Oigo el pestillo de la puerta y enseguida unas manos amigas apartan a un lado la toalla que sostengo.
– ?Cielo santo, que barbaros! -casi grita Koldobike. Y continua en un susurro que hace que la quiera mas-: Barbaros, barbaros, barbaros… Suelta mis manos, yo pierdo su calor, oigo el grifo del lavabo y regresa con la caja metalica que hace de botiquin y la pequena palangana con agua. Un mojado guate rastrea delicadamente mi rostro, y otro, seco, ultima el trabajo. Luego recompone las grietas con trocitos de gasa fijados con esparadrapo.
– Esta se la hice yo -senala uno de los falangistas con el dedo.
Koldobike lo aparta de un empujon.
– Esta mal, tiene que venir un medico.
– Mas tarde -dice Luciano-. El y yo hemos de hablar de cosas nuestras.
– ?No ves que lo habeis dejado mas muerto que vivo? -exclama Koldobike.
– Que te diga si su lengua no esta muy viva, ?verdad, librero? Este hombre guarda un gran secreto que me ha de revelar.
– ?Y como se lo vas a sacar, metiendole alfileres en las unas?
Luciano la mira de un modo que temo por ella.
– Mas vale que te calles, rubia. ?Que haces con esa falda y ese pelo? ?La nueva Espana no quiere indecencias!
Y enseguida parece centrarse en mi. Se inclina para hablarme al oido, pero en un volumen que tambien me habria atronado desde la otra punta de la libreria.
– ?Como puede afrontar el poeta una narracion sin que le invadan flechas y luceros, flores de la campina, mozas fermosas y corazones enamorados?
Me parece que comprendo a este camisa azul, cree que poseo algo muy valioso para el, me refiero a que me conviene creerlo: de momento, esa cosa me ha salvado el pellejo.
– ?Que quieres que te diga?
Espero que Koldobike tambien lo comprenda. Incluso Hammett y Chandler utilizarian una alternativa tan a mano para sus investigadores privados metidos en este brete.
– No te hagas el tonto, librero. Estas escribiendo un relato, una novela, segun me has dicho, y parece que pita, a juzgar por la serenidad de tu rostro…, bueno, el rostro que tenias hace un rato. Quiero que me digas como consigues llevar adelante la historia sin filtraciones poeticas. Una buena narracion no cae en estos baches.
Koldobike se incorpora como un resorte con una bola de guate en la mano.
– ?Basta de pamplinas, voy en busca de un medico!
– ?Quietecita! La cuestion del medico vendra despues, de aqui no sale ni entra ni Dios. -Los dos secuaces de Luciano toman posiciones, uno en la puerta y otro detras de Koldobike. Luciano va en busca del pequeno taburete para alcanzar libros y lo planta frente a mi, se sienta y me mira desde abajo-. Explicame como lo haces. -Creo que penetro la tragedia de este hombre. Sufre la misma angustia que me laceraba antes de entregarme al realismo. La relacion entre el y yo ha dejado de ser solo politica.
– No tengo ningun hueso roto -tranquilizo a Koldobike.
– ?Como lo sabes?
– Hay cosas de uno que se saben. No oi ningun chasquido. Esta gente pega de libro.
– Pues tu cara es un derribo. -Koldobike vigila el brote de nueva sangre-. ?Cuanto va a durar esto?
Luciano se apropia para mi de la pregunta:
– ?Cuanto va a durar esto?
Los que mandan tienen el privilegio de perder la paciencia hasta los limites que ellos mismos se marcan. Le miro y le veo a traves de una neblina.
– Se trata de escribir lo que se ve y lo que se oye. Nada mas…
Luciano medita con los ojos muy abiertos, y por fin exclama:
– ?Pero eso esta al alcance de una maquina de fotos y un registrador de voces!
– En cierto modo, el creador debe desaparecer. Narrar es centrarse en lo de fuera, y en este fuera hay otros, hay hombres y mujeres que deben pesar en la historia mas que el propio narrador. Los poetas no saben hacerlo. No porque no puedan sino porque no esta en su ser.
– Asi que se trata de humildad.
– Y de algo de imaginacion.
– ?Imaginacion en el realismo?
No solo no tengo ningun interes en tocar estos temas, sino que mi cabeza es un balon de futbol contra el que golpean las cuarenta y cuatro botas de un partido.
– Espera… -murmuro, levantando la mano derecha por primera vez para tocarme la frente.
– Cuidado con los esparadrapos -dice Koldobike.
– La imaginacion es imprescindible para transformar la realidad en otra realidad y, sobre todo, para elegir una sobre la que trabajar recogiendo imagenes y sonidos.
– ?Or kon pon! -exclama Koldobike. Hay una mezcla de asombro y burla de unas teorias que ella sabe mejor que nadie que nunca me sirvieron para nada.
– ?Que cono has dicho? -quiere saber Luciano volviendose a ella.
Koldobike lo ignora.
– ?Elegiste alguna realidad para escribir? -intervengo rapidamente a costa de una perforacion de mi sien.
– He contado cosas de la anteguerra, la guerra y esta posguerra. Si la anteguerra, la guerra y la posguerra no son realidades, tu me diras. Pero no me salieron.
– Porque lo hiciste como poeta.
Luciano resopla.
– En Falange hay mucho poeta, como te dije. Puede decirse que la esencia de nuestra Falange es poetica. ?No es poesia la justicia social, la lucha contra el desorden marxista, la entronizacion de un caudillo que implante un orden unico en una Espana una, grande y libre? Las letras de nuestras canciones son pura poesia que arrastran a empresas imperiales. ?Has vibrado alguna vez, librero, con el grito unanime de «?Con el imperio hacia Dios!»? ?Todos los falangistas anhelamos morir por Espana, lanzandonos contra las hordas marxistas, abierta la camisa azul para ofrecer mejor nuestro pecho! ?Poesia, pura poesia!
Los dedos de Koldobike tamborilean contra mi craneo; sospecho que lo toma como el tambor de un desfile.
– Es natural que tan gran bagaje… poetico… te embarulle una narracion -expongo suavemente.
– ?Embarullar? -protesta Luciano.
Me cuesta hablar y dejo que lo interprete como quiera. Calla tambien durante un buen rato, supongo que midiendo bien sus proximas palabras.
– Tome la pluma una noche de 1938. Esta vez no seria poesia, ni siquiera un cuento, sino una novela corta. Tendria entre doce y quince capitulos. Poco dialogo y mucho discurso. Los protagonistas serian un falangista y su primera novia, hija de fusilado en una carcel de Franco, roja como su padre pero guapa a rabiar. Naturalmente, este amor fracasa porque ella le pide que ponga una bomba. Y entonces el falangista resuelve enamorarse de una buena chica de la Seccion Femenina… Todos estos prolegomenos me llevaron meses sin apenas escribir una linea. ?Por que?
– Miedo a la escritura.
– ?Miedo? No me pasaba eso con la poesia: me venia la inspiracion y ya estaba el primer verso. Aunque el relato, si, era otra cosa. Bien, acepto el miedo…, que tampoco me proporciono un compas de espera analitico. De manera que cuando tomo la pluma y me siento… ?me sale una historia distinta!, la de un falangista que, despues de ganar nuestra guerra, quiere ayudar a ganar la europea y le viene a huevo la Division Azul que envio Franco al frente ruso. Le apuntan y le encargan reclutar mas voluntarios. En noches de francachela emborrachaba a jovenes para calentarles la cabeza con glorias imperiales, y en la madrugada les sacaba el papel donde tenian que firmar. Esta primera parte me salio mas o menos decente; lo peor vino cuando quise contar lo que le pasa en Rusia a este valiente, uno de los cuarenta mil de la gloriosa Division. Me atasque, y hasta hoy. No lo entiendo, despues del arranque prometedor.
– Recurre a tus recuerdos personales en Rusia -le apunto con esfuerzo.
– Es que yo no fui a Rusia.