– ?Lo conseguiras?

– Ya he empezado a olvidarme de ella. ?Y tu?

– No lo se, olvidarme de Ramon por completo…

– No te pido que lo hagas, pero quiero que no te extranes si lo hago yo. Cada uno tiene un modo distinto de funcionar en la vida.

– Ya, pero…

– Si en este momento los dos llevaramos el pasaporte en el bolsillo, te pediria que nos fugaramos.

– ?Sin decir nada a nadie?

– Ya lo diriamos despues. Seria estupendo romper con todo ahora, largarnos sin explicaciones, sin planear el futuro…

– Eso es justo lo que dijiste que no deberiamos hacer.

– ?Y si hubiera cambiado de opinion? Lo malo es que no llevamos el pasaporte. ?O tu si lo llevas?

Lo miro sin saber si estaba hablando en serio. Levanto las cejas con sorpresa.

– Cada vez me da mas miedo oirte hablar.

El se echo a reir, la abrazo fuertemente:

– Cuando estemos juntos, nunca mas tendras miedo, ya veras.

Volvieron a la casa e hicieron el amor, porque estar encastrados el uno dentro del otro habia dejado de ser una eleccion para convertirse en una necesidad.

De vuelta al campamento, Santiago experimento un ligero sobresalto. Sobre su mesa habia una nota de Ramon que decia: «Necesito hablar contigo con la mayor brevedad.» Salio a buscarlo por la obra, no alarmado, solo ligeramente inquieto. Uno de los capataces le indico el lugar donde podia encontrarlo.

Alli estaba, con sus botas de cana alta y el casco puesto, charlando con eljefe de obra. Se acerco a el, procurando no mostrar ningun nerviosismo.

– Ramon, ?querias verme?

– ?Ah, si!, Santiago, echale una mirada a esto. El suelo que estamos encontrando es mas duro de lo que parecia.

Siguio dandole detalles tecnicos. Santiago lo miraba sin conseguir concentrarse en los problemas que le exponia. Nose sentia culpable. Observaba a su companero con curiosidad. Era un hombre embebido en su trabajo hasta la medula. Su mujer estaba a punto de abandonarlo y el no notaba nada. Habria pasado los ultimos anos junto a Victoria probablemente sin advertir que ella se iba alejando, que necesitaba su atencion, que habia dejado de quererlo. «Los hombres somos torpes -penso-, tardamos demasiado en percatarnos de lo que ocurre, no lo vemos hasta que ya resulta inevitable. Estamos demasiado seguros de nosotros mismos, o carecemos de la prudencia de mirar alrededor. La mayor parte de las veces navegamos atentos a que el barco flote en la superficie; pero ignoramos que un motin se prepara entre la tripulacion, o que se han acabado las provisiones a bordo.» Tampoco el tuvo la capacidad para anticipar lo que pasaria con Paula. Le divirtio al principio su talento, su manera ingeniosa de expresarse, el convencimiento de que no era una mujer cualquiera. ?Como no supo desentranar la profunda desesperacion autodestructiva que anidaba en ella? Aunque si lo hubiera descubierto, ?que podria haber hecho?, ?dejarla a solas con su monstruo interior, permitir que la devorara? Estaba enamorado, y un caballero enamorado corre a salvar a su dama de cualquier monstruo. Pero hacia tiempo que habia renunciado a todo salvamento. Una cuestion de supervivencia. Habia comprendido que el monstruo podia llegar a estar tan furiosamente hambriento, tan deseoso de visceras y sangre, que se lo comeria tambien a el. Basta. Renuncio a comprender que pasaba dentro de Paula. No podia comprender, no estaba capacitado, ni siquiera estaba autorizado a acercarse a aquel principe de las tinieblas que moraba dentro de su mujer. Y ahora se disponia a abandonarla, a dejarla sola con su dolor. Si, compartir un sufrimiento ininteligible no sirve de nada. La autoinmolacion es heroica si obedece a una causa, absurda si resulta gratuita.

– No, querida, no. Es ridiculo que te preocupes por mi. Estare perfectamente en ese hotel de San Miguel. Me han dicho que es una antigua mision.

– Aqui todo son antiguas misiones, mama, o por lo menos eso es lo que te cuentan. Yo creo que te encontraras mas comoda alojandote en mi casa.

– Pero ya me conoces, soy una alma inquieta, un ser independiente. Necesito mi espacio privado. Os visitare en la colonia, comere con vosotros todos los dias de fiesta, celebraremos la Navidad. Pero alguna vez quiero venir a mi hotel para poder pensar en mis cosas. Ya sabes que estoy sumida en un gran marasmo personal, asaltada por un monton de dudas. Aunque bien es verdad que yo ando siempre asi, en plena ebullicion. Pense que cambiaria con la edad, pero me equivoque.

Susy se dio cuenta de que la conversacion podia perderse por caminos poco convenientes. Debia hacer una maniobra brusca y centrarla. Su madre permaneceria en Mexico durante toda la semana navidena, ?cuantas veces se veria obligada aun a disuadirla de que se extendiera hablando sobre sus asuntos? Seria imposible, claro, al final iria a caer en el caos que siempre la acompanaba, lo exhibiria incluso ante los demas. No pensaba que fuera a recatarse frente a la gente de la colonia. No, charlaria interminablemente sobre si misma, considerando que ese era un tema que a todos interesaba. Expondria sus problemas ante la florida asamblea, haciendo que su hija se sintiera avergonzada y miserable.

– Esta bien, mama, puedes quedarte en el hotel si asi te encuentras mas a gusto; pero ya sabes que tanto yo como Henry estariamos encantados de que…

– ?Por Dios, Susy, ya lo se! ?Henry, Dios santo, el hombre mas amable del mundo, el mas bondadoso! Si yo hubiera dado con un hombre asi, mi vida hubiera sido completamente diferente, podria haber sido incluso una vida feliz. Claro que yo no soy tu, tu eres una mujer llena de virtudes, abnegada, capaz de sentirte bien en una institucion como el matrimonio.

– ?Que quieres decir con eso?

– Nada especial, querida, lo que he dicho.

– Vamos a dejarlo, mama. Ven, te ensenare las instalaciones de la colonia.

– No te he dicho que esta casa me parece encantadora. Es como si fuerais los hacendados de una gran mansion colonial. Se nota que estais entre espanoles, los espanoles no han perdido del todo el gusto por la colonizacion.

– Espero que no se te ocurra soltarselo a ellos.

– No sufras, Susy, tu madre es un desastre, pero aun conserva una cierta diplomacia; aunque comprendo que te inquiete lo que piensen los demas; supongo que no he sabido darte confianza en ti misma.

– Dejalo, mama, por favor.

Salieron a los jardines, donde brillaba una luz cegadora. Grace busco nerviosamente sus gafas de sol.

– Lo siento, querida, ya empiezo a hacerlo todo mal, he olvidado mis gafas. Dame las llaves, ire a buscarlas.

– Nunca cerramos las puertas. Ve a buscarlas. Te espero aqui.

– Lo siento, soy tan torpe…

Penso que no podria soportarlo. Toda una semana, no. En algun momento, antes de que su madre llegara, habia llegado a creer que quiza las cosas habian cambiado y una convivencia normal podria producirse. Al fin y al cabo, estaban en Mexico, un terreno poco habitual para las dos. Habria novedades, gente distinta, las suficientes distracciones como para que su madre dejara de pensar un tiempo en si misma. Pero se equivoco, a su madre nada podia distraerla de la eterna regurgitacion de su propio ego. Ese era un hecho que deberia haber asimilado ya. De acuerdo, podria asimilarlo, pero ?por que seguir viendo a su madre?, ?no seria mas conveniente romper todo vinculo con ella? Su presencia le hacia dano. Aunque si no estaba presente tampoco lograba zafarse de su imagen. Incluso cuando estuviera muerta seguiria percibiendola como un peligro, como un agujero amenazante en el que podia caer.

Por fin volvio, con unas enormes gafas negras que le cubrian la cara casi por completo. Se conservaba bien. Alta, de miembros largos y firme estructura corporal, delgada. Aun parecia una criatura inocente perdida en un bosque. Pero ?era inocente?, una pregunta que Susy habia venido haciendose durante anos. Aquellos problemas suyos, la exhibicion impudica que de ellos hacia… ?su modo de ser tenia rasgos incontrolables o, por el contrario, sabia perfectamente como la torturaba a ella ser testigo de sus excentricidades? Sin duda lo sabia. Nadie es inocente a los sesenta anos. Nadie se pierde en un bosque a esa edad. Su madre la detestaba. No habia contado con tener una hija como ella, o quiza no habia contado con tener una hija en absoluto.

Los jardines y el club presentaban un aspecto extrano con la decoracion navidena que Dario habia preparado.

Вы читаете Dias de amor y enganos
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату