– Cuando tu quieras.

– Maleza, ?no hubo nada de particular por aqui esta manana?

– No, Jefe; alguna chuscada que otra. Poca cosa.

– Hombre – saltoel Faraon -, hubo una muy buena.

– ?Lo del carnicero? – pregunto Maleza.

– No, lo de PepeLamuerte .

– ?Ah, si!

– PepeLamuerte que llego, como siempre, con una trompa como una cisterna, se planto a los pies del pobre Witiza (que vera usted, don Lotario, que ya lo digo bien) y empezo a llorar como una magdalena llamandole Pedro Eugenio. '?Ay, Pedro Eugenio mio, con lo que tu y yo hemos bebido juntos y que ahora te vea asi! Anda, Pedro Eugenio, amigo, levantate y vamos a tomar una copa a casa de Felipe, aqui con el amigo Antonio, ya veras como se te arregla el cuerpo… Pedro Eugenio querido, ?te acuerdas de aquel perro mieleno que tenias y que jugaba tanto conmigo…? Pues por la calle anda solico buscando tu huella…'

– Y cuando le dije que no interrumpiera la cola – corto Maleza – y que circulase, dejo de llorar, me miro muy serio, me hizo el saludo militar y marcho dando bandazos y discurseando solo.

– Bueno, entonces, oido lo del PepeLamuerte – repitio Plinio – nos vamos a comer.

– Yo no puedo venir esta tarde, Manuel – dijo el medico.

– ?No?

– Se lo digo por si quiere, ahora que no hay gente, que hagamos esa diligencia.

– De acuerdo – respondioPlinio cayendo en la cuenta-. Vamos un momento.'

Ambos, sin anadir palabra, se entraron en la 'Sala Deposito', cerraron con llave y quitaron el sudario al cuerpo.

En la gran habitacion destinada para Sala resultaba muy canija la mesa de marmol donde estaba el cuerpo. Junto a las paredes se veian imagenes y cruces que alli depositaba el camposantero. Entraba una luz restallante por la ventana que hacia al muerto menos misterioso.

Don Saturnino saco la fotografia de don Ignacio en traje de bano y empezo a comparar.Plinio, con gafas puestas cuando miraba la foto por encima del hombro del medico y alzadas hasta la frente si miraba el cuerpo muerto, inspeccionaba tambien por su cuenta.

– La anatomia en general, dentro de las diferencias de edad, podria ser – aventuro el medico -. Tambien la forma de la cabeza. Pero las manos no parecen.

– No; las del muerto son mas grandes, de mas esqueleto. Claro que los anos deforman mucho… Las orejas tampoco se parecen.

– Yo me fijo siempre en el esqueleto, que es lo que dura. Las partes blandas, Manuel, se deforman totalmente. De todas formas no me fio… Es un testimonio tan distante e imperfecto… ?Por que no manda usted que hagan una ampliacion bien grande de las manos de esta foto?

Cuando llegaron a la Plaza, bajo los soportales de la posada vieron un gran corro de gente.

– ?Que pasa ahi? – pregunto don Lotario.

– El pueblo esta alborotado con el dichoso muerto.

– Alborotado y cachondo – afino Maleza.

– Anda tu, el de cachondo, acercate a ver que ocurre.

El cabo salio del 'Seiscientos' y fue hacia el grupo. Se abrio paso entre la gente hasta desaparecer. No tardo en emerger e hizo senas a los del coche para que se acercaran.

Aproximaron el auto a los soportales y se apearon los tres.

– EsTriguero el cantor, que le ha sacado unas coplas muy buenas al muerto.

– ?No te digo? – comentoPliniohaciendose sitio.

Triguero, el cantor popular, gordo, con chaqueta azul de cuello cerrado y boina pequenisima, junto a la carretilla que le servia para su trabajo, improvisaba con su buena voz:

Tomelloso, Tomelloso,

que suerte que te dio Dios

con tener al Jefe Plinio

como justicia mayor.

Juntos, el y don Lotario

Maleza y don Saturnino

haran al muerto que hable

y cuente su desatino.

…El Faraon que esperaba

pa siempre un nietecico,

le echaron un muerto anonimo

metido en un cajoncico.

La gente aplaudia y le pedia mas:

– ?Echa otra,Triguero, que esta aqui la justicia! El cantor, sin inmutarse, carraspeo, puso cara de pensar un poco, consciente de quienes ahora le escuchaban, y en seguida rompio con su voz de tenor y musiquilla caprichosa:

De los mil muertos que hay,

mama, en nuestro Cementerio,

ninguno ha armao tanto ruido

desde tiempos de mi abuelo.

Aunque te calles, difunto,

y no traigas direccion,

el gran Plinio, de seguro,

te sabra hacer el padron

Plinio se despidio de Triguero alzandole la mano, cuando el cantor dijo:

– ?Viva Plinio, el Jefe de la Guardia Municipal de Tomelloso! – y empezo a dar palmas. Todos le secundaron.

El Jefe marcho rodeado de los suyos un poco confuso por tanta celebracion.

– ?Venga, muchachos, todos a una! – pidio Triguero jubiloso:

Aunque te calles, difunto,

y no traigas direccion,

el gran Plinio, de seguro,

te sabra hacer el padron.

Y todos coreaban verso a verso.

– ?Cono, que tio! ?Y como se habra enterado que mi hija pare en septiembre? – exclamo el Faraon -. Aqui le llevan a uno la cuenta de todo.

Cuando Plinio y don Lotario tomaban cafe en el San Fernando aquella siesta, aparecio Calixto, el escultor, con un bulto bajo el brazo. Venia euforico, son- riendole su cara de infeliz. El pelo abundante de su cabeza gordisima le onduleaba sobre la frente. Como siempre, iba en mangas de camisa y con la corbata de cinta.

Sin decir palabra, puso el bulto sobre la mesa y quito con mucho mimo el pano que lo cubria. Era, claro, la mascarilla del difunto.

Calixto miraba su obra con ojos y sonrisa tierna, sin decir palabra.

– Muy bien, Calixto, esta muy bien – le alabo Plinio.

Se acercaron algunos curiosos, entre ellos el Faraon.

– Si, senor, muy propio.

– ?Verdad que si? Esto parece muy facil, pero tiene su tecnica y si me apuran su arte, si, senor, su arte.

El Faraon la tomo y se la puso ante la cara, como careta:

– Hu… Hu… Hu…

– Oye, Calixto, ahora que veo a este hacer esa gansada me acuerdo. ?Te vio Canizares? Me dijo que iba a hacer caretas.

– Si, me vio y ya tiene muchas hechas… Las esta pintando. Pero esta chalao… Si fuera carnaval.

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