una cosa asi? De pronto, toda la cruda realidad que no habia querido o no habia sido capaz de ver aparecio no como una imagen de la fantasia ni con la vaguedad de la imaginacion, sino con la legitimidad de la propia rememoracion, del mismo modo que lo veria si yo hubiera participado en la fiesta, como ellos, que ahora seguian hablando y se quitaban la palabra de la boca.
A partir de entonces intervine pocas veces, ?que podia decir?, preguntaba y luego callaba y los oia como un telon lejano, como un decorado que importaba poco. Pero eso anadia entidad a unos personajes que iban surgiendo del fondo de la historia para ocupar su lugar exacto, personajes que iba reconociendo por el papel que se les habia adjudicado en ella.
?Policias en mi cama? Un hombre con una gran mancha roja en la mejilla y aquel atildado caballero de gafas de oro sin montura, siempre vestido, con americana y corbata, que se negaba a desnudarse delante de los demas. O el otro, con la barriga, el secretario del concejal… Jeronimo, ?en la puerta cobrando? Que no, mujer, que estas cosas no se hacen asi. Tambien un concejal del Ayuntamiento de Toldra: el que le tenia que recalificar… Ah, si, tambien el de Barcelona. ?Era un magistrado? ?El que le arreglo lo del juicio? No se, era amigo del abogado de Palam9s: aquel hombre gordo y muy mayor, ?recuerdas? No, este no volvio, dijo que no le gustaban esas orgias. Se quedaba solo.
Jeronimo lo organizaba, conocia a todo el mundo, habia montado…
y eso es lo de menos. ?Droga? No se, droga no se, pero… Tal vez si, porque el marido, enfermo, nunca salia. En mi cama, con mis sabanas y mis licores. No, nunca he estado en una cama redonda. Yo si, varias veces; el ano pasado por lo menos en cuatro, o tal vez en cinco. Ah no se, no se si se hicieron fotos. No solo en tu cama, en todas. No lo se, no se si estuvieron los abogados que dices.
Era todo muy secreto. Nosotros porque eramos amigos de Jeronimo.
Tampoco lo se, el marido no se movia de casa. Lo sabia, seguro que lo sabia, lo sabia el y lo sabia todo el pueblo, lo sabia todo el mundo. ?Que que secreto? Yo que se. No se podia decir a nadie.
Hasta el alcalde lo sabia. La recalificacion del terreno, eso es lo que le dijeron a ella, recalificar el terreno. ?Como no lo iban a saber? Y este tambien, si, el que se hizo rico con lo que le cayo de la Comunidad Europea. No se lo que era. Eran burros, criaba burros. Tal vez si: era la Generalitat, que queria salvar los burros catalanes, y patrocinaba la cria.
A lo mejor solo eran clases para inmigrantes, no me acuerdo. ?Ah, claro!, las chicas debian de venir de la agencia, claro, claro que si.
Siempre me pregunte de donde salian. Comida y bebida, y lo que hiciera falta. Droga, no se, ya te digo. Algun porro, si. Bueno, pues muchos; yo no fumo porros.
?Heroina tambien, y coca? No lo se, no los dias que yo estuve.
No se, no se si tambien lo de la coca pasaba por ella. El si, el lo organizaba todo. Frio. Eso era: frio. Por el dinero solo vivia. Le daba igual la estafa de una miserable letra de una maquina de coser que cobrar cantidades millonarias por extorsion.
En juego, si; era jugador. Al Casino de Perelada o a Francia se iba. Nunca tenia bastante, nunca. Droga, dices, ?eh? Yo no creia. Si, tal vez eso no fuera mas que la punta del iceberg, no se, la verdad, yo no lo se.
Tal vez por consideracion a mi o por pudor, o porque lo daban por sabido, no anadieron mas detalles, no hablaron de su papel en la orgia, ni se entretuvieron en una pelea que, al parecer, hubo uno de los dias, en la que alguien, no dijeron quien, habia amenazado a otro con una pistola. Demasiado alcohol, dijeron, demasiado alcohol. Pero todo habia quedado en nada. ?Estarian desnudos ya?
?Donde se deja la pistola cuando uno se desnuda? ?Como en las peliculas del oeste? Salen corriendo siempre abrochandose el cinturon de la pistola. ?Se llama cartuchera?
Veia los movimientos en la casa, las subidas y las bajadas, la ocupacion de las habitaciones y mi cama repleta de hombres y mujeres.
Mi cama, mi cama… ?Cuanta gente habria pasado por mi cama? Una sensacion de asco me lleno la boca y me dejo acartonado el pensamiento: como habrian quedado las sabanas y el colchon. ?El colchon!
Apenas podia pensar; solo era consciente de las vueltas que daban esos hombres y mujeres en mi cabeza; los traficantes o los negociantes o los politicos o quien fuera, que se habian apropiado de mi casa para montar orgias en sus horas libres. Veia la casa iluminada, con musica, lejos del pueblo, sin testigos y con la connivencia de la policia. Claro que la policia no habia investigado, claro que el juez habia desestimado mi denuncia, claro que nadie queria ocuparse de mi caso, claro.
El alcohol y la estrafalaria situacion en que quedaba yo misma, con mi sorpresa a cuestas, me iban dejando sin habla casi, pero no hacia falta que me preocupara por hablar mas, por disimular. La fiesta habia acabado. Ellos, vencidos al fin por el alcohol, se levantaron lentamente, pidieron un vaso de agua para acallar el fuego de la bebida, o el de la memoria.
Con sus Adelitas y sus Doroteas, y sus redes de prostitucion y delincuencia, con las que habian compartido momentos deliciosos sin apenas violencia ni agresividad, lo justo para seguir riendo. Reir a todas horas: eso es lo que importaba. Reir en el coche, en la cama, en la calle. Reir y fornicar siempre. ?Reirian en su casa?
?Reirian y se divertirian sus mujeres con otros vendedores que llamaran a la puerta mientras ellos recorrian el pais en busca de una nueva mujer, de una nueva conquista, de una nueva risa? ?Asi era el mundo que yo no conocia? El sexo reinaba durante el dia y durante la noche, y yo entretanto en Madrid, trabajando.
Hay personas para las que el sexo es una mera condicion de la pareja que se disfruta el tiempo que dura, y no se piensa mas en el hasta la proxima vez, como si fuera un mundo estanco, como lagunas en el territorio de nuestra vida. Pero hay mil mundos ocultos bajo la tierra que pisamos; tal vez lo obvio, lo que esta a la vista, no sea mas que una convencion que necesitan el poder, el dinero, la moral, para poder subsistir mientras cada cual siga haciendo lo que mas le guste; pero en otro ambito, entrando a formar parte de una trama de organizaciones que engloba la orgia, el trafico de drogas, el de armas, ?por que no? Para mi, esa red, esa pequenisima red de sexo entre influyentes amigos que se conceden mutuamente prebendas, era la unica; pero para ellos, ?lo era tambien? ?No seria solo una entre las miles que se extienden por todo el pais, por la tierra entera? Un lugar que esta por debajo del mundo convencional de los famosos, los ricos, los poderosos y de todos los que los rodean, un lugar que no se ve pero al que acuden aunque renieguen de el, me habia dicho mas o menos Adelita. Y era cierto: habia otro mundo que daba respuestas distintas a las pasiones y las obsesiones que nadie queria reprimir, sino por el contrario, provocar, exagerar y magnificar, pero siempre en la oscuridad, para no ser reconocidos, para no ser castigados por las leyes que ellos mismos promulgan.
Se fueron diciendo que volverian. Se fueron cada uno en su coche, abriendose camino los faros en la noche negra que habia quedado borrosa tras el velo de la bebida.
Los vi torcer con cautela hacia el camino vecinal y aun pude seguir el rastro de los faros entre los arboles hasta la carretera general.
Despues entre en la casa que olia a tabaco y con la indiferencia que da la borrachera apague las luces, abri las ventanas y puertas del salon, y me deje caer en el sofa sin ni siquiera pensar en lo facil que le habria sido al enemigo que me rondaba como un fantasma, viniera o no en una camioneta gris, entrar por las puertas que habia dejado abiertas.
Manana amanecera otra vez, manana pensare en todo esto, manana no me dolera tanto la cabeza, manana comprare otro colchon.
Alejada como me sentia de los peligros que me acechaban, e incluso de aquellos dos hombres que acababan de irse habiendo soltado su desconcertante carga de acusaciones, me dormi entre cuerpos desnudos, enlazados y amontonados, riendose a carcajadas de mi, ese ser de otra especie, de otro mundo, que habia caido por azar entre ellos y que los contemplaba acurrucada en un rincon del cuarto, vencida por su imposible tristeza y soledad.
Pero un instante antes, cuando todavia era consciente del traqueteo del alcohol en mi cerebro y me hundia en el estado angustioso que precede al sueno profundo de quien ha bebido mas de lo que puede soportar, una reflexion surgio del marasmo de palabras e imagenes, tan pristina, tan evidente, que se prolongo solapandose con las alucinaciones y quimeras de la noche e, imperterrita, vino a hostigarme al despertar. Asi que esos dos tipos vulgares entran en las casas con su desenvuelta simpatia, sus risas y su desparpajo, les hacen todo tipo de proposiciones deshonestas a las tranquilas amas de casa, acaban revolcandose con ellas en la cama, en el suelo o en la mesa de la cocina, y en cambio a mi, a pesar de estar sola en este caseron, de ser alta, delgada, culta y elegante, y guapa aun, y de haber bebido y reido con ellos, ni siquiera con cautela se les ha ocurrido dirigirme, ni