pruebas a medio corregir, y ni siquiera lo hace a fondo. Les he echado un vistazo, y no se fija ni en la ortografia, aparte de que hay que mejorar la sintaxis. En mi modesta opinion, habria que cambiar parrafos enteros.
– Eso es completamente nuevo. Regina suele ser muy concienzuda.
– Tu la entiendes mejor que nadie. Dime que tengo que hacer. Le he cogido mucho carino, ?sabes? Es una mujer tan extraordinaria.
– Si, lo es. Por lo que me ha contado, ella tambien te aprecia. Confia mucho en ti. Dice que eres mas inteligente que la gente de tu edad, que tienes las ideas muy claras.
– ?Te puedes imaginar lo que para mi significa trabajar para Regina? A su lado, no dejo de aprender. Me gustaria ayudarla mas, aunque no se como.
– ?Ah, ese es el problema! A los escritores hay que tratarlos con guantes de seda. En tantos anos de profesion como llevo a cuestas, nunca he tropezado con uno solo, fijate en lo que te digo, uno solo, que no se ponga de unas cuando le haces la menor insinuacion acerca de su trabajo.
– Yo me volveria loca de gratitud si alguien como tu se convirtiera en mi agente.
– ?No me digas que tambien escribes! Regina no me ha contado nada.
– Es que no se lo he querido decir. No soy mas que una aspirante a escritora, me daria mucha verguenza que Regina viera mis cosas, y no te digo tu, que estas acostumbrada a tratar con gente de tanto prestigio. De momento, no he escrito mas que algunos cuentos cortos…
– Oye, bonita, ahora tengo que colgar porque me espera un hijoputa ingles que quiere montar una agencia aqui, y el muy capullo pretende que lo asesore. ?Buena esta la competencia! En lo que se refiere a Regina, confio en ti tanto como ella. Ayudala en cuanto puedas, incluso con el libro. Tenemos que estar en la calle la primera semana de diciembre, como mucho. Arreglatelas, y llamame siempre que lo necesites.
– Una ultima cosa…
– ?Que?
– Me parece que le resultaria mucho mas util a Regina si me trasladara a vivir aqui. Trabajaria mas horas, le haria compania.
– ?Estarias dispuesta? Te va a sacar las mantecas.
– Haria cualquier cosa por ella. Cualquier cosa.
– Eres una joya, Judit. Como me gustaria tenerte aqui, en mi despacho.
– He pensado que, si tu se lo insinuaras…
– Dalo por hecho. Y no te preocupes, que no se va a enterar de nuestro pequeno complot.
Judit apago el movil y se levanto de la cama. Aliso la colcha para borrar las huellas de su cuerpo. Antes de salir, echo una ultima ojeada a la habitacion. No resistia la comparacion con el dormitorio de Regina, pero era bastante amplia, contaba con todo tipo de comodidades y estaba decorada en tonos asalmonados y verdes.
Pronto la ocuparia. Habia tenido que improvisar un nuevo guion para empujar el desarrollo de los acontecimientos, pero el resultado de su encuentro con Regina seria el que habia previsto desde el principio.
– Si quereis sacar el libro, sera mejor que me mandeis el proyecto de marketing y todo lo relativo a la campana promocional hoy mismo. Y envia una copia a Blanca, quiero que lo vea antes de que tomemos la menor decision.
Regina hablaba por telefono con Amat, su editor, mientras se rascaba la cabeza con un boligrafo, reclinada en el asiento contra la pared del estudio y con los pies sobre el escritorio. Odiaba que Alex profanara con sus zapatones la tapiceria del sofa, pero tenia que reconocer que aquella era una de sus posturas preferidas, y que, ademas, le complacia la admiracion con que Judit parecia reaccionar ante su demostracion de caracter. La joven se habia detenido en plena labor y concentraba toda su atencion en ella, dedicandole una de sus miradas especiales.
– Comprendo que no os tomeis el mismo interes con este libro que el que pondriais en una novela inedita - reflejado su poderio en la expresion embelesada de Judit, Regina se crecia por momentos-, pero un poco mas de entusiasmo si que os lo agradeceria. Di a tus ninas que despeguen el maldito culo de la silla.
Tapo el auricular con la mano, puso los ojos en blanco y murmuro, sacudiendo la cabeza:
– ?Editores!
Judit la premio con una sonrisa de complicidad.
– No, ni hablar. No pienso mandaros las pruebas corregidas mientras no tenga todo lo demas delante de mis narices. Y nada de reproches por el retraso, guapo, ya querrias que todos tus autores te cumplieran como yo. Quiero tambien los carteles y los expositores para las mesas de las librerias. Y la maqueta de la portada definitiva, desde luego. No, de ninguna manera, me niego. El texto de solapa lo escribire yo, al fin y al cabo siempre tengo que reescribirlo porque no se os ocurren mas que disparates. Os lo mandare junto con las pruebas, cuando las tenga. Diles a los de la imprenta que se vayan preparando unas tilas, porque voy a hacer muchas modificaciones en los textos. Haber corrido mas, que quieres que te diga.
Colgo dando un golpe seco, pero no estaba de mal humor; al contrario, se sentia euforica.
Apenas habian transcurrido dos semanas desde su primer encuentro en el ateneo, y la joven ya se habia trasladado al cuarto de invitados. Hizo la mudanza la tarde anterior.
– Es una tonteria que, saliendo tan tarde todas las noches, no te instales aqui -le habia dicho Regina-. Tengo nuevas tareas que encomendarte. Mi editorial se esta poniendo pesada, no paran de llamarme, y queda un monton de trabajo por hacer. Me agobio, y creo que puedes ayudarme mucho. Tomalo como algo provisional; si te gusta, bien, y si no, puedes volver a dormir a tu casa en cuanto quieras. Si lo consideras necesario, puedo hablar con tu madre. Supongo que necesitara que la tranquilice.
– No te preocupes por eso. En casa siempre he hecho lo que he querido -respondio Judit, radiante-. Mi madre tiene mucha confianza en mi.
– Pues esta misma tarde te tomas un par de horas y te traes tus cosas. Que te acompane Alex, si te hace falta. No estara mal que arrime un poco el hombro, que le va a entrar artritis en los dedos de tanto darle al mando a distancia.
– No creo que sea necesario -dijo Judit-. Para lo que tengo que transportar…
– Ni se te ocurra decorarme la casa con esos pingos negros que tanto te gustan. -Era una ocasion inmejorable para que Regina impusiera condiciones-. No llegare al extremo de decirte que pareces un cenizo, como hace tu madre, pero ha llegado el momento de que cambies tu linea de vestuario. Y no te preocupes por el dinero, que la casa invita.
Erudita la miro con tal calidez y gratitud que Regina estuvo a punto de acariciarle el pelo. Se detuvo a tiempo: tambien tendria que acompanarla a la peluqueria. Su fiel Kimo sabria que hacer con aquella melenilla sometida al fijador.
Aunque la iniciativa de que Erudita se instalara en el cuarto de invitados surgio de Regina, que llevaba dandole vueltas desde el principio, habia sido Blanca quien le habia dado el empujon definitivo, en el transcurso de una de sus habituales conversaciones nocturnas.
– Una cosa es ir con retraso -habia dicho-, y otra, no llegar. Por lista que seas, no podras tu sola con todo. Y menos, teniendo que atender al hijo de? zangano. Esa chica que te ayuda parece de confianza. ?Por que no la metes en tu casa y la usas a tiempo completo? A esa edad, no necesitan dormir mucho, y podras obtener de ella mayor rendimiento.
Una vez mas, su agente tenia razon. El problema era que, despues de corregir las pruebas de los textos que formaban su proximo libro, Regina no estaba satisfecha con el resultado.
– Si no lo tuviera comprometido, me negaria a publicarlo -le confeso a Blanca, No tiene ni pies ni cabeza.
– Fuiste tu quien se empeno en asaltar cada ano las listas de exitos, con un libro u otro -le recordo la agente-. ?Por que no le pides a Judit que le eche un vistazo? Segun parece, tiene mucho criterio.
Llevaba semanas cantandole a Blanca las excelencias de Judit y, aunque seguia sin confiarle que la tenia bajo observacion literaria, sus alabanzas giraban siempre en torno a su frescura juvenil, su juvenil vitalidad y su insolita y juvenil sensatez. Era inevitable que la otra, al aconsejarle que sometiera las galeradas a su juicio, remachara:
– No te iria mal que alguien de su edad pusiera tus textos al dia.
De modo que, la vispera, despues de que Judit colocara en su cuarto las cuatro cosas que habia traido consigo en una bolsa de viaje que hasta a Regina le parecio excesivamente pequena (como si la joven pensara instalarse solo un fin de semana… o quisiera dejar atras cuanto le recordaba a su vida anterior), la escritora se sento en el sofa del estudio y, tal corno habia hecho durante el dia de Todos los Santos, invito a Judit a sentarse a