EL REY. – ?Mujeres! Tienen un rey de presente y estan buscando en una copa los labios de un capitan. ?Es mi capitan, el que guarda mi real persona, un criado mandado, uno que esta a sueldo! ?Si no cobra no come! Todos los dias, antes de que me duerma, me recita prosas de amor. Llegado el momento, quiero hacer una declaracion floreada. Hoy tengo mucho sueno y queda dispensado. Correo, ?quitame los ojos!

CORREO. – Si, Alteza. ?Son unas piedras muy hermosas! (Le quita los ojos y se los mete en la faldriquera.)

DONA lNES. – ?Brillaban como esmeraldas de Indias! ?Nunca ojos tan bellos me miraron con tanto asombro!

EL REY (muy galante). – ? Alondra, te miraron por mi! Los que tenia puestos ahora eran mis ojos de otono, pero los tengo tambien de verano y de primavera. ?Un rey no es un pordiosero! Manana, senora mia, te he de recitar una prosa en el jardin, con los ojos de verano puestos. Y tu tienes que responderme con otra. ?Piensa que hace once anos que quede viudo, y que desde entonces los asuntos de gobierno no me permitieron acercarme a una mujer.

DONA INES (graciosamente burlando). – ?Me gustan los principes castos y valerosos! Amo la tronada y el relampago, estando sola en el campo. ?Un hombre es un viento loco o no es nada! Tu, rey, seras una hermosa tempestad.

EL REY. – ?Si pones esa voz, no dormire! ?Ay, que paloma! ?Calzame los borceguies, por favor!

DONA INES. – ?Lo que me place! (Se arrodilla y lo calza.) ?Tus pies parecen dos halcones gemelos!

EL REY. – ?Ah, unos pies nobles, los pies de un rey militar! Me pusiste los borceguies cambiados, el del pie derecho en el izquierdo y el del izquierdo en el derecho. ?Deja, no los toques! ?Tomo esto como una misteriosa senal galante!

Mientras DONA lNES calzaba al rey, entro el CAPITAN, que se quedo en la puerta.

Escena III Dichos. EL CAPITAN

CAPITAN. – ?Misterioso amor, madeja nunca devanada!

EL REY. – Capitan, ?por donde anduviste? ?Me iba a acostar sin ti!

DONA INES. – ?Misteriosos encuentros en la noche, cuando va a ponerse la luna!

CAPITAN. – ?Encuentros de pajaros en las tinieblas!

EL REY. – ?Ese saludo no me lo ensenaste!

CAPITAN (sin hacer caso al REY, siempre dirigiendose a DONA INES). – ?Encuentros de picos de aves, que se cambian cintas con nombres escritos!

DONA INES. – ?Timidez de las palabras!

CAPITAN. – ?Largo silencio que morira en un beso!

EL REY. – ?A la orden, capitan! ?Manana hay que ensenarme ese punto!

CAPITAN. – ?Alteza, manana daremos dos lecciones!

EL REY. – ?Los anos pasan, capitan! ?No quiero morirme sin saber lo que es amor!

DONA INES. – ?Nadie deberia morir sin saber lo que es amor, capitan!

EL REY. – Necesito descansar.

AMA MODESTA. – ?Hay una cama hecha en el segundo! Ahora mismo llevo los dos canecos.

EL REY. – Hoy no los preciso. Que me abaniquen con plumas la nuca mientras subo las escaleras.

AMA MODESTA. – Hay un abanico napolitano.

EL REY. – ? Esta permitido, capitan?

CAPITAN. – ?Si, Alteza, que estamos en guerra!

EL REY. – Me olvidaba. ?Demonio de guerra! Buenas noches, senora mia. ?Como os llamais?

DONA INES. – Dona Ines.

EL REY. – En confianza, yo me llamo Segismundo. ?Adios!

DONA INES. – ?Adios, senor rey!

El CORREO guia al REY por las escaleras, y detras va AMA MODESTA abanicando la nuca real.

Escena IV DONA INES y el CAPITAN

DONA lNES. – ?Encuentros en la noche cerrada, cuando todas las aves del mundo y la luna nueva se fueron! Cualquier palabra entonces se llena de luz y sube hasta las estrellas. (El CAPITAN se apoya en el respaldo del sillon que habia ocupado el REY, y mientras habla, DONA INES se va acercando, se sienta y apoya una mejilla en el reves de una mano del CAPITAN.)

CAPITAN. – Las estrellas siempre estan a la escucha de las palabras de los amantes. ?Que es hablar un corazon? En los rios hay piedras que cantan al pasar el agua. En los rios hay peces de plata que van y vienen, callados peregrinos. ?Quien habla, quien canta? ?Cantan, acaso, las mariposas que vienen en la noche a la luz de la casa? ?Donde he cogido estas palabras que voy vertiendo con mi boca, chispas, sabrosura somnifera, plumon de alondra, petalos de rosa que se desprenden por saber de donde viene el viento?

DONA INES. – ?Mi corazon es un vaso que derrama!

CAPITAN. – ?Esa es otra leccion! Los corazones son vasos llenos de caliente jengibre. ?Quien osara anadir la gota que los hara verter? ?O no la hay? Mejor seria llenarlos con nuestros suenos, y beber un poco yo de lo tuyo y tu de lo mio. ?Demonos los secretos pensamientos! ?Puedo ver si en el agua de tu vaso navega un clavel? ? Mirare con mis labios calientes!

DONA INES. – ?Labios finos, quiza crueles! Los adivine en la copa en que has bebido. ?Mira si te esperaba! ? Se conoceran en los mios?

CAPITAN (incorporandose y apartandose). – Si mezclas las lecciones, no te puedo seguir. Estabamos en el parrafo segundo de la comparacion de los corazones con vasos de finisimo cristal.

DONA INES (levantandose). – ? Mezclar lecciones? ? Parrafo segundo? ?Que dices?

CAPITAN. – ?Las lecciones del libro! Con esto de la guerra casi se me olvido la mitad. No puedo decirlo salteado.

DONA INES. – ?Que libro?

CAPITAN. – «El Conversador Feliz de Amor». Ya me dijo mi mujer que no me fuese sin el libro, que podria quiza ganar algun dinero escribiendo alguna carta de ausente. Pero, en tiempo de guerra, ?quien pensaba! ?Y me sale cada asunto!

DONA INES. – ?Por el libro? ?Cabe amor en las letras de un libro? ?Vete! ?Mentira todo! ?Palabras escritas! ?Por el libro, Dios! (Huye escaleras arriba, llorando.)

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