Y, sin embargo, no lo habia hecho, la habia ignorado casi por completo sin apenas ocuparse de sus desatendidas obligaciones porque, dejando aparte esas largas horas del insomnio, apenas habia pensado en ella mas que como -verguenza me dabauna rival que se atrevia a suplantarme.

Asi llegue al ultimo dia de mis vacaciones y prepare la maleta con una mezcla de alivio por la distancia que iba a tomar y esa resistencia a admitir la definitiva desaparicion del hombre que me tenia a todas horas mirando por la ventana.

Pero, me dije una vez mas mientras llamaba el taxi y recogia las ultimas cosas, ?y que, si estuviera bajo la higuera? De todos modos, fuera cual fuere lo que yo esperaba que sucediese, el tiempo se habia esfumado, resbalandome entre los dedos de las manos como el agua.

Todavia en el ultimo momento un nuevo acontecimiento vino a enturbiar aun mas el panorama, es mas, a desbaratarlo completamente, dejandome sin palabras ni argumentos, casi sin historia. El dia de la marcha, habia esperado hasta el ultimo instante con el tiempo justo de tomar el tren que me llevaria a Barcelona y, de alli, a coger el ultimo avion del puente aereo, para iniciar al dia siguiente las clases en la facultad. Adelita, aun con senales de haber llorado hacia un instante, me ayudo a llevar las maletas al taxi que esperaba en la puerta de atras.

Le dije que se cuidara, que dejara de llorar, y le di algunas indicaciones. Absurdas debian de ser, porque apenas habia pensado en la casa, y todas esas exigencias se me antojaban ahora ordenes sobre cuestiones tan distantes que apenas tenian entidad, ni relieve, ni color, ni forma. Pero cumpli mi papel.

Ya me habia metido en el coche cuando, no se por que, tal vez para disimular mis ausencias y demostrarle que, aunque no hablara, aunque no diera ordenes, lo tenia todo presente y controlado, me despedi con un ultimo encargo: 'Bien, Adelita, hasta pronto, yo no se cuando volvere, depende del abogado, pero ya sabe, llameme si hay algo. Y no se olvide de mirar el correo y si llega una carta del juzgado, mandemela, por favor.' Y anadi: 'Por cierto, ?usted no ha recibido ninguna carta del juzgado?', ya me habia sentado y levante la cara, que quedo a la altura de la suya.

'No', se extrano, '?por que habria de recibir una carta del juzgado?' 'Por el juicio, el juicio de usted, Adelita.' Estaba de pie y tenia una mano en la manilla del coche, dispuesta a cerrar la puerta. Su expresion vagamente enfurrunada no desaparecio al responder: '?El juicio? Ya me llamaron hace semanas.' '?Que quiere decir? ?Que ya tuvo lugar el juicio?' Mi mente se tambaleaba. '?Tan rapido?', me extrane.

'Bueno, han pasado mas de tres meses.' 'Pero en el juzgado nos dijeron aquel dia que tardarian varios meses, despues del verano dijeron, ?no se acuerda?' 'Pues ya fui', replico, zanjando la cuestion un poco abruptamente.

'Y ?como no me ha dicho nada?, ?como no me han llamado a declarar, a mi, que puse la denuncia? Y usted, ?por que no me aviso?' 'Pues no se. Me enviaron un papel citandome, fui al juzgado, se presento el abogado de oficio, aquel que usted ya vio, y ya esta.' '?Ya esta?' Y con mas cautela anadi: '?La condena ha sido…?' 'Sobreseido el caso, no hubo juicio', corto sin dejar de mirar al frente, como si repitiera una respuesta aprendida de memoria.

'?Sobreseido?' Yo pasaba de un sobresalto a otro. '?Sobreseido?

?Por que?' 'Por falta de pruebas.' 'Pero si usted habia confesado', chille. El chofer del taxi no perdia palabra.

Ahora si, Adelita se habia enfadado, dolida estaba conmigo por mi actitud. ?Seria capaz de acusarme de falta de confianza? Con cinismo, contesto: 'Eso fue aquella noche en el cuartel de la Guardia Civil.

Alli confese y asi lo repeti al dia siguiente en el juzgado, porque me presionaron todos y no tuve mas remedio. Pero cuando me llamaron y fui de nuevo, declare y dije la verdad: que yo me habia aturrullado, que habia tenido miedo, porque no estoy acostumbrada a ser interrogada por la policia…' '?Esto lo dijo el dia que yo estaba con usted en el juzgado?' 'No', repuso con precision, 'aquel dia yo todavia estaba bajo los efectos de la presion de la noche anterior, asi que no sabia lo que me decia. Pero, como le he dicho, cuando me llamaron hace un mes o mas, no recuerdo, es cuando les dije la verdad, toda la verdad de lo ocurrido.' '?Todo esto me lo dice en serio? ?Fue una estrategia del abogado? ?O me esta tomando el pelo?' Me faltaba la respiracion pero continue: '?Y su discurso sobre lo que no sabemos los ricos, sobre el perdon que me pidio, ?lo he sonado yo?' El taxista miro el reloj.

'Es tarde', dijo, 'perdera usted el tren, a esta hora hay mucho trafico.' 'Mire, senora', decia ella sin importarle la presencia del taxista, 'usted es muy buena, no lo niego, pero aquel dia con la sortija estaba muy nerviosa, la verdad. Y tiene que comprender que una no es de piedra. Yo soy una persona muy sensible y a poco que me aprieten soy capaz de confesar lo que sea.' 'Pero si incluso me dio usted la direccion y el nombre de la joyeria.' 'Dije el nombre de la joyeria donde habia comprado una cadenilla para mi madre, hacia poco. Se lo dije para que me dejara en paz. Ya no podia mas, comprendalo, senora', y la cara era de profunda compasion hacia si misma sin dejar de fijar en mi su mirada de buho.

Si, tendria que haberme quedado, tendria que haber perdido el tren, haber llamado al dia siguiente al jefe del departamento diciendo que un percance imprevisto me impedia incorporarme al trabajo, tendria que haber ido a la policia de Gerona, y definitivamente tendria que haberme desprendido de Adelita, de su marido y de sus hijos, y olvidar de una vez y para siempre una historia a la que no se le veia el fin, y esa nueva confesion de Adelita, que una vez mas, me obligaba a cambiar la teoria que habia elaborado sobre los hechos.

La idea cruzo como un rayo por mi mente, pero algo mas profundo, mas inconfesable, me impidio seguir recapacitando. Envuelta aun en el asombro y el descalabro de ese nuevo descubrimiento, '?Adelante!', grite, y arrancando la puerta de las manos de Adelita, la cerre con un golpe que solo molesto al taxista, que me miro con reprobacion, y a mi misma, que salte en el asiento asustada por el estrepito y la sacudida. Porque Adelita sonreia como hacia dias que no la habia visto sonreir y con la mano me decia adios con amabilidad, casi con dulzura.

5

En mi conciencia, por el mero efecto de la noticia recibida, Adelita paso de ser una victima a convertirse en culpable otra vez.

?Asi que el caso se habia sobreseido y ella me lo habia ocultado?

?Por que me lo habia ocultado y por que nunca me dijo que habia mentido cuando se confeso autora del robo? Tal vez fuera una argucia del abogado. Pero, de todos modos, ?que paso con la denuncia: la han ignorado o han conseguido hacerla desaparecer? ?No habia una copia en el sobre blanco que yo le habia dado al abogado? ?Que significaba esa nueva serie de imbricados y secretos acontecimientos?

Porque se habia hecho todo en el mas absoluto secreto, con respecto a mi, al menos. Que actuara asi un abogado de oficio cabia dentro de lo razonable, porque de lo que se trataba era de ganar el caso.

Pero la forma en que habia ocurrido y, sobre todo, la forma en que yo me habia enterado, no hablaban en favor de Adelita. Asi lo entendi yo, tal vez porque me sentia enganada. Pero ?era ella la que lo habia organizado? Imposible.

De nuevo volvian las dudas. ?Que habia pasado con mi denuncia? Yo la habia firmado en el cuartel de la Guardia Civil y desde alli, segun me dijo el sargento, la habian enviado a Gerona, desde donde se llevaria el caso. ?Serviria de algo la copia que yo tenia? Recordaba muy bien lo que me habia dicho la funcionaria del juzgado: 'El juicio se celebrara dentro de unas semanas, tal vez unos meses. Y no le extrane que no se celebre hasta despues del verano, estamos colapsados.' Lo recordaba muy bien, aunque entonces no le hubiera prestado demasiada atencion.

Todos esos detalles, por pequenos que fueran, los fui extrayendoc de la memoria a mi llegada a Madrid, cuando fui a cenar con mis amigos Teresa y Julian. Ella era profesora adjunta en la facultad y el, aunque era abogado, no ejercia, sino que ocupaba un puesto en el Ministerio de Hacienda. No eramos grandes amigos, pero saliamos a cenar de vez en cuando. Al acabar de contarles toda la historia, Julian ni siquiera me dejo acabar: 'Tienes poco que hacer porque se ha sobreseido el caso', dijo, 'a no ser que quieras meterte en una investigacion y consigas alguna prueba. Me has dicho que tienes una copia de la denuncia, ?no?' 'La tiene el abogado.' 'De todos modos, aun con ella, un juez ha sobreseido el caso, ?dejalo ya!, no vas a sacar nada.

Porque el joyero alegara y presentara documentacion segun la cual entrego la fotocopia del carnet de

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