecto del jardin era un reflejo de su estado animico. Se autoimpuso la obligacion de pasar la manana siguiente trabajando con la azada y las tijeras de podar. No podia continuar con aquellos pensamientos obsesivos que la dejaban exhausta. No queria pensar mas.
Entro en la casa y, dejandose llevar por un impulso, llamo a sus hijos por telefono. La voz joven y animosa de la chica le proporciono unos instantes de enorme relajacion. Pero, como de costumbre, no contaba con tiempo para hablar, iba a salir de casa justo en aquel momento, siempre con prisa, siempre con obligaciones y planes que cumplir. Otras veces aquello le parecia algo natural, en esta ocasion se sintio un poco dolida. Pero no tenia derecho a reclamar toda la atencion sobre si misma cuando antes nunca lo habia hecho. Le pregunto si pensaban ir a Mexico por Navidad.
– Este ano no, mama, ya te lo dije. Ademas, hace muy poco que nos hemos visto. Tu misma estabas de acuerdo en que no podemos andar cruzando el Atlantico cada dos por tres. Espero que lo comprendas.
Y lo comprendia, desde luego que si, del mismo modo que comprendio que nadie la ayudaria a salir de la confusion mental que la embargaba. Era como si estuviera en un juicio como acusada. Los testigos a favor de que continuara con su matrimonio no paraban de hablar, los que exponian razones para que se marchara con Santiago se habian quedado mudos. Pero por desgracia la vida no funciona como un juicio, siempre es uno mismo el juez, y el fiscal, tambien el abogado defensor. Tras colgar el telefono miro a su alrededor y no encontro nada que le sirviera de ayuda o de consuelo. Si hubiera tenido el valor de contarle a Manuela lo que le sucedia, quiza hubiera recibido un buen consejo. Aunque podia imaginar hasta sus palabras: «?Estas loca, Victoria, vas a dejar a tu marido, a tus hijos, tu vida comoda, tu serenidad? Y todo por un hombre que aparentemente tiene un matrimonio roto, una esposa cinica y bebedora. ?Seguro que esta deseando librarse de ella y no se atreve a quedarse solo! ?Vamos, eso son enamoramientos propios de una crisis de edad!» Eso le diria, y estaria muy cerca de la verdad. Ella nunca habia pasado por ningun enamoramiento estando casada con Ramon. A su alrededor danzaban mil asuntos: el trabajo, los chicos, la rutina diaria… ademas, nunca habia sido una mujer proclive a las aventuras. Al contrario, su caracter era sobrio y realista. Justamente por eso estaba magnificando unos sentimientos que otra persona mas enamoradiza sabria reconocer, guardar en sus medidas justas. Y era bien cierto que Santiago perdia menos que ella en aquella huida. Sin duda estaba harto de Paula. Probablemente, si no hubiera sido ella, se hubiera liado con cualquier otra mujer.
De todo aquello tenia la culpa aquella estancia en Mexico, la inactividad. No estaba acostumbrada a carecer de responsabilidades laborales. Oficiar de esposa tradicional no estaba hecho para ella. Si en ese momento hubiera sido trasplantada a Barcelona, de nuevo en su ambiente, con su familia, alumnos y amigos, todo aquello le hubiera parecido un sueno bastante ridiculo. Se desplomo sobre un sillon. Era terrible que en el lugar donde construian la presa no hubiera cobertura para los telefonos moviles. Hubiera llamado a Ramon, o a Santiago, a cualquiera de los dos.
– No, no, nada de guirnaldas electricas. Usare la misma iluminacion que ponemos en las verbenas de verano. Solo me faltaba tener que emparrar todas esas bombillitas tan pequenas por los arboles.
– Pero en esas guirnaldas hay figuritas de Papa Noel, y a los espanoles os gusta mucho Papa Noel.
– Eso es a los franceses. Al carajo con Papa Noel. Me llevare dos cajas de bolas de colores, las estrellas, la nieve artificial, el espumillon…
Dario y Rosita estaban en el almacen central de San Miguel, comprando las decoraciones de Navidad. Se habian encontrado por casualidad en plena calle. El le pidio que lo acompanara a hacer sus recados. Pago en la caja y se dirigieron hacia el coche. Ella lo ayudo a cargar las cajas.
– ?Quieres que tomemos una cerveza o tienes que volver pronto a El Cielito?
– Si no te importa que te vean conmigo…
– Ni lo mas minimo. Anda, vamos, a lo mejor asi se me quita el mal humor.
Se sentaron en la terraza de un bar de la plaza y pidieron cerveza. Rosita parecia encantada. Dario se fijo detenidamente en ella. Era la primera vez que la veia con tranquilidad fuera de El Cielito, a plena luz del dia. Estaba bonita con su blusa blanca y la falda de lunares pequenos. No debia de tener mas de veinticinco anos. Penso que no existia ninguna diferencia entre ella y cualquier otra chica de su edad. Pero era una prostituta. Claro que ser una prostituta alli carecia de las connotaciones de serlo en Espana. En aquellos ranchitas existia mucha pobreza y las chicas se veian forzadas a sacar dinero de donde fuera. Entre los mexicanos, ser prostituta no era tan negativo como entre los espanoles. En aquel pais no imperaban reglas de moral rigida, todo era mas promiscuo, mas sencillo, en el fondo. ?Que opinaria dona Manuela si se enterara de que el frecuentaba prostitutas del modo mas natural? Seguro que le parecia algo horrible, una aberracion. Pensar en la mujer de su jefe le recordo por que estaba alli y volvio a abismarse en su mal humor: decoraciones navidenas, fiestas infantiles… ?mierda!, aquello significaba un monton de trabajo mas, y justamente del tipo que le reventaba. ?Pues si que se presentaban bien las Navidades! Ni siquiera sabia si tendria tiempo suficiente para dedicarse a Yolanda. Y claro, despues de tanto sin verse y de haber hecho un viaje tan largo y gastarse tanta pasta en el billete, se mosquearia si no estaba pendiente de ella continuamente.
– ?En que piensas, mi carino?
– ?Bah, en nada, cosas mias!
– Pues esas cosas tuyas parece que fueran malas de verdad, porque se te ha puesto cara de vinagre.
– Dejemoslo, mas vale no hablar. ?Que tal van los amantes por tu casa?
– Pues bien deben de andar, pero la verdad es que nadie los ha visto. Como nos metiste tanto miedo para que no aparecieramos por alli, mi mama y mis hermanos ni se acercan a la habitacion de atras.
– No se si creerte.
– Pues creetelo nomas porque es la verdad. Mi mama es de una manera que no le importan las cosas de los otros, y ademas…
– Ademas, ?que?
– Pues que esta la plata tan rica que nos pagan. Mi mama me ha dicho que te pregunte si sabes cuanto tiempo mas se quedaran.
– No puedo saberlo. Depende de por donde les de.
– ?Ay, pues yo espero que les de por estar mucho tiempo calentitos y con ganas de coger!
Dario se echo a reir. Aquellas chicas siempre conseguian ponerlo de buen humor. En especial, Rosita. Rosita era optimista de corazon, nunca la habia visto triste, ni siquiera cansada. Y eso que probablemente tenia buenos motivos para no pensar en la vida como en algo agradable. Pero asi sucedia la mayor parte de las veces: las mujeres que lo tenian todo no estaban conformes ni contentas, sin embargo, aquellas que habian pasado penalidades desde la infancia eran las mas felices porque todo lo valoraban y todo lo agradecian. El mejor ejemplo eran las esposas de la colonia: una alcoholica mas rara que un perro verde, una americana melindrosa, otra que enganaba al marido… y el resto se aburrian y habia que montarles todo tipo de festivales para que se encontraran a gusto. Y, no obstante, Rosita, que vivia en una especie de corral, que se tenia que pasar media vida bailando y follando con tipos mas viejos y feos que ella, pues siempre estaba alegre.
– ?Por que no vienes ahorita conmigo a El Cielito, carino? Podriamos echar una siestecita que te va a relajar. Llamariamos a Maria para que nos hiciera un poco de compania nomas.
La miro con malicia. A aquella chica le gustaba follar, ?vaya si le gustaba!
– Te gusta mucho follar, ?verdad, Rosita?
– Con todo el mundo, no. Pero es que tu eres especial, mi nino. Si yo estuviera casada contigo, no alquilaria una habitacion para irme a coger con otro. Jamas.
– ?Y no nos aburririamos tu y yo, mano a mano, como marido y mujer?
– ?Ni lo pienses! ?Para que tengo yo amigas buenas? De vez en cuando, vendrian una o dos y nos hariamos una fiestecita en la cama, como ahorita mismo podemos hacerlo sin que pase nada.
Dario se quedo petrificado. ?Hablaba en serio, seria capaz de dejar que sus amigas compartieran al marido