Las guirnaldas doradas brillaban de un modo falso a pleno sol. Un arbol local habia sido podado en forma de piruli imitando un abeto. Sobre las ramas estaban colocadas nubes de algodon a modo de improbable nieve. En las ventanas del club se veian, colgados, grandes calcetines al estilo nordico, con paquetes en los que figuraba que habia regalos en su interior. La madre de Susy se mostraba encantada, aquello era lo mas original y naif con lo que jamas se habia topado. Se paraba frente a todos aquellos adornos fuera de lugar y celebraba su gracia. Susy empezo a sentirse exasperada por aquella reaccion. Y, sin embargo, era lo que habia deseado, que su madre se fijara en el mundo exterior. Pero tampoco le parecia bien. Penso que, simplemente, hiciera lo que hiciese, la detestaba. Ese pensamiento hizo que se asustara.

Entraron en el club, cuyos salones se encontraban tambien atestados de pinas plateadas y lazos vistosos. Era temprano y no habia nadie en el bar. Visitaron las estancias: la sala de television, el salon para celebraciones…

– Todo esto es encantador, hija, encantador. En algun momento habia pensado que iba a descubrirte viviendo en una caseta de madera con vater quimico, aislada en medio de una selva mexicana. Pero veo que todo esta perfecto, que la empresa ha calculado bien el impacto psicologico que resulta para las familias el estar tanto tiempo fuera de casa. ?Y Henry, esta Henry bien instalado? Supongo que en la obra el alojamiento no sera tan comodo. Afortunadamente, el es muy profesional. ?No podrias haberte quedado a vivir con el en el campamento? Debe de ser duro para una mujer, aunque, ?te imaginas que hermosa situacion?: la joven esposa acompanando al marido en medio de un lugar salvaje, los dos viviendo en su pequena casita.

– Mama, estas haciendo una idealizacion. Henry convive en barracones con todos sus companeros. Cada uno dispone de una habitacion. Yo no pintaria nada alli.

– Claro, deberia habermelo imaginado. ?Ves cual es mi fallo? Tu misma lo has dicho con toda claridad: sublimo las cosas, tambien a las personas, por supuesto. Por eso me sucede lo que me sucede. Pero a mi edad ya es demasiado tarde para luchar contra esa tendencia. Terrible, ?verdad?

– Ven, te ensenare la habitacion del billar.

No podria soportarlo. En el fondo, habia sido preferible que se alojara en un hotel, aunque, aun asi… pero ?que podia hacer, decir que se sentia mal para que la ingresaran en un hospital mientras ella estaba en Mexico? Visitaron la habitacion del billar y despues pasaron al bar, por cuya puerta entraba en ese momento Paula. Susy sintio una punzada de inquietud al descubrirla, junto a una extrana alegria liberadora. Tuvo la insensata impresion de que Paula podria sacarla de alli por procedimientos magicos.

– ?Paula!, ?como estas? Ven, quiero presentarte a mi madre.

Advirtio que su amiga estaba sobria, pero tenia un aire ausente. A pesar de ello, una sonrisa ironica afloro a sus labios al darle la mano a su madre.

– ?Habla usted espanol?

– Lo siento, no muy bien.

– No le hagas caso, se defiende, y ademas lo entiende casi todo.

– ?Gran suerte! Yo no entiendo casi nada de lo que me dicen; ni en espanol ni en ninguna otra lengua. Y la cosa va a peor, creame.

Grace solto una pequena risa desconcertada y la miro con cierta admiracion. Susy intervino inmediatamente. No queria que hablaran entre si. No estaba dispuesta a permitir que su madre metiera las narices en aquella amistad.

– ?Has venido a tomar algo?

– He venido a buscar hielo para tomar whisky en la intimidad de mi hogar. Hace un rato abri la nevera y ?que crees que he encontrado?, un mundo caliente en estado de cuasi putrefaccion. Supongo que ha sido culpa de mi inefable domestica. Debio de desconectar el cable de la nevera para pasar el aspirador. Pero no pienso montar en colera, todos tenemos fallos, ?no le parece, senora?

– Llameme Grace.

– Puedo llamarla como quiera. ?Donde esta el camarero?

Susy se sereno, Paula no habia bebido aun y la cosa quedaria ahi. Acabo de tranquilizarse cuando la vio salir con su trofeo: una jarra llena de cubitos de hielo. A pesar de todo, debia mantenerse expectante, porque su madre dijo encontrarla muy original, alguien fuera de lo comun. Mejor mantenerlas alejadas la una de la otra.

Dejo la jarra con hielo sobre la mesa de la cocina. Tomo un par de cubitos y los metio en su vaso de whisky. Lo miro al trasluz. Una imagen tranquilizadora. No habia contado con su naturaleza fisica cuando se decidio a beber. Su cuerpo no era el de una alcoholica. Resistia mal. A veces le dolia el higado y tenia nauseas. El malestar de las resacas era excesivo. Hacia un par de meses que habia dejado de trabajar. Los diarios de Tolstoi, los papeles y diccionarios yacian inermes en su despacho. Recordaba una cierta ilusion al haber comenzado aquella tarea. Penso que quiza algo de la grandeza de aquel hombre podia llegar hasta ella. Los generosos destellos del genio de Yasnaia Poliana, sus decisiones heroicas: liberar a los siervos, llevar una vida estoica, sus batallas intimas contra todo lo que era miserablemente humano. Llego a imaginarse a si misma como la depositaria de unas paginas salidas del alma. Ella, mediante la traduccion, daria sentido a las frases que el escritor concibio y, asi, en cierto modo, se sentiria unida a el. Pero el encantamiento no funciono. Deberia haber comprendido que los encantamientos nunca funcionan cuando los ojos estan habituados a ver la despiadada verdad. Ella nunca habia liberado a sus mujiks, ni habia paseado sobre la nieve con su perro fiel. Ella se habia pasado media vida inmovilizada. Inmovilizada por el miedo. El miedo al fracaso, a encontrarse cara a cara con sus propias limitaciones, a penetrar en si misma y sacar a la luz lo que alli encontrara. Miedo a traspasar el limite de la cordura y caer del otro lado sin proteccion alguna. Inmovilizada. Una mano que no escribe y una mujer que no actua. Habia contado con la sombra tranquilizadora de Santiago, que le daba de comer y la protegia de los vientos frios del exterior, de las tormentas. Pero mantenerse agazapada en un rincon tambien habia dejado de ser efectivo. Las tormentas empezaron a generarse en su mente. Necesitaba un poco de descanso, ya no pedia mas cuando la angustia se descargaba sobre ella como un aluvion de inmenso peso. Se azotaba el alma hasta que el cansancio era mas fuerte que el dolor. Beber acabaria por destrozarle los organos sin darle consuelo, y el cinismo es un agarradero que tambien estaba a punto de agotarse.

Se asomo a la ventana: palmeras y adelfas. Nada mas alejado de las estepas rusas, de los paisajes que ayudan a pensar en Dios. ?Por que estaba en Mexico? No tenia ningun sentido. De repente vio pasar a Victoria por el jardin central. Una esposa como ella. Tenia el cabello brillante, siempre brillante y sedoso. Era una mujer tranquila, poco habladora, pero no sabia nada de ella. No sabia nada de nadie porque no se dedicaba a escuchar. Si lo hiciera, se le plantearian demasiadas preguntas: ?por que los demas habian encontrado un lugar en el mundo y ella no? Pero ?habia un lugar en el mundo para ella? Sin duda debia de haberlo, pero seria necesario salir a buscarlo o entrar a buscarlo en su interior, y estaba paralizada de panico. No queria moverse, cualquier movimiento llevaba al dolor. Recordaba los cuentos infantiles: la pavorosa perdida de Hansel y Gretel en el bosque, encerrados en una casa que parecia de chocolate pero no lo era. La caida de Alicia en el agujero, su aparicion en un mundo absurdo que la trataba con desprecio y crueldad: «?Eh, tu!, ?que miras, nina tonta?» Demasiado pequena o demasiado voluminosa, la pobre Alicia, nunca de la talla adecuada para estar en armonia. Y Coppelia, la historia mas terrorifica, la que siempre la obsesiono: una muneca hermosa que baila con su creador pero que no tiene vida. Recibio una descarga dolorosa en las cervicales y bebio un sorbo de whisky, que le desbordo la boca. Se limpio la barbilla y salio de casa, corriendo tras Victoria:

– ?Amable vecina!, ?adonde demonio vas?

– ?Por Dios, Paula, me has asustado!

– Yo cito al demonio y tu citas a Dios.

Victoria rie, parece nerviosa. Es la primera vez que la ve nerviosa. Le da la impresion de que hace un esfuerzo por hablar.

– ?Has oido el aviso?

– ?El aviso?

– Han dicho que seamos prudentes en nuestras salidas de la colonia. Vuelve a hablarse de secuestros.

– Quieren que tengamos miedo, querida Victoria.

– Quiza es algo mas. Van a poner a mas gente armada rodeando las tapias.

– Tonterias, la delincuencia organizada no tiene presencia aqui, y el comandante Marcos hace tiempo que decidio dedicarse a hacer anuncios publicitarios. En cualquier caso, no me importaria que nos secuestraran a

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