habia sido. Luego yo habia vuelto a guardarla en el joyero, y el joyero en la caja fuerte. Pero no recordaba haberla cerrado ni con llave ni haber puesto la combinacion. Lo cierto es que casi nunca la cerraba cuando estaba en casa, pero en aquella ocasion me iba, ?por que no la cerre? Prisa, tal vez, o desidia, o mera distraccion, quien sabe.

Envuelta en la espesa neblina de mis pensamientos, hurgando en busca de mas detalles en la memoria, me sobresalto el timbre del telefono. Casi me asuste. Sali corriendo del vestidor y me fui a la sala que se abria a la escalera donde sonaba, imperterrito.

'Diga', dije, pero tenia la mente en otra parte. 'Diga', grite porque la voz del otro lado del hilo era muy suave y no habia comprendido. '?Dorotea? No aqui no hay ninguna Dorotea, dejen de llamar, por favor, esto es una pesadilla', grite cargando en la voz un malhumor que amenazaba con desbordarme. Y colgue con estrepito.

Estaba desconcertada. Deje el joyero sobre la mesa y me acerque al ventanal. Estaba anocheciendo y al socaire de ese punto de melancolia que tienen los dulces atardeceres de invierno crecia ahora una oleada difusa de inquietud, como si saltando los anos me llegara la ratificacion de aquella otra sombra que habia conocido el primer dia de la estancia de Adelita en la casa.

Entonces no quise pensar en ello, decidi que eran aprensiones mias y que esta mujer, insolita por su aspecto y por la forma en que habia comenzado a expresarse, seria a pesar de todo una buena guarda.

Y ahora, esa voz, esa voz turbia, borrosa, que insistia en hacerse oir, que intentaba abrirse camino a la superficie, exigia atencion e insistia en su llamada. Cierto, no habia hecho caso de la voz y la habia contratado.

'?Adelita!, ?Adelita!', llame a continuacion. Nadie respondio.

Busque en el piso bajo, y como tampoco la encontre, me fui a su casa a buscarla y llame a la puerta cristalera.

Salio Adelita masticando.

'Adelita, ?recuerda usted que, el dia antes de irme la ultima vez, estabamos preparando la maleta, yo me habia sentado en la cama y tenia el joyero en las manos?' 'Si, claro que me acuerdo, usted dijo que era la unica joya de valor que tenia', anadio mirandose las manos que secaba en el delantal. '?Por que?' 'Porque no esta.' 'No esta, ?que?, ?el joyero?' 'No, no', me impaciente, 'no esta la joya, la sortija.' '?Que no esta la sortija?', pregunto con incredulidad. 'La habra dejado en otra parte.' '?Como quiere que la haya dejado en otra parte si no me la pongo?' '?No se la llevo de viaje?' 'No, ?por que iba a hacerlo?' Habiamos llegado a la casa, ella con sus pasitos menudos, tratando de alcanzar mis grandes zancadas nerviosas. Entramos por la puerta trasera, la de la cocina, y al ir a subir la escalera, Adelita se me adelanto con aire decidido, entre comprensiva y molesta con una senora que lo perdia todo y que encima la interrumpia cuando estaba comiendo.

'Vamos a ver', dijo cogiendo el joyero. 'Estaba aqui', senalo la hendidura y me miro como pidiendome cuentas.

'Si, eso ya lo se.' Volvio a dejarlo y, pensativa, recapacito: 'Hagamos memoria', dijo como la enfermera que ayuda a un enfermo que no puede valerse por si mismo. '?Que hizo despues con el joyero?' '?Yo? No se que hice. Supongo que lo dejaria en la caja donde lo he encontrado.' 'Tiene que hacer memoria, ?no se la llevaria? Pienselo bien.' 'No, seguro que no.' '?No la llevaria a arreglar o a limpiar?' 'No, Adelita, no diga tonterias', dije, ofendida por el tono con que me trataba. 'No recuerdo lo que hice pero estoy segura de no habermela llevado.' Y como para demostrar que retomaba el dominio de la conversacion, pregunte a mi vez: '?No ha venido nadie a la casa en mi ausencia?' 'No, senora, seguro que no.

Bueno, mi sobrino, pero no se ha movido de mi casa. Aqui no entra nadie mas que yo.' 'Y ?no habra entrado alguien por la ventana?' 'Las ventanas estan abiertas por las mananas, mientras yo limpio la casa, pero si hubiera entrado alguien el perro habria ladrado y yo me habria enterado.' '?Falta algo mas en la casa?' 'No, que yo sepa.' 'Es muy raro que solo haya desaparecido esta joya del interior del joyero que esta en la caja fuerte, en una habitacion del fondo. Tiene que haber sido alguien que conozca la casa. De otro modo, antes de llegar aqui se habria llevado un cuadro, una figura, un reloj, algo, ?no?' Yo me habia distraido de mis temores y estaba excitada con la investigacion.

'Piense bien, Adelita. ?Quien ha venido por aqui? ?Sus hijos no habran entrado en la casa?' 'Mis hijos', respondio, ofendida, 'no entran en la casa, y aunque entraran no robarian.' 'No se enfade, quiero pasar revista a todo el mundo. No se trata de desconfiar, sino de descartar, ?me entiende? No se lo tome a mal, que no estamos ahora para estas cosas.' Adelita parecio comprender y se dispuso a colaborar.

'No, mis hijos, no, pero tal vez alguno de sus amigos. Aunque si le digo la verdad, vienen a buscarlos con prisa y se van, casi nunca apagan el motor y mucho menos bajan de la moto.' Bien lo sabia yo. Tenian unas motos grandes, sin silenciador, que atronaban el valle a las horas de comer y de cenar y sobre todo los viernes y los sabados de madrugada. La noche anterior, sin ir mas lejos.

'Por cierto, ?les podria decir a sus hijos que no fueran a esas velocidades? Un dia se van a matar.' 'No diga eso, senora, yo se lo repito a todas horas, pero ya sabe usted lo que es la juventud. Piense que hay dias, sobre todo en las fiestas, en que despues de comer desaparecen y no vienen ni a cenar.

Vuelven cuando ya casi es de dia.' '?Todos trabajan?' 'Ya le dije que el mayor habia perdido el trabajo, pero ha conseguido un contrato temporal en la construccion, aunque no se cuando empieza; el segundo estaba en un taller de pintura pero ahora esta de baja porque dice el medico que se le han puesto los nervios en una pierna, y el tercero queria estudiar, pero ya sabe, no podemos, es mucho dinero para unos trabajadores como nosotros, y cuando se le acabe el contrato ya tiene asegurado un puesto en un almacen de granos.' 'Oiga, y las motos, ?de donde las sacan?, porque si no me equivoco tienen ustedes cinco motos, las de los tres hijos, que van en unos aparatos tremendos, la mobilette de usted, cuatro, y la de su marido, cinco, ?no?' 'Son motos baratas que compramos de segunda mano', dijo, quitandole importancia. 'De otro modo, y aunque el pueblo solo esta a poco mas de un kilometro, no podrian venir, tendrian que quedarse a vivir con mis suegros. Y a mi, tengo que reconocerlo, me gusta que la familia este unida.' Y me miro a los ojos con tal intensidad que tuve la impresion de que me estaba desafiando. Y continuo: 'Yo los ayudo, ?comprende?, ellos son ahorradores, pero ya sabe, una madre es una madre.' '?Y los coches que vi ayer cuando llegue?' 'Ya se lo dije, uno es del mayor, se lo ha dejado un amigo que se ha comprado otro y dice que, para venderlo por nada, mejor se lo deja.' Es cierto, recorde la conversacion que habiamos tenido.

'Pero ?no me dijo que se lo habia comprado?' No se inmuto: 'Bueno, es una forma de decir, porque si bien no le ha dado dinero al amigo que se lo vendio, si que le hace favores. Ahora, por ejemplo, lo esta ayudando a pintar su casa. Tiene mucha mano para la pintura y es una buena persona.' Seguia mirandome. Yo baje la vista y dije: '?Ah!' Y nos quedamos las dos en silencio una frente a la otra, yo consciente de que queria volver al asunto de la sortija.

'Asi que', dije sin ganas, 'no ha entrado nadie. Pues no lo entiendo, si no ha entrado nadie…

?Un momento! Dejeme pensar, un momento.' Y recuperando el interes, me fui a la habitacion mas alejada, la que estaba mas cerca del camino vecinal. La ventana, como siempre durante el dia, estaba abierta. Una cortina floreada oscilaba con el viento y detenia el sol de aquella manana de diciembre.

'Adelita, ?y esta ventana?' 'Esta ventana, ?que? Usted me dijo que la dejara abierta por las mananas para que se ventilara el cuarto.' 'Pueden haber entrado por aqui, es facil, se trepa por la verja que en este punto es mas baja, se sube por el porche y se salta dentro, ?no?' 'Es posible', concedio Adelita, 'pero yo estoy siempre por la casa y lo habria oido, ademas, el perro…' 'Alguien que conozca a su perro, quiza', apunte sin demasiada conviccion.

Pase la tarde tratando de descubrir quien podia haber entrado por la ventana sin que ladrara el perro que, segun Adelita me habia dicho, alguien le habia regalado hacia unos meses, y quien podia saber donde se encontraba la caja de seguridad, que ademas no estaba cerrada, en la que se guardaba una valiosa sortija con un gran brillante. Y aunque parezca increible, perdi muchas horas dandole vueltas y mas vueltas. Fue Gerardo quien me hizo descender de las nubes.

'Es Adelita', dijo cuando aquella noche hablamos por telefono y le conte que habia desaparecido la sortija.

'?Como va a ser Adelita?', respondi yo. 'Podria haber robado mucho antes y no lo ha hecho.

Lleva anos en la casa. No digas bobadas.' 'Algo habra robado que no te hayas dado cuenta. No se empieza a robar asi como asi. ?Que cara ha puesto?' 'Una cara normal. Ni asomo de inquietud, ni se ha azorado, nada.' Pero fui recordando pequenos objetos que habian desaparecido sin explicacion ninguna y a veces incluso rodeados

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