y la boina parda hecha visera sobre la frente, escuchaba a todos con la boca abierta y los ojos de sueno.

Y al fondo, por la puerta abierta de la 'Sala Deposito', salia la luz pobre que velaba al muerto.

Esta escena asi, quieta, como una fotografia oscura, quedaria durante toda la vida en la memoria de los que alli estaban.

Plinio y don Lotario, al regreso del Cementerio y buscando ocasion de poder comentar a su sabor las peripecias de las ultimas horas, fueron a casa de su amiguete Braulio, que siempre los recibia con gusto.

Cuando llegaron, Braulio estaba sentado a la fresca, junto a la portada de su bodeguilla, en mangas de camisa y con un gosquecillo rabicapado sobre las tablas de sus muslos.

– ?En que piensas, Braulio? – le dijoPlinio a manera de saludo.

– ?Cono, la pareja! – salto el saludado con aire de buena sorpresa -… Pues aqui me estaba cavilando en tontainas… Ya me he enterado que habeis tenido esta tarde faena de la fina.

– ?A que llamas tu tontainas, Braulio?

– Pues… Llamo tontainas a esta cosa que es vivir, a la otra que es nacer, y, naturaca, a la mas otra que es morirse… Y que por mas vueltas que le doy al molino… y se las llevo dando desde que se me cuajo la razon, que ya va para largo, no le encuentro el chiste a este ferial.

– Siempre has sido un filosofo, Braulio – le dijoPlinio.

– Pos si sere. Peroto el que no sea tonto rematao creo yo que revina estas cosas de cuando en cuando. ?O no?… Yo, de verdad – continuo dando un cambio a la teoria -, cuando ciertos padres se ponen tan prosperos con sus hijos, y les dicen que bastante favor les han hecho con traerlos al mundo, me da una rabia… La faena, cono, ha sido traerlos a las galeras y tormentos que acopia la vida del mas pintado… Como inocentes enganados debian tratarlos, y arrepentirse de haberlos metido en este berenjenal… Por eso, sin saber muy bien lo que me hacia, un servidor no se caso. Ni tuvo hijos en lo ajeno. Y ahora con mi conciencia tranquila de no haber emharcao a nadie en esta cardenchera… He dicho.

– Y muy bien dicho, Braulio… ?Pero es que no eres feliz? – preguntoPlinio.

– Yo no se. Creo que no. La verdad es que el mundo me importa unguevo. ?Tu me entiendes? Estoy aqui por rutina… Pero como a nadie tengo detras, a lo mejor uno de esos dias que se levanta uno con mal sabor de boca, pues me cuelgo de la viga y a hacer punetas. ?Me expreso o no me expreso?

– Ya lo creo que te expresas… Pero veo que aqui don Lotarioy yo encontramos mal tercio para el plan que traiamos.

– ?Y que plan es ese?

– Hombre, beber unos vasos de vino al fresquito de tu cueva y comentar un poco todo el negocio que nos ha venido a las manos esta tarde.

Braulio, que continuaba sentado, quedo mirando a los visitantes que permanecian en pie, con cara de indignacion, y dijo:

– ?Carajo!, el que yo os diga mis ansias no entorpece ese proposito. Que la vida hay que tomarla como la encontramos. Y el vino, la buena compania y el fresquito de la cueva son cosas muy llevaderas por poco que uno se explique las veredas de este inquilinato… ?Hala!, de frente marchen – dijo levantandose nervioso, sin soltar el perro, y arrastrando la silla con la mano libre se entro por el postigo abriendo camino.

Bajaron con tiento, porque la unica bombilla, alta y vinosa, que habia sobre la escalera de la cueva, alumbraba con muy mala geometria los escalones de tierra.

– ?Atiza!, si me bajo con el perro. Por favor, donLotario, dejelo ahi fuera, no sea que se constipe.

– Debias tener un candil supletorio para estas bajadas, Braulio – le dijoPlinio, que descendia un poco al bies y con pasos muy irregulares -, porque esta luz es muy pobre.

– Llevas razon, Manuel, pero siempre pienso que todo el mundo tiene mi peritaje.

Y lo decia bien adelantado, porque el hombre de piernas cortas y bracetes de ala bajaba como una bicicleta. La nave de la cueva tambien estaba muy oscura. Otras dos bombillas menudas y pajizas, tiradas con onda, pendian de unos hilos cotosos en el aqui y alli del techo.

Se sentia alli un rico frescor aromado por los alientos del vino. Las tinajas de barro, con las panzas bien generosas, se alineaban a uno y otro lado de la nave. Por una escalera de mano verdinegra subieron al empotre de madera.

– Tienes que arreglar esta bodega, Braulio – le dijo el veterinario-, y ponerle tinajas y empotres de cemento como ahora se lleva.

– No por mis muertos. Que asi la hicieron mis abuelos, asi me sirve, y asi me da el vino masaplomao del pueblo. A lo de ponerle mas luz, me apunto. Me parece de ley y sensato, pero en tocante a cemento, ni una espuerta dejo bajar por esa escalera…

Se detuvo ante la boca de una tinaja y senalandola con el dedo, dijo muy satisfecho:

– Van a ver ustedes ricura manchega la de estatenaja que he desvirgado hoy. La tengo vendida, pero me voy a quedar con cinco o seis arrobas de ella para pasar el verano como Dios manda.

Quito la tapa de paja de 'aquella ricura', se sentaron todos a media anqueta en el halda de la tinaja, y Braulio, con el vaso pinzado delicadamente entre dos dedos, empezo a menear el caldo. Cuando considero que ya era bastante movicion, metio el vaso y se lo ofrecio a don Lotario.

– Tu disimula,Plinio, pero primero los de carrera.

Don Lotario miro un poco el vino al trasluz y se lo envasijo luego en dos traguitos.

– ?Buen blanco! – dijo labieando con regusto.

Volvio Braulio a menear el vaso dentro del vino, lo relleno y ofrecio aPlinio, que se lo bebio de un solo golpe. Luego se sirvio el, bebio paladeando mucho, dio un beso al culo del vaso y lo dejo sobre el empotre. Don Lotario saco la picadura de habano que llevaba en la petaca de las solemnidades, y liaron con toda pausa. Pues, segun Braulio, por tres cosas se conoce a los hombres cabales: por la manera de beber el vino, de mirar a las mujeres y de liar los cigarros… Que a un pito, anadia, no se le da una mala vuelta.

Era tan bueno el fresco de la cueva, tan tragadero el blanco y aromatico y viril el tabaco del senor veterinario, que los tres hombres tardaron mucho en romper a hablar. Alli permanecian acluecados, perdidos en sus humos, sus tragos y sus imaginativas. Por fin, como Braulio empezo a dar ciertas muestras de impaciencia, que para eso estaba en su casa,Plinio le resumio el acontecimiento funebre en que andaban.

– Lo que a cualquiera se le ocurre, en respective al caso-dijo 'el filosofo' -, es que alguien ha querido deshacerse de ese muerto. Pero ?por que?

– A mi lo que me preocupa de momento – dijoPlinio con la barbilla muy levantada y los ojos en rendija- no es eso.

– ?El que, Manuel? – pregunto don Lotario con el vaso en el aire como ofreciendolo.

– Lo que me preocupa es por que se han tenido que deshacer de ese muerto aqui en nuestro pueblo… Y alojandolo en un nicho tan facil de descubrir.

– ?Entonces tu das por sentado que el negocio no es local? – inquirio Braulio.

Plinio nego con la cabeza al tiempo que se inclinaba sobre la boca de la tinaja para rellenar su vaso.

– No me huele a local como tu dices… Veras como manana nadie reconoce al muerto. Ojala me equivoque. Yo me se el pueblo de memoria y esa cara no me suena.

– Que la muerte altera mucho, Manuel – sentencio el veterinario.

– ?Cono que si altera! – salto Braulio como pensando en alguien que el sabia.

– Pero no hasta dejar del todo desconocido a un paisano, ya viejo. Maxime que este esta bastante propio… Ademas, un embalsamamiento como el que le han hecho a ese cuerpo, solo puede ser obra de medico – explico el Jefe.

– Venga otro pito, don Lotario – pidio Braulio-, desde luego, el caso es de rompecabezas. Y un cajon tan grande, si vino de fuera… ?lo traerian en un camion?

– Ya he pensado en eso.

– A ver si es un ministro de esos internacionales que ahora matan en todos los sitios y lo han distraido por aqui.

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