– Este es un pueblo muy a trasmano – dijo
– Por eso precisamente, macho.
– No seas terco, Braulio. Si de verdad hubieran querido ocultarlo, lo entierran en pleno monte y no se entera ni Dios.
– Eso si – confirmo don Lotario.
– Ademas, lo expuesto que es meterse en un cementerio que funciona… aunque sea de noche… Abrir un nicho y toda la pesca.
– ?Y si lo que pretenden los, digamos, remitentes, es que se descubriera pasado un tiempo? – pregunto Braulio.
– ?Para que? – dijo don Lotario.
– Hombre… digo yo. Puestos a hacer cabalas.
– Ya en esas – razono
– Tu, Manuel, razonas muy bien, porque piensas que todo el mundo tiene la sesera tan cabal como la tuya. Y estas
– Hombre, pero el
– ?Y quien te ha dicho a ti que el muerto es un Salomon?
Como los vasos circularon mas de la cuenta y la conversacion duro mucho, aunque nada se saco en claro, ya que las razones del Jefe y sugerencias del veterinario las torpedeaba Braulio con su misantropia, cuando los tres hombres bajaron del empotre, al filo de las once, andaban bastante averiados… Con paso lerdo y mucho meneo de brazos.
Todavia en la puerta echaron una buena posdata a costa de las mujeres. Braulio saco su doctrina de siempre.
– Lo que os digo. Las mujeres tenian que vivir solas en un barrio. De la plaza
– ?Y tu a quien ibas a apanar, Braulio? – le pregunto
– ?Uf, que lastima! Yo ni siquiera a nadie. No estoy ya para esos tratos. Del barrio sur no me movia un pelo. Palabra.
Cuando se despidieron los visitantes, Braulio se quedo como perplejo en el recuadro de luz que formaba el postigo de su portada abierto. Y de pronto grito para si:
'Yo, ya, ni mas cena, ni mas
Y se metio tras dar un portazo, mientras
VIERNES
Plinio no durmio bien aquella noche, como solia ocurrirle siempre que tenia un caso penoso. Daba vueltas y mas vueltas en la cama con la hechura de aquel muerto aspeandole en el magin… Lo veia propiamente con su nariz aguilena, boca sumida, el pelo blanco bajo el capuz del sudario y las manos cruzadas. 'Son manos – se decia – de hombre que ha trabajado poco… Y hasta se adivinaba, en lo posible, aire de hombre bien visto… 'Lo que le inquietaba de manera obsesiva era la creencia de que no habia examinado con detenimiento las tablas del fondo del cajon, por si habia en ellas alguna marca disimulada… 'Pero alli estan… No creo que las tire Matias.'
Su mujer, despertada por el bulle bulle de
– Duermete, Manuel, que manana sera otro dia, y podras disfrutar con tu muerto todo lo que quieras.
Ella siguio monologando:
– Asi que tiene crimen es una azogue… Y si no lo tiene, no hay quien lo aguante de puro desabrimiento.
– Anda, dejame. Vete al barrio norte.
– ?Pero que dices?
'… ?Cuantos dias haria que trajeron el bulto? – seguia pensando
Apenas cuajo el dia, se desperto sobresaltado y, antes de recomponer las ideas, se tiro de la cama. Salio en calzoncillos al corral, saco del pozo un cubo de agua y comenzo a chapotearse. Con el ruido, se desperto la mujer y aparecio en camison:
– No se te ocurrira marcharte sin afeitar y sin lavarte con jabon, que hoy vas a estar todo el dia entre gentes de corbata.
– Mujer, si esto es para quitarme las telaranas.
Se entro en el cuarto y a poco aparecio rasurado, con el uniforme azul bien planchado y el cigarro en la boca. Mientras le echaba un vistazo a la higuera, la mujer le saco una copa de Chinchon. Se la tomo de un trago y marcho a desayunarse a la bunoleria de la Rocio.
Cerca de la calle del Mercado encontro a Murrio, el pregonero, que caminaba con ojos de sueno y el redoblante malisimamente cenido.
– ?Cuantas veces echaste el pregon? – le dijo a manera de saludo.
– ?Diez o veinte?
– Pongamos quince. Y no padezca, que mas gente va a ir a ese muerto que a la feria de Albacete. Ahora en el mercado voy a darle unas cuantas repeticiones.
– Esta bien.
– Y hablando de todo un poco, senor Manuel, ?me deja usted un cigarro?, que el estanco esta todavia
– Anda Murrio, despabila, que tienes mucho cuento.
Murrio siguio camino con la lumbre en la boca, y antes de llegar a la esquina, para demostrar su eficacia, comenzo a batir el tambor.
'Se pone en conocimiento del publico en general, que en la 'Sala Deposito', sita en el Cementerio Catolico de esta ciudad, se halla expuesto el cadaver de un hombre desconocido. Comoquiera que se desea su identificacion, se ruega a cuantos lo deseen que comparezcan en el referido Deposito, por si alguno pudiera ayudar a la autoridad judicial con su informacion.'
Cuando