me rogo que me sentara y que esperara. La sala estaba llena, pero logre un hueco libre, apoye la cabeza en la pared y procure concentrarme en la memoria que guardaba del comisario. Lo recordaba muy bien, me habia dado confianza, el desgraciado, el estafador. Era el quien habia hecho desaparecer la notificacion del joyero. Veia aun su cara bicolor que me obligaba a mirarlo a los ojos para que no se diera cuenta de hasta que punto me repugnaba y me atraia la enorme mancha de sangre que le cubria la mejilla, y el me devolvia la mirada igualmente directa, creando entre los dos una corriente de franqueza y de sinceridad que, ahora lo veia, se fundamentaba precisamente en esa mancha roja o morada, casi negra en algunas partes, a la que yo hacia esfuerzos por no mirar. Llevaba masi de media hora viendo entrar y salir gente del pasillo del fondo, donde estaba el despacho del comisario que conocia del dia de la denuncia del robo, y me entretenia pensando que le diria. Podia preguntar con candidez como es que habiendo el reconocido que la joya se habia robado y que el joyero habia llevado una fotocopia del carnet de identidad de Adelita, se habia sobreseido el caso. No, mejor aun, lo que podia decirle es que no sabia que conocia mi casa tan bien, asi, a bocajarro. O tal vez seria mejor intentar un golpe bajo comunicandole que conocia al juez amigo suyo que lo acompanaba en sus correrias.
O…
'?La senora Fontana?', tenia frente a mi al policia de la entrada.
'Si', dije, 'soy yo', y me levante dispuesta a seguirlo.
Cuando entre en el despacho, el mismo que ya conocia, me di cuenta de que algo habia cambiado. Daba la impresion de estar mas lleno, de no tener aquella vacuidad que entonces me habia impresionado tanto.
Los muebles tambien me parecieron otros. Habia frente a la mesa del despacho, llena de papeles, un par de butacas y en el rincon mas alejado un sofa de cuero negro, dos sillones y una mesa baja de cristal, repleta de carpetas. El policia me invito a sentarme y dijo que el comisario vendria en seguida.
Y efectivamente no tardo, pero no era el comisario que yo conocia.
Me saludo muy cordial y me pregunto en que podia ayudarme.
'Disculpe, pero ?usted es el comisario?' 'Si, soy el comisario.' '?Seguro?', insisti estupidamente.
'Claro que soy el comisario, ?por que le extrana tanto?' 'No, no me extrana, es decir, si me extrana. O por lo menos no es usted el que yo conocia. A no ser que lo hayan nombrado en los ultimos meses.' 'No, senora', respondio con firmeza y un poco confundido, 'estoy aqui desde hace dos anos.' 'Pues yo vi a otro comisario.' '?Cuando?' 'Era el dia ultimo del ano pasado. Lo recuerdo muy bien, o el penultimo. Vine aqui porque en mi casa se produjo un robo y el comisario me vino a decir…' Parecia que estabamos jugando al juego de los disparates.
'Disculpe, pero yo no le dije nada. ?Quien la atendio?' 'Un policia que me dijo que era el comisario.' '?Esta segura de que se lo dijo?' 'Pues…', dude, 'tal vez no me lo dijo el personalmente, pero el policia de la puerta si me dijo _'el comisario la esta esperando_', y me hizo entrar en este despacho y luego llego el, asi que yo debi de suponer que era el comisario.' 'Pues no lo era, ademas, este despacho no se utilizaba entonces, lo hemos arreglado hace escasamente un mes, pertenece al ala nueva y estaba en desuso.' No sabia que mas decir. Tenia la impresion de que el comisario, el de ahora, me estaba tratando como si yo fuera una mujer con una leve demencia que tuviera la inveterada costumbre de comparecer en la comisaria un dia si y otro no buscando un policia que, en su delirio, hacia responsable de una serie de tribulaciones que le habian ocurrido hacia mil anos. Y tambien yo me sentia insegura. La confusion se extendia como una gran mancha de aceite y me daba cuenta de que ya no pisaba terreno firme, no porque fueran ellos los que me enganaran, sino porque era yo la que perdia pie, la que ya no tenia confianza en mi propia memoria, como si realmente la demencia comenzara a asomar a mi conciencia y se dedicara a tergiversar la memoria y con ella los hechos que yo creia haber vivido y todos los que me habian contado. Pero de pronto recorde la mancha de sangre, y esac vision me hizo recobrar la fe en mis propias palabras. Dije: 'Era un policia que tenia una gran mancha roja en la mejilla.' El comisario hizo un breve, brevisimo gesto de impaciencia que no podia escaparseme porque mis ojos estaban fijos en la expresion de su cara, buscando la senal que me indicara donde radicaba la trampa, el engano, la estafa. No queria, no podia fiarme de nadie. Si, habia hecho aquel brevisimo gesto de impaciencia, e inmediatamente se habia quedado inmovil y habia adoptado una expresion impenetrable. Tal vez me lo parecio, pero en cualquier caso tardo en reaccionar. Yo esperaba, como si los dos supieramos que la vez era suya ahora. Finalmente, tras un largo silencio, dijo: 'El policia Alvarez ya no esta con nosotros, no pertenece al cuerpo.' Una irritacion que se habia generado en el momento en que oi sus palabras se iba extendiendo por mi alma, por mi voz y por mis sentidos. Al final, viendo la calma con que el esperaba ahora mi respuesta, salte: 'Y me lo dice asi, sin mas.
?Que hago yo, pues, para recuperar el documento del joyero confirmando que mi guarda le vendio la sortija, que hago para recuperar la joya cuyo importe el se puso en el bolsillo, que hago yo…?' Estaba tan irritada que las palabras salian entrecortadas de mi boca, farfullando y saltando de un argumento a otro, de una peticion de justicia a otra, hasta que el me interrumpio de la peor forma posible. Para mi, por supuesto.
'Senora Fontana', tenia de nuevo el tono que se emplea con una persona que no esta en sus cabales o que ha perdido la razon, aunque sea momentaneamente, 'senora Fontana, no se ponga nerviosa.' '?Que quiere decir con que no me ponga nerviosa?', quise saber.
'Y ?por que no me puedo poner nerviosa? A usted, ?que mas le dae que me ponga nerviosa o no? Lo que usted tiene que hacer no es darme consejos sobre mi forma de reaccionar por infamante que le parezca, sino averiguar por que me pongo, como usted dice, nerviosa, que es lo que ha ocurrido para que asi me altere y hacerse responsable de la delincuencia de uno de sus subordinados.' 'Creo que se esta excediendo, senora Fontana. Haremos lo que podamos, pero ya le anticipo que no sacara nada poniendose asi.' 'No se que provecho sacare, pero le aseguro que investigare hasta la ultima celula toda esta corrupcion que me envuelve, que ha tenido lugar aqui, en la comisaria de usted pero tambien en mi propia casa, y uno por uno, todos los que estan mezclados en este, y en otros asuntos, seran descubiertos y denunciados.' Esta vez me miro con curiosidad. Debia de parecerle tan delicioso ver a una mujer amenazando a un comisario de policia, convencida ademas de que conseguiria la justicia a la que creia tener derecho sin contar con la mas minima prueba, que debio de despertarsele un sentimiento de compasion y simpatia por la victima, es decir, yo. Porque me sonrio. Pero fue un solo instante y no logre interpretar si la sonrisa era de suficiencia o de conmiseracion. Sin embargo, la breve actitud amable que me habia dedicado no le impidio continuar con el papel duro que habia tenido a lo largo de toda la discusion: 'Mire, permitame que le repita que esta usted muy nerviosa y que el nerviosismo, que yo comprendo, la lleva a fantasear. Nosotros estamos aqui para ayudar, pero lo que nos es imposible es corear y aplaudir los ataques de histerismo de cualquier persona que venga a acusar a la policia de ineficacia y de corrupcion.' Ignore lo del histerismo.
'?Asi que usted no sabe nada de las andanzas de su hombre de la mancha de sangre en la cara?g ?Quiere que le cuente que hace, o que hacia, en sus ratos libres?
?Quiere que le cuente sus chanchullos con los joyeros, con los traficantes, con los jueces?' Me miro con frialdad infinita y dijo: 'Lo que quiero es que me lo demuestre. Nada mas.' Y paso directamente a la amenaza: 'En cuanto al robo de su joya, el caso fue sobreseido y ya puede usted darse por satisfecha con que el juez no la haya acusado de fingir el robo para cobrar el seguro. No desaparecio ninguna denuncia. Al contrario, esta denuncia es la que podria incriminarla a usted.' '?Que que?', chille. Pero fueron mis ultimas palabras, porque en seguida me di cuenta de que me habia quedado sin ellas, y casi sin respiracion. Asi es como la gente tiene los infartos y los colapsos, logre pensar.
El comisario habia abierto la puerta y yo salia por ella, inmovilizada mi voz por la sentencia final que no me dejaba ni siquiera el consuelo de una apelacion. Porque recorde que la compania de seguros, que al principio me habia dicho que el seguro no cubria el 'abuso de confianza', es decir, el robo perpetrado por una persona que vivia en la casa, me habia enviado mas tarde una notificacion diciendome que estaban estudiando el caso a la luz del sobreseimiento que exculpaba a la guarda y, segun decia mi agente, cabria la posibilidad de que, al ser considerado ahora un robo, si recurriamos se pudiera cobrar la parte correspondiente al seguro. Pero, mas tarde, y tras dos o tres conversaciones con el, me vino a decir que al haberse desestimado la denuncia no se podia hablar de robo y, por lo tanto, el seguro no tenia que pagar.
Sali a la calle intentando esconder la irritacion y la agonia que me salia por los poros de la cara. Me ardian las mejillas y me temblaban las mandibulas, y, poco a poco, un sudor frio me inundo lai frente. Derrotada, vencida, humillada, me juraba a mi misma en la profundidad de mi amargura que este contubernio no quedaria impune.
Entre en un cafe que resulto ser una libreria, me sente a una mesa y pedi un gin-tonic. Eran las once de la manana y la camarera me miro un poco extranada, no se si por mi aspecto descompuesto o por lo indecoroso de