quieras, jefe». Le pedi que enfundara el lapicero; expresiones asi son parte de mi construccion.
– He sabido presionar a Lucio Etxe. Siento haberle obligado a revivir aquella madrugada, pero ?y si era el quien jugaba conmigo?
– Es lo que pasa cuando los personajes de tu novela no son tuyos.
– Siento mio a Lucio Etxe. Y lo mismo a los que vengan.
– Todos vendran de fuera, y los de antes te salian de dentro. Preparate para las martingalas de tanto extrano. Y uno de ellos te atara a la argolla de Felix Apraiz como te descuides.
Le conte, punto por punto, el encuentro en la playa y ella escucho en silencio, entregada.
– Cinco sospechosos -remate-: Lucio Etxe, su hijo Inocencio Etxe, Antimo Zalla, Tomason Zalla y el rostro que vio Lucio.
– Falta un sospechoso. -Alzo la mano para atusarse los rizos en un gesto habitual con el que teatralizaba indiferencia-. Tu.
– ?El narrador el asesino? No seria original. Ya lo hizo Agatha Christie…
– … en
– En mi novela no falta una coma de cuanto hacemos o decimos.
– En el treinta y cinco tenias…, si, dieciseis anos, y a esta edad se puede matar. A veces, el motivo es casi lo de menos.
– No sabia que estuvieras tan loca -sonrei. Aunque, sin duda, la novela quedaba enriquecida. ?Soy yo, el autor, el asesino? Bienvenida sea esta posibilidad que ofrezco al lector para sus cabalas.
– «Estas loca» -repite Koldobike-: es, justamente, lo que se espera que diga el asesino.
– El asesino no emprenderia la investigacion de un crimen absolutamente olvidado.
Merecio Koldobike ser la autora de la novela cuando me solto:
– Excepto si padece amnesia. Recibiria la misma sorpresa final que el lector. Apasionante, ?no? La novela tendria un gran exito y yo te llevaria el primer ejemplar a la carcel. -Sono la campanilla de la puerta y se levanto-. Para despejar todas las dudas, no tienes otra alternativa que descubrir al asesino. Rezare para que no seas tu.
Entro una clienta para comprar libros de texto. Beltza no se mantendria a flote sin la inyeccion que recibia todos los septiembres: libros para institutos, colegios, escuelas, academias, supervivientes de una censura politica implacable y marcados por «anos triunfales». Habia unas Matematicas de 1937 aureoladas con el II Ano Triunfal; unas Ciencias Fisico-Naturales de 1938 y una Historia de la Literatura Espanola del mismo ano, ambas con el III Ano Triunfal; una Enciclopedia Escolar habia salido de imprenta sin ese tragala, y si llego a las librerias se debio a que se subsano el descuido con un precipitado «II Ano Triunfal» estampado a mano; la Iglesia colmaba la ensenanza cubriendo todas las materias y editandolas, purificadas, por empresas tituladas, por ejemplo, Ediciones Antisectarias de Burgos, ciudad matriz del Caudillo. En visperas de cada octubre, la libreria se llenaba de estos efluvios, que pronto pasaban y volviamos a las otras ficciones, las del resto del ano.
Ama no deja de hablar mientras comemos lentejas de estraperlo y un huevo a la plancha con patatas cocidas, a falta de aceite. Inutilmente trato de seguirle el hilo, y son palabras suyas -«has madrugado, echa una siesta»- las que me llevan al borde de la cama. Traslado a una silla la chaqueta, la corbata, la camisa, el pantalon y el sombrero y me tiendo boca arriba preguntandome si en el futuro debere vestirmelos a todas horas o solo en actos de servicio. Si ellos los visten en toda ocasion es porque viven a salto de mata, hoy en un bar, manana en un despacho de abogados, comiendo fuera de casa -apenas tienen casa-, durmiendo y descansando en hoteluchos de mala muerte. Yo, con hogar y familia, me despojare del buzo de trabajo al termino de cada jornada. No quiero cambiar de piel, solo estoy escribiendo una novela.
Una siesta con los ojos abiertos no es una siesta. A las cinco estoy empunando el picaporte de la puerta de la libreria. Koldobike esta sirviendo a la senorita Mercedes, la maestra de Algorta, los libros que le encargo para las ninas de la escuela; los va recogiendo de las pilas que surgen del suelo y pronto desapareceran.
– ?Que hay? -saludo a la senorita Mercedes. Ya estaba de maestra cuando yo asistia a las clases de don Manuel. Al saludarme, detiene su mirada en mi atuendo unas decimas de segundo mas.
– Que buen tiempo tenemos, ?verdad? -comenta dulcemente-. Los libros abultan este ano mas que nunca, o a mi me lo parece.
– Es la carga politica… Un chico se los llevara -le ofrece Koldobike.
– Si, gracias. Manana, hacia las doce, estare en la escuela colgando cortinas.
Se despide despues de firmar el recibo que abonara el Ayuntamiento.
– La maestra tendria treinta anos cuando mataron a Leonardo -dice Koldobike-. ?Que motivo pudo tener ella? Parece una mosquita muerta, pero todos la vimos sacar las unas para defender a su protegida, la india Anaconda.
– Necesito un nombre para manana, pero no el de ella. ?Que tal Felix Apraiz?
– ?Por que no apuntas mas tierra adentro, para variar? La playa no es el centro del mundo.
– Fue el escenario.
– Me viene un nombre que estuvo mas metido en el ajo que ninguno. Estuvo aquella madrugada sobre la misma pena formando pareja con alguien. Si el no te da mas luz que cualquiera, apaga y vamonos.
5
Por la tarde solemos cerrar a las ocho, pero ayer Koldobike me pidio permiso para salir a las siete; un formulismo que esta de mas, y lo sabe: cuantas veces soy yo el que le pide permiso a ella. Fue oportuno que le preguntase por el emplazamiento de la casa de Eladio Altube en el momento en que salia.
– ?Por que su casa? -exclamo-. Vive mas tiempo en cualquiera de sus chiringuitos. Lo encontraras muy de manana en su granja, la que se ve desde el Cruce de Laparkobaso.
No hay en Getxo grandes distancias, y a las nueve tengo ya a la vista la granja industrial de gallinas de Eladio Altube: una especie de hangar de ladrillo, una construccion que, en su dia, hace diez anos, llamo mucho la atencion, tanto por su diseno como por ser la primera granja industrial de su genero que se veia en Getxo. Aunque desde la guerra funciona a pleno rendimiento -sufrimos una desmedida revalorizacion de los alimentos-, al ano de su puesta en marcha fue clausurada por los propios gemelos… Detengo mi marcha, recordando. Si, un tal Ambrosio Menchaca puso otra granja de gallinas hacia 1932, que no tenia nada de innovadora, de industrial: simplemente, lleno su caserio, en el que vivia solo, de aves, lo abarroto literalmente de ellas, cuadra y habitaciones, se dijo que incluso su dormitorio y que llego a dormir entre las jovenes pollitas para darles calor: supo transformar con tanto esfuerzo e ingenio su enorme caserio en granja, que consiguio albergar a mas numero de gallinas que la industrial de los gemelos, si bien su triunfo no se debio al numero y a los mimos sino a la raza colorada de unas aves que entregaban los muy apreciados «huevos rojos de aldea», en choque con los menos sustanciosos «huevos blancos de granja», que ademas eran poco mayores que las canicas; por anadidura, las gallinas rojas de Ambrosio Menchaca se alimentaban del mas natural y de siempre maiz rojo, y las blancas, de esos piensos americanos que vaya usted a saber con que porquerias los hacen.
Bien, y aqui llega lo gordo: alguien mato a Ambrosio despenandolo por La Galea… ?Otro crimen con Eladio y Leonardo en medio! ?Que clase de maldicion les persigue? La competencia que represento Ambrosio Menchaca y que les obligo a cerrar su negocio seguramente les hizo sospechosos durante un tiempo, pero el criminal resulto ser un tal Jose Salegui, por razones que no recuerdo. A los pocos meses, los gemelos reanudaron su venta de huevos, esta vez con mas fortuna, ya que pronto estallo la guerra y, sobre todo, la posguerra, y los alimentos entraron en el mercado del estraperlo para enriquecer a tanto pirata.
He dado vueltas a todo esto sin avanzar un paso. Ahi esta la granja, al otro lado del Cruce de Laparkobaso, y la contemplo sin dejar de pensar en el asesinato de Ambrosio Menchaca y en Eladio y Leonardo como sospechosos. Y es lo que me tiene clavado en el sitio: la logica de que fueran sospechosos, sus buenas razones para haber matado. Y, sea como fuere, que un rival de ellos resultara muerto. Lo curioso del caso actual es que