manos mas finas que vi, con largos dedos y unas barnizadas. Tiene un aire triston, y no pasara de los treinta. Viste jubon azul y calza tabaco y plata, y Tadeo le lleva la esclavina y el baston. Probo de los higos, escogio de los mejores, y les entendi que iban a salir al camino del vado a esperar a un criado, que le traia caballo y equipaje, que andaba incomodo el senor sin mudar camisa.

Lino se intereso por la barba, motivado a que siempre andaba preguntando si encontraban la suya en su cara, y una tal Amelia por la dentadura, que era huerfana de un belga que fabricaba pasta dentifrica mentolada.

La Teodora explico que la barba la llevaba redonda, y que la dentadura se la viera cuando mordio el higo, y era blanca y sin tacha.

– Tadeo le llamaba don Leon -anadio Teodora.

– Se corre entre los grandes que se parece al hermano ausente de dona Ifigenia -dijo Lino pidiendo secreto a todas, que sabia la cosa, anadio, por un senador que en los ratos libres le gustaba venir a actuar de masajista de tobillos en la casa.

– ?Siempre lo estan esperando! -comento Teodora-. Yo tuve que ver con el proceso de uno que llego a esta casa, y andaban los inquisidores siguiendole los pasos,

Pidio la frutera otro refresco de malva, bebio a sorbitos y, viendo al patron y a las mozas con tanta curiosidad, conto el suceso.

– Llego anocheciendo, que estaba ama Malena encendiendo el farol de reglamento en la puerta, y era un muchacho rubio, que se puso colorado cuando pasamos al salon. Y no bien entre yo, ya me echo mano, y bien sabeis que estas elecciones subitas son cosa de timidos. Le tiro una moneda a Justiniano el acordeonista, que en paz descanse, que dijo que le apetecia un baile. Tenia un acento que no era del pais, y me miraba a los ojos mientras dabamos vueltas. ?A lo mejor era tan inocente que pensaba enamorarme, y yo tan usada! En la cama me fije en su hombro izquierdo, en el que tenia una mancha rojiza en forma de leon. Me dijo que era de nacimiento, y de un susto que pasara su madre en un parque zoologico. Volvio otras veces a verme, y yo le tome carino. Me traia melindres de yema y vino dulce, y siempre echabamos un baile antes de ocuparnos. Dormia yo una manana, que habia estado hasta altas horas con un cabo que me conto sus batallas, que es cosa muy pesada de oir, con tanta bayoneta calada, y como se llama la mujer del comandante, y todo eso que todas vosotras sabeis como yo, y siempre terminan estos sacando el retrato de los hijos, que lo mandaron hacer antes de salir para la guerra, y el primogenito aparece con el casco emplumado del padre. ?Y aun son mas entristecedores los que solo tienen ninas! ?Ganas de llorar ausencias!

– ?Las tiene mas de la mitad del genero humano! -asevero Lino.

– Cuento que dormia y me desperto ama Malena, que estaba el senor Eusebio de los forasteros en el salon esperandome, pero que no era para cama, sino que me traia un papel interrogante. El senor Eusebio, muy educado, me pregunto por el muchacho, y yo le respondi que me preferia a las otras, y anadi lo del baile y lo de los convites, y que no me propinaba en mano, sino dejando los reales debajo de la almohada. Quiso saber como decia llamarse el muchacho, y yo le dije que no le sabia nombre alguno, lo que era la verdad, y que toda la casa lo conocia por el rubio. En los transportes, yo le llamaba asi. Despues me dijo su senoria que se esperaba a un peligroso criminal, y que las senas de el coincidian con las de mi rubio, y si yo podia anadir alguna. Por ejemplo, lunares, cicatrices, dientes de oro… Recorde lo de la mancha en el hombro izquierdo y lo dije, y el senor Eusebio, con un carboncillo, me dibujo una en papel de barba que era igual a la del rubio, y yo se lo asegure, y el, entonces, me tomo juramento de secreto delante de Malena, y por las cenizas de mi padre, aunque no lo conoci y por lo tanto no sabia si estaba vivo o muerto, me aseguro don Eusebio que en los papeles sellados haria muy decente. Y para que no me tuviesen por complice, que firmase que denunciaba yo misma al desconocido de la mancha, que si no era bandido saldria libre y podria volver a la querencia, que lo era servidora, y que si era criminal, por la ayuda a la justicia me daban gratis cartilla de por vida, y seria muy apreciada en las visitas de tabla. Dije que si a todo, y prendieron al rubio, y pasaron semanas y yo lo esperaba, que ya dije que le habia tomado carino, y ademas tenia un juego alegre y no era de los que contaban penas sino viajes, y el rubio no venia. Y una noche aparecio un soldado, un mercenario mulato con pendiente en la oreja, y pregunto por mi, no para llevarme a la cama, que no tenia suelto, sino para un convite, y confidente me dijo que el rubio habia palmado de una zancadilla que lo echo por las escaleras resbaladizas de la segunda bateria, y fue de cabeza a un canon grande. Le pregunte si se habia averiguado que era el valiente bandolero, y entonces al oido me dijo que no era tal bandido, sino un principe, y que un companero suyo habia escuchado un interrogatorio en el tormento, y todo era preguntarle los jueces donde tenia su espada, donde sus leales, y el rubio negaba, diciendo que era celta y tenia voto de vagabundear por siete anos, y que nunca habia oido hablar de ese cuyo nombre callo, del vengador que va a venir un dia. Pero no le valio de nada la terquedad. Lleve el mulato a mi cama, que bien me merecia este regalo por la noticia que me traia, y no le importo nada que yo llorase al rubio mientras el trabajaba, y al irse me dijo en secreto:

»-?Ojo, carinosa! Las senas del que buscan son mancha en forma de leon en la espalda, lunar con dos pelos en el pecho, y cicatriz de lanza en el muslo izquierdo.

»-?Las tres senas en uno mismo? -pregunte.

»-No, pero el hombre que buscan ha de tener necesariamente una de las tres.

Las pupilas comentaron el asunto durante las horas de plancha, y todas juraban que si llegaba alguno con una sena de esas, o con dos o las tres, que lo callarian, le darian para que se fugase, o lo esconderian en el equipaje, y que no les importaba nada que viniese a la ciudad a ser el matador de sus padres, que el muchacho no podia librarse de lo que estaba augurado.

Y en esta conversacion estaban, y ya todas enamoradas de un galan que ni siquiera sabian si existia, cuando entro por la puerta la voz de Tadeo pidiendo permiso, y aparecio el mendigo vestido con ropa nueva, seguido de don Leon, quien sin decir mas que las buenas tardes examino las pupilas, girando lentamente la levantada cabeza, y con el puno de su baston senalo a la portuguesa Florinda, la cual, al ver acercarse a sus pechos aquel lebrel de plata acostado, se desmayo y cayo al suelo sin soltar la plancha, que al golpear contra el piso se abrio y derramo las brasas encendidas. El amo Lino dio un gritito, a la Teodora se le cayo el vaso de la mano, y la Polaca se tumbo en el medio y medio de la reunion, levantando las sayas, como hacen las mozas de su pais, en las aldeas, cuando se anuncia con trompetas que llega violadora la Orden Teutonica.

VI

El dramaturgo de la ciudad se llamaba Filon, y en los carteles ponia Filon el Mozo, para distinguirse de otro Filon que habia tenido el mismo oficio y habia vivido y escrito en la ciudad pasos con bobo y una comedia que todavia se representaba y que era «El caballero de Olmedo» cambiado, que estaba don Alonso con dona Elvira Pacheco en un balcon, en una feria que llaman Medina del Campo, y cuando el caballero se despedia para regresar a su Olmedo, a ella le entraba un delirio celoso al pensar en que viniendo noches frias, que ya era otono, el caballero llegaria a su casa tiritando, y metiendose en cama se arrimaria a su mujer buscando el calorcillo, y entonces, sin pensarlo, la dona Elvira vestida de hombre corria a esperarlo en una encrucijada y lo bajaba del caballo de un escopetazo. Y lo que admiraba al publico, que en la ocasion silbaba, era que en el ultimo acto dona Elvira estaba en su balcon viendo como daban garrote a dos que hacian de criados negros de un tal Miguel, que andaba huido vestido de fraile por sospechoso del crimen, y la dama tomaba refrescos, se abanicaba y reia cachonda con galanes nuevos. Los pellejeros, que tenian palco propio con farolillo, gritaban:

– ?Puta! ?Puta!

Y la que hacia de dama Pacheco tomaba aquello como exito, porque silbidos y gritos probaban lo bien que le salia el disimulo. Actriz que no lograba esto, lo tenia por fracaso. Una vez, siendo nina, la reina Clitemnestra debuto de sombra, avisando al caballero que no saliese, y estaba linda en un arbol en figura de ave cuando la flor de Olmedo pasaba por debajo de la rama, y el papel de Clitemnestra fue con canto.

Filon el Mozo tenia el encargo, hecho por el Senado, de llevar a tablas

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