competentes para ver de resolver este enigma que tiene perpleja a la poblacion de Tomelloso y a toda la provincia…'

Don Lotario noto que la cara se le hinchaba con aquella sangre calida y dulzona que solia ruborizarle en su lejana juventud.

– Eso de que este enigma tiene perpleja a toda la provincia no deja de ser un poquitoexagerao. ?No le parece, don Lotario? – dijo Plinio.

Y don Lotario, papando miel, coreo:

– Tu lo dices, Manuel, un poquito, bastante, exagerao.

– Ni que decir, Gonzalez, que vengo solo a 'estar oficialmente en el caso' – dijo Rovira -, pues el senor Comisario, como siempre, tiene la mas absoluta confianza en usted… Ya sabe usted que para todos los efectos es uno de nosotros… Mejor dicho, el maestro de todos.

Plinio le esbozo una sonrisa cortes y, en pocas palabras y a su manera, puso a Rovira al corriente de como venian desarrollandose los acontecimientos.

Pasaron luego al Deposito y vieron como seguia la ronda de vecinos, que giraba en torno a la piedra sin dejar de mirar al muerto por todos lados.

Rovira, despues de echar un vistazo al cuerpo, dijo al Jefe:

– Aqui lo mas escamante es que este embalsamado tan a conciencia.

– Ahi esta elquid de la cuestion – replico el guardia completamente en serio.

– No creo que sea cosa local.

– Ya veremos.

Volvieron al porche y se encontraron con don Saturnino y Enriquito el de la fonda. Plinio les presento al detective y pregunto al fondista si habia averiguado el nombre del huesped.

Enriquito, sin responder, con mucha pausa, se saco un papel del bolsillo y se lo mostro a Manuel. Este se calo las gafas y leyo en voz alta: 'Fernando Lopez de la Huerta. Nacido en Tomelloso en 1896. Procedente de Valladolid'.

Plinio quedo pensativo.

– Segun le dijo a Andujar el de las maletas, su padre habia estado aqui muchos anos de maestro de escuela. Y el hombre este paso aqui su ninez, y aqui enterraron a su madre. El tambien era maestro en Valladolid.

– ?Y como no viene Andujar a reconocer el cadaver?

– Ya ha venido esta manana y dice que puede ser, pero que no esta seguro… Ya sabe usted que es un poco cegato… Y luego lo que pasa, que la muerte come mucho el fisico de las personas.

Plinio ofrecio el papel al detective.

– ?Podrian averiguar ustedes si este hombre esta vivo?

– Naturalmente.

– ?Y usted, doctor, recuerda algo mas de la enfermedad de este hombre?

– No. No recuerdo mas de lo que le dije.

El agente miro al reloj y anadio que se volvia a Alcazar; que procuraria volver al dia siguiente con la diligencia hecha.

Enriquito anadio que tambien se volvia, si no lo necesitaban, porque ya iba siendo hora de servir la comida en la fonda.

Cuando quedaron solos,Plinio saco la fotografia de don Ignacio en traje de bano y se la mostro al forense.

Don Saturnino miro la fotografia con ojos escepticos.

– ?Quien es? – pregunto al fin.

Don Ignacio de la Camara Martinez, a los veinticinco anos.

– Bueno… cuando se quede el Deposito vacio destapamos el cuerpo y comparamos. ?A usted le dice algo?

Plinio se encogio de hombros.

Se oyeron unas carcajadas. Eran de unos jovenes que rodeaban alFaraon. Uno de ellos no podia contenerse y se doblaba con las manos sobre el estomago.

– ?Que te va a dar algo, muchacho! – le gritoPlinio.

El aludido se acerco al guardia sin dejar de reir.

– ?Ay, Dios mio, y que salvajes!… Nada, queel Faraon nos esta contando las bromas que suelen gastarse el y sus amigos el Pianolo y Rufilanchas.

– Son muy animales. Pero de toda la vida.

– Ahora nos referia la de la Feria de Sevilla, que ha debido ser una de las ultimas. ?No la saben ustedes?

Todos negaron con la cabeza.

– Si, hombre; parece que el ano pasado fueron los tres a la Feria de Sevilla. Y una madrugadael Pianolo y el llegaron al hotel bastantico cargados, con idea de recoger unas cosillas y marcharse a Cordoba a pasar el resto de la noche con dos tremendonas que se dejaron abajo, porque el hotel era muy moral. Como al entrar en la habitacion vieron al Rufilanchas que dormia a pierna suelta, se les ocurrio la idea de embarcarlo a base de bien. Le quitaron toda la ropa, las maletas y el dinero. Bajaron con todo su equipaje, pidieron la cuenta y se largaron con las 'furcias' para no volver… El pobre Rufilanchas amanecio en cueros vivos a eso de mediodia, con una resaca magistral…

Y venga buscar y buscar; y que no encontraba nada, conto luego. El creia que la chispa todavia le duraba.

Y miraba y remiraba el armario, se asomaba debajo de la cama. Llego a pensar que se habia equivocado de cuarto. Abrio la puerta con cuidado para que no lo vieran en pelota, y vio que no habia error, que aquella habitacion era la que habian alquilado. Alli estaba el numero. Poco a poco,Rufilanchas se fue encalmando, empezo a revinar y cayo en la cuenta de lo que habia pasado. Pregunto por telefono a la Direccion, y efectivamente, le dijeron que el Faraon y el Pianolo habian pagado la cuenta y marchado la noche anterior… A todo esto el hombre liado en una sabana porque ni calzoncillos le habian dejado…

El Faraon, al ver que aquel repetia su broma ante los guardias, don Lotario y el medico, pausadamente y seguido de los que con el estaban, se vino riendose y empalmo con la relacion del otro:

– Ni peine le dejamos al pobrecico… Como no podia moverse, ?que iba a hacer? Llamo otra vez a la Direccion y dijo lo que le pasaba. Subio el director y le pregunto:

– ?Y que va usted a hacer?

– Pues lo que es hacer… Como no me tire por el balcon…

En fin, el del hotel le aconsejo que pusiera una conferencia a su casa pidiendo dinero por giro telegrafico para poder comprar ropa y eso. Y asi lo hizo mi bueno deRufilanchas. Pero lo que pasa: el dinero, que no llego hasta la noche, la ropa hecha que no le venia, como es tan raro… Total, que tuvo que estar cuatro dias en cueros en la habitacion hasta que un sastre le hizo el traje… que tuvo que tomarle medidas alli mismo; el camisero unas camisas, ropa interior y que se yo cuantas cosas. Y a todo esto, venga de divertirse la gente en la Feria… El pobre, mas cabreao que un enano, le decia al director: 'Si al menos tuviera usted por ahi una chilaba'. Con este dicho se hizo famoso en el hotel v todos le decian 'el de la chilaba'.

Al volver a oir lo de la chilaba, el mozo reanudo la risa.

– Cuatro dias con sus noches… ?que hacias?, le preguntamos luego. 'Jurar venganza contra vosotros, venganza a muerte…' Claro, al hombre le subian el 'Marca' todos los dias. Pero como se lo leia al contao, pues otra vez a aburrirse. Menos mal que una de las criadas que era muy futbolista, compadecida de el, al segundo dia le subio un monton de 'Marcas' viejos. Y con ellos se entretuvo hasta que le acabaron el ajuar… Yo ya no me acuerdo de muchas menudencias. Pero cuando nos encontramos por primera vez en el Bar Alhambra y nos conto toda su odisea, es que nos meabamos… ?Ay, Dios mio! Nos tenemos hechas muchas de esas. Luego, el hombre se marcho a vivir a Barcelona y se acabaron aquellas juergas tan ricas.

– Hombre, todavia le queda a ustedel Pianolo para hacer salvajadas de esas – dijo el medico.

El Faraon titubeo un poco al oir lo de 'salvajadas', que estaba dicho con toda intencion… pero en seguida remonto el efecto:

– Si, pero con dos cunde menos. Las bromas requieren mas acuerdos.

– Bueno, a todo esto son las dos de la tarde – dijo Plinio consultando su reloj de bolsillo -. Habra que irnos a comer, don Lotario, porque aqui no se vende una escoba…

Вы читаете El reinado de witiza
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату